
5 de marzo (Miércoles de Ceniza): Marcos 1:1-8 El Aprendiz

«Maestro», dijo Juan, «vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre, y se lo impedimos, porque no es de los nuestros. «—No se lo impidan —respondió Jesús—. Nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor de nosotros. Les aseguro que cualquiera que les dé un vaso de agua en mi nombre por ser ustedes de Cristo no perderá su recompensa.» (Marcos 9:38-41)
Los discípulos continuaron luchando con su comprensión de la grandeza del reino de Dios. Su preocupación por que alguien expulsara demonios en el nombre de Jesús reveló una tendencia a juzgar y tratar de controlar a los demás. Jesús los corrigió rápidamente, enseñándoles que el reino es más grande que su grupo. La misión de Jesús no puede limitarse a un círculo específico; se trata de la obra del Espíritu dondequiera que ocurra. Esta es una lección vital para los aprendices de Jesús: el ministerio no se trata de competencia o exclusión, sino de unidad en el servicio al mismo Señor.
Los discípulos necesitaban aprender que Jesús es quien llama a las personas al ministerio, y que el Espíritu Santo las capacita para la obra. No nos corresponde a nosotros cuestionar el llamado de alguien basándonos en nuestra perspectiva limitada. Ya sea que se trate de un extraño que expulsa demonios o de alguien que ofrece un simple vaso de agua en el nombre de Jesús, lo esencial es la obediencia al Espíritu y la fidelidad al nombre de Cristo.
Sal y salinidad
Jesús usó la imagen de la sal para explicar la singularidad e influencia de sus discípulos. La sal, un elemento común en el mundo artesanal de los artesanos del primer siglo, cumple dos propósitos principales: preservar y realzar. En este pasaje, la sal representa las cualidades de un discípulo que preserva la verdad y realza el sabor de las enseñanzas de Cristo en el mundo. Perder la salinidad significa perder la eficacia de nuestro propio testimonio e influencia.
Marcos vincula de manera única la salinidad con vivir en paz con los demás. Jesús dijo: “Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con otros.” (Marcos 9:50). Esto sugiere que la “salinidad” de un discípulo no solo tiene que ver con la integridad y la fidelidad personal, sino también con el fomento de la unidad y la paz dentro de la comunidad de creyentes. Como aprendices de Jesús, nos vemos tentados a comparar constantemente nuestro trabajo, nuestra fe, nuestro ministerio y nuestro testimonio con los de los demás. Pero Jesús nos recuerda que nuestro enfoque no debe estar en la comparación o el juicio, sino en servir fielmente en la forma en que Él nos ha llamado. Así como un artesano perfecciona su oficio con paciencia y cuidado, estamos llamados a cultivar nuestra propia fe y apoyar a los demás en sus llamados únicos.
Cuaresma día 37
Puntos claves
- El reino de Dios es más grande que nuestro grupo
El ministerio no se trata de exclusividad. Dios trabaja a través de todos aquellos que son obedientes a Su Espíritu y Su llamado. - La salinidad significa influencia y unidad
Un discípulo salado preserva la verdad, enriquece el mundo con el amor de Cristo y fomenta la paz entre los creyentes. - Evite la comparación, abrace la fidelidad
Como artesanos expertos, los aprendices de Jesús deben centrarse en su oficio y celebrar el trabajo de los demás en lugar de comparar o juzgar.
Reflexión
Jesús nos desafía a dejar de lado los juicios y las comparaciones. Es una trampa tentadora medir a los demás con nuestros propios estándares o compararnos con ellos, pero Cristo nos llama a centrarnos en nuestra fidelidad y eficacia hacia Él. La imagen de la sal nos recuerda que debemos mantenernos distintos en nuestra influencia mientras mejoramos la vida de los demás con el amor de Cristo.
Oración
Señor Jesús, ayúdame a ver el panorama más amplio de tu reino. Enséñame a apoyar y celebrar a los demás en su ministerio en lugar de juzgar o comparar. Mantenme salado, fiel, preservando tu verdad y mejorando el mundo con tu amor. Que fomente la paz en mis relaciones y la unidad en tu nombre. Amén
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