Devocional diario octubre 12
El perdón nos da felicidad
“¡Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubre su pecado! Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total transparencia! Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día. Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.”
Salmo 32:1-5
En este salmo David nos expresa la alegría tan grande que siente al haber recibido el perdón de Dios.
En primer lugar, el arrepentimiento no es lamentarse. De hecho, casi me atrevería a ir tan lejos como para decir que lamentarse es un sustituto de Satanás para el arrepentimiento.
¿Por qué? Porque el lamento aparentemente nos pone en el camino correcto, pero no nos lleva a la línea final de la meta. Miro mi pecado y sus consecuencias, y me siento mal.
“¡Soy un miserable, un completo miserable! ¡Metí la pata otra vez! ¡Oh, Señor, ya no tengo arreglo! ¿Cómo puedes tolerarme?”
¿Te das cuenta? Lamentarse tiene que ver con mis propias fuerzas y mi propio bienestar.
Soy yo, yo luchando por algo que he hecho, para yo sentirme mejor.
El arrepentimiento, por otra parte, está centrado en Dios. No tiene nada que ver con mi autoestima o sentirme bien acerca de mi persona o la forma en que me trato a mí mismo. El arrepentimiento es volver a involucrarse en una relación correcta con el Dios Santo al que hemos ofendido, es abrirle nuestro corazón a Dios y confesarnos con Él.
Judas Iscariote es un ejemplo de esto, se lamentó profundamente por haber traicionado a Jesús, comprendió que había hecho mal, e incluso trató de volver atrás y trató de enmendar su error, pero cuando los sumos sacerdotes lanzaron de nuevo el asunto a su regazo, Judas se entregó a la desesperación y se ahorcó.
El arrepentimiento no puede terminar con la desesperación, porque el arrepentimiento no es tristeza por haber violado una regla. ¡El arrepentimiento es dolor por haber roto el corazón de Jesús! Sospecho que Judas nunca pasó por un verdadero arrepentimiento porque, a pesar de haber vivido con Jesús por tres años, Judas Iscariote nunca amó a Jesús y nunca entendió el amor completo de Dios.
El arrepentimiento trae alegría al corazón de Dios.
¿Qué hacen aquellos que quieren vivir felices con el perdón de Dios?
1. Reconocen su pecado y su tendencia a hacer lo malo.
2. Se dan cuenta que pecar es rebelarse contra Dios.
3. Admiten sus pecados ante Dios.
4. Confían en que Dios está dispuesto a perdonar.
5. Aceptan el perdón de Dios.
Aquellos que se confiesan con Dios ya no tienen más secretos con el diablo y pueden vivir seguros, tranquilos, felices, libres.
v.7-8 “Pues tú eres mi escondite; me proteges de las dificultades y me rodeas con canciones de victoria. El Señor dice: «Te guiaré por el mejor sendero para tu vida; te aconsejaré y velaré por ti.”
Nuestro único escondite es la presencia de Dios, allí somos protegidos de dificultades, amados, y guiados a un mejor camino, un camino donde el mismo Dios vela por nosotros.
V11. “¡Así que alégrense mucho en el Señor y estén contentos, ustedes los que le obedecen! ¡Griten de alegría, ustedes de corazón puro!.”
Dios nos ha perdonado, es un motivo más para estar felices.