Devocional diario septiembre 29
José, un hombre temeroso de Dios
José no sólo fue un gran soñador como es recordado, sino que además fue un hombre íntegro y temeroso de Dios y quizás fue por esto que sus sueños se hicieron realidad.
¿Tienes grandes sueños para tu familia, tu trabajo y aún para tu iglesia? Entonces vive en el temor de Dios, que no es tenerle miedo sino respetarlo y honrarlo con nuestra manera de vivir.
Génesis 42:18 NTV “El tercer día, José les dijo: —Yo soy un hombre temeroso de Dios. Si hacen lo que les digo, vivirán.”
Génesis 39: 7-9 “la esposa de Potifar pronto comenzó a mirarlo con deseos sexuales.
—Ven y acuéstate Conmigo—le ordenó ella. Pero José se negó:—Mire —le contestó—, mi amo confía en mí y me puso a cargo de todo lo que hay en su casa. Nadie aquí tiene más autoridad que yo. Él no me ha negado nada, con excepción de usted, porque es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer semejante maldad? Sería un gran pecado contra Dios.”
José no tuvo una especialización en liderazgo, no perteneció a una iglesia, no estudió sobre liderazgo, a pesar de todo eso, cuando fue tentado, la Biblia dice que huyó de la tentación, yo creo que José huyó no sólo porque amaba a Dios sino también porque le temía y no quería fallarle.
¿Cómo es tu vida? Cuando viene la tentación, ¿cedes, te dejas caer? ¿O piensas que hoy le fallas y mañana te arrepientes?
Cuando tenemos un compromiso con Dios, estamos sellados con un anillo de santidad que nos dice que estamos casados con Dios.” ¿Será que le vas a ser infiel?
Escuchemos las palabras de José cuando fue tentado por la mujer de Potifar:
“¿Cómo haría yo este gran mal y pecaría contra Dios?”
¿Acaso, Dios no lo ha dado todo por ti?
¿Habrá algo o alguien que valga la pena para quedar mal con Dios?
¡Te aseguro que puedes resistir a cualquier tentación sabiendo que tienes al Espíritu Santo intercediendo por ti!
José era una persona temerosa de Dios. ¿Por qué? Porque él veía el pecado como pecado.
José pudo haber dicho: aprovechemos, es sólo una canita al aire o no le estamos haciendo mal a nadie o pudo haberse excusado diciendo, yo no quería, pero ella me obligó.
Sin embargo, José lejos de justificarse, decidió agradar a Dios primero antes de satisfacer sus propios deseos.
Proverbios 8:13 ” Todos los que temen al Señor odiarán la maldad. Por eso odio el orgullo y la arrogancia, la corrupción y el lenguaje perverso.”
Cuando uno es temeroso de Dios, ama lo que Dios ama y aborrece lo que Dios aborrece. Y Dios ama al hombre pero aborrece el pecado. Una de las características de la persona temerosa de Dios es que es una persona humilde. La persona arrogante y orgullosa es una persona que ha perdido el temor a Dios y su corazón se ha enaltecido.
Isaías 66: 1-4
“Esto dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Podrían acaso construirme un templo tan bueno como ese? ¿Podrían construirme un lugar de descanso así?
Con mis manos hice tanto el cielo como la tierra; son míos, con todo lo que hay en ellos. ¡Yo, el Señor, he hablado! »Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido, a los que tiemblan ante mi palabra.
Pero a los que escojan sus propios caminos y se deleiten en sus pecados detestables, no les aceptaré sus ofrendas. Cuando tales personas sacrifiquen un toro, será tan inaceptable como un sacrificio humano.
Cuando sacrifiquen un cordero, será como si hubieran sacrificado un perro. Cuando traigan una ofrenda de grano, igual sería que ofrecieran sangre de cerdo. Cuando quemen incienso, será como si hubieran bendecido a un ídolo.
Yo les enviaré grandes dificultades: todas las cosas que ellos temían. Cuando los llamé, no me respondieron. Cuando les hablé, no me escucharon.
Pecaron deliberadamente ante mis propios ojos y escogieron hacer lo que saben que yo desprecio».”
Tenemos la opción de escoger lo que agrada o desagrada a Dios. Escoge siempre lo que agrada a Dios.
Una buena medición para vivir en santidad y en el temor de Dios es preguntarnos ¿Jesús haría esto que yo estoy haciendo? Si Él no lo hiciera, entonces no le va a agradar. Nada que vas a hacer a ocultas es bueno. Si quieres que Dios te hable, vive en el temor de Dios, no te entregues a tus deseos, ni vivas en la depresión, pero algunos piensan dentro de sí, es que tengo derecho a divertirme! Y es cierto, pero no tenemos derecho a serle infiel a alguien que entregó su vida por nosotros.
En cambio una persona temerosa de Dios es una persona que sabe depender de Dios, y no es autosuficiente, sabe que no basta decir NO tan solo una vez sino que le dice NO a la tentación siempre.
José fue tentado en más de una oportunidad pero él dijo siempre NO a la tentación, porque por encima de lo que podía ganar, estaba en juego el perder al Espíritu Santo en su vida.
Dios no puede permanecer en un templo, en una persona que no vive de acuerdo a sus reglas.
Muchas son las personas que dicen amar a Dios pero la mejor manera de amar a Dios y valorar el sacrificio de Jesús en la cruz, es viviendo en santidad.
El ser temerosos de Dios y guardarnos en santidad nos da una gran herencia y es la promoción de Dios.
José soñaba que podría ser alguien grande después de ser probado en el pozo, después en la cárcel, y al final llegó a ser el segundo al mando y terminó señoreando sobre todos sus hermanos.
Dios lo bendijo en todo, le dio una familia, le dio un buen empleo, y le dio la oportunidad de ser bendición a otros, porque le temía.
Recuerda que hoy puedes estar siendo probado y hasta sientes que no hay salida, pero si resistes y pones en alto el estándar de Dios, El no te va a ignorar sino que te va a rescatar y te va a bendecir con su promoción y con Su herencia. Yo mismo he tenido qué orar la oración que nos enseñó Jesús, “no me dejes caer en la tentación, líbrame del mal.”
Y cuando obtengas todo lo que soñaste, recuerda a tu Creador que nunca te dejó, que siempre estuvo contigo y que te prosperó.
Juan 15:8
«Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre.»
¿Cómo podríamos reflejar el carácter de Cristo sino a través del fruto del Espíritu Santo?
El fruto del Espíritu Santo es producto de nuestro tiempo con Dios y de andar en comunión con Él.
Gálatas 5:22 dice: «mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»
El fruto se producirá cuando andemos en el Espíritu, cuando Él esté en control. Dios nos ha creado espíritu, alma y cuerpo, y de los tres es el espíritu quien debe gobernar.
Esto se puede lograr cuando vivimos en comunión con Dios, pero cuando nuestra comunión se ve alterada por el pecado, el alma toma el control o las emociones se nos desbordan y nos dominan; así se interrumpe el proceso de producir fruto.
El fruto no depende de las circunstancias pues se mantiene inalterable en cualquier circunstancia y a veces nosotros mismos somos los más sorprendidos.
Nos insultan pero ya no respondemos como antes.
Deberíamos angustiarnos por lo que vivimos pero experimentamos una serena paz.
Los frutos de amor, gozo y paz, nos hablan de cómo anda nuestra relación con Dios.
Dios los produce por medio de nosotros para que nuestra personalidad sea afirmada a través suyo.
Sin los tres frutos de amor, gozo y paz, no atraemos a los demás a Jesús, por el contrario, los ahuyentamos.
Necesitamos amor para amar a Dios y al prójimo, por pecador que éste sea y ser misericordiosos con los demás y aceptarlos tal como son.
Dios ha prometido darnos el fruto de amor en abundancia, porque ésta es la señal del discípulo, es lo que nos evidencia y sirve de vínculo perfecto entre nosotros.
Romanos 5:5 «…porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.»
Asimismo nos ha dado el fruto de gozo para decirle a nuestras circunstancias que Dios es mayor, para fortalecernos en las tribulaciones y para sentirnos más que vencedores y reírnos frente a los problemas y ataques del diablo.
De igual manera, qué necesaria nos es la paz, hoy, más que nunca, porque el mundo carece de ella. Paz con Dios y paz con el prójimo.
La paz nos ayuda a aquietarnos, a confiar en Dios y a poder recibir dirección de Él.
Colosenses 3:15 dice: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones… «
Elijo el amor: ninguna ocasión justifica el odio; ninguna injusticia autoriza la amargura. Hoy amaré a Dios y lo que Dios ama.
Elijo el gozo e invito a mi Dios para ser el Dios de mi alegría.
Me rehúso a enojarme y me dispongo a ver los problemas como una oportunidad de ver a Dios.
Elijo la paz: vivir habiendo sido perdonado. Perdonaré para que pueda vivir.
Los frutos de paciencia, benignidad y bondad nos hablan de cómo anda nuestra relación con los demás.
Colosenses 3:13 dice: «Soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.»
LA PACIENCIA: Virtud que nos hace saber esperar con paz, confianza y perseverancia las cosas que tardan en llegar. Muchas veces queremos que todos sean igualitos a nosotros y cuando no dan la medida, nos volvemos impacientes.
Qué importante es tener paciencia, que como su nombre lo indica, es la ciencia de la paz.
Cuando las cosas que nos angustian no se resuelven lo suficientemente rápido o cuando no vemos la respuesta inmediata a nuestras oraciones, necesitamos paciencia para no desmayar.
LA BENIGNIDAD: Ser inofensivo, tolerante y suave. Lo contrario a ser benigno es ser agresivo, hiriente, mordaz, sarcástico, irónico. Cuando nos hablan y reaccionamos respondiendo agresiva o severamente no estamos mostrando benignidad. Cuando somos benignos la gente se nos acerca sin temor de ser atacados o agredidos.
LA BONDAD: Ser amable, amoroso, afectuoso, es mostrar empatía con los demás y ser benevolentes. Este fruto se hace cada día más necesario porque al final de los tiempos la maldad se va a multiplicar. La bondad en cambio nos ayuda a no permanecer indiferentes frente a las necesidades del prójimo y nos permite ponernos en sus zapatos actuando para ayudar a remediar su triste situación.
Muchas veces nos volvemos fariseos o legalistas y no nos compadecemos de aquellos que sufren, sobre todo si no son cristianos. Jesús en cambio era bondadoso y tierno con todos.
Elijo la paciencia, voy a respirar profundamente antes que la impaciencia brote por mis venas. En lugar de quejarme porque la espera es demasiado larga, agradeceré a Dios por ofrecerme un momento para orar.
Elijo la benignidad o la amabilidad, seré amable con todos, ricos y pobres, los que se portan bien conmigo y los que no lo hacen tan bien, porque así me ha tratado Dios.
Elijo la bondad, prefiero ser ignorado antes que jactarme. Prefiero confesar antes que acusar. Elijo la bondad.
Los frutos de fe (o fidelidad), mansedumbre y templanza nos hablan de cómo anda nuestra vida cristiana.
Sin estos tres ingredientes, al pasar por tribulaciones o por la disciplina de Dios, podríamos terminar renegando, en rebeldía o simplemente volver atrás.
LA FE O LA FIDELIDAD es abrazar una seguridad sin ver ni comprender. Hebreos 11:6 dice: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios.»
La fe o la fidelidad es lo que hace que confiemos en sus justos juicios y en su misericordia, pase lo que pase. Nos hace permanecer fieles.
Aquí repetí, sigo con la garganta LA MANSEDUMBRE: Es ser enseñables y dóciles lo cual trae como resultado ser usados en Su obra. La mansedumbre nos vuelve humildes y dóciles frente a Dios, aún cuando no tenemos total control de lo que nos pasa.
LA TEMPLANZA: Es el dominio propio que nos ayuda a tener contentamiento y a vivir en agradecimiento con Dios. Es mantener la calma en situaciones de estrés. La templanza nos ayuda a ser prudentes y guardar nuestra lengua.
Elijo la fe o fidelidad: hoy guardaré mis promesas. Mis acreedores no se van a lamentar que pusieron en mi su confianza. Mis asociados no van a cuestionar mi palabra, ni mi cónyuge va a cuestionar mi amor. Seré leal aún con los que no lo son conmigo.
Elijo la mansedumbre: nada se gana por la fuerza. Elijo ser manso. Si levanto mi voz que sólo sea en alabanza. Si cierro mi puño, que sólo sea en oración. Si hago exigencias que sólo sean a mí mismo, acepto con mansedumbre lo que viene a mi vida.
Elijo la templanza o el dominio propio pues soy, primero que todo, un ser espiritual.
Y luego de que haya muerto este cuerpo, mi espíritu remontará vuelo.
Me niego a permitir que lo que se va a convertir en polvo, gobierne lo que es eterno.