Devocional diario septiembre 10
Rendidos en adoración
Una de las maneras que agradamos el corazón de Dios es cuando nos rendimos a Él en adoración.
El libro de Job nos enseña sobre un corazón que adora.
Allí nos cuenta que los hijos de Dios fueron a presentarse delante de Dios, y entre ellos iba Satanás, a quien Dios le pregunta:
“¿De dónde vienes?” y él respondió “De rodear la tierra y de andar por ella.” Job. 1:7
Hasta allí es una conversación normal, pero luego Dios le pregunta algo al enemigo que pareciera no tener nada que ver con el tema:
“¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” Job 1:8.
Lo que Dios le preguntó a Satanás nos permite entender que uno de sus roles es rodear la tierra. Satanás es un imitador de Dios. Así como el Padre busca adoradores en espíritu y verdad, Satanás hace lo mismo.
Lucas 4:5-8 «Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos.
Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.»
Ni siquiera Jesús se escapó de que Satanás lo buscara para adorarle.
Y como Dios sabía que Satanás también estaba rodeando la tierra y buscando adoradores, le preguntó si no había considerado a su siervo Job.
Era como si Dios le estuviera diciendo: “en Job tienes el ejemplo de un verdadero adorador, alguien que me adora y con quien estoy agradado.” Dios amaba a Job porque era un adorador y tenía una relación estrecha con él.
Servir a Dios es maravilloso, siempre y cuando Dios vea nuestro servicio como un acto de adoración y no como el mero cumplimiento de un deber.
Satanás terminó desafiando a Dios diciendo en Job.1:11:
“Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema en tu misma presencia.”
Todos conocemos la historia; Dios permite que Satanás intervenga hasta que llega la tragedia, la muerte, la destrucción y la ruina. Sin embargo después de todo esto leemos en Job.1:20,21:
“Job se levantó, rasgó su manto, rasuró su cabeza, se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. El Señor dio, El Señor quitó; sea el nombre del Señor bendito.”
Job era un verdadero adorador, la verdadera adoración siempre trae como consecuencia la transformación.
No le importó estar enfermo, que le quitaran todo lo que tenía, dijo, «yo decido adorar,» pueden haber problemas y necesidades en casa, pero sin embargo adoró a Dios y no renegó de Él. ¡En este momento, Él está allí contigo!
Sabes que así como te dio, así como te añadió, también puede quitarte todo aquello que aleja tu corazón de la verdadera adoración.
La motivación de la adoración de Job no eran las bendiciones, ni la protección que Dios le otorgaba sino que Dios mismo era la razón de su adoración.
Cuántas veces hemos pensado que necesitamos adorarle sólo cuando todo va bien. La adoración debe ser en todo momento, Él quiere que tu vida le adore.
Adoración no es cantar coros lentos, es mucho más que eso. Podemos cantar a Dios, podemos escuchar todos las canciones de adoración pero eso no garantiza que seamos adoradores. La música es una excelente manera de expresar nuestra adoración, pero la música por sí misma no es adoración, si no hay un corazón rendido a Dios.
Dios quiere que tu vida entera se convierta en una adoración dirigida a Él. Tu llamado como hijo de Dios es tener un corazón rendido en adoración.
La adoración es una vida totalmente consumida por un apasionado amor a Dios.
El leproso adoró y fue sanado según Mateo 8:2.
Tu vida puede estar llena de pecado, tener lepra espiritual, pero cuando le adoras, no sólo serás sanado sino que eres limpiado y purificado pues Dios se especializa en sacar algo precioso de lo vil. ¡Así que Adórale en este momento!
La hija del gobernante fue levantada de la muerte cuando adoró a Jesús, en Mateo 9:18-25.
Hay personas que están en cama, que acaban de salir de una operación o que están en cuidados intensivos con diagnósticos de muerte y de enfermedad pero Dios te dice que te levantes y adores.
Una mujer gentil vino a Jesús y le adoró, y su hija, poseída por un demonio fue liberada y sanada. Mateo 15:6-8. Todo lo que te ata y te perturba, las voces que escuchas que no son la voz de Dios, esas palabras que te atormentan, toda maldición y brujería lanzada a tu vida serás libre cuando le adores.
Job dijo: «Yo sé que mi redentor vive y al fin me levantará del polvo.»
Él sabía en quién había creído, y le fue restaurado todo porque siempre bendijo a Dios, siempre tuvo un corazón rendido a Él.
Él te restituirá al doble. Adora a Dios, ríndete delante de Él, tengas ganas o no, Él vendrá a tu vida, te renovará, y te dará un nuevo comienzo.