▷Un invitado no deseado, el sufrimiento

Es Tiempo de Conectar, septiembre 28

Un invitado no deseado, el sufrimiento

El sufrimiento parece ser un elemento indeseable en nuestro mundo moderno, especialmente para las nuevas generaciones.

El objetivo de muchos hoy es alcanzar la felicidad a toda costa, y esta felicidad se asocia con la ausencia de dolor. Esta búsqueda nos lleva a una carrera desenfrenada por encontrar profesiones, trabajos y relaciones que nos demanden el menor esfuerzo posible para lograr una vida tranquila y plena. ¡Pero qué equivocados estamos!

Felicidad y sufrimiento son dos caras de la misma moneda.

La realidad es que la felicidad y el sufrimiento no son polos opuestos, sino que se complementan. De hecho, una persona que ha experimentado el dolor puede apreciar con mayor intensidad los momentos de alegría.

Un ejemplo claro lo encontramos en el apóstol Pablo, un hombre que sufrió prisiones, persecución, linchamientos, críticas, desprecio, deslealtad de sus hermanos, hambre y muchas otras necesidades por causa del Evangelio. En medio de todo su sufrimiento y duras pruebas, su perspectiva ante el dolor era el contentamiento.

En Filipenses 4:11-13 encontramos, “He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

El contentamiento que Pablo experimentaba estaba basado en que tenía confianza en la soberanía y la bondad de Dios. Esta confianza produce el fruto de gozo, paz y acción de gracias en la vida del creyente, independientemente de las circunstancias externas.

Nuestra fortaleza en medio del dolor la podemos llamar contentamiento.

Es por eso que, a pesar de las situaciones difíciles que enfrentaba, Pablo podía afirmar: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13).

La base de su contentamiento era Cristo mismo. De Él proviene nuestra seguridad, nuestra confianza y nuestra fortaleza para resistir las duras pruebas que nos presenta la vida.

¿Cómo respondemos ante situaciones difíciles tales como,

Un jefe insoportable.
Escasez económica.
Una enfermedad.
La traición de un amigo.
Una injusticia.
Un matrimonio difícil?

Si nuestra respuesta ante estas circunstancias dolorosas es la queja, la murmuración, la falta de fe, la desconfianza, la tristeza o la amargura, es necesario que comencemos a practicar el contentamiento.

Solo así el sufrimiento se convertirá en nuestro aliado y no en un enemigo que constantemente queremos evadir.

¿Cómo crecer en la disciplina del contentamiento?

1. Evalúa tu vida: El contentamiento no tiene que ver con un cambio de circunstancias, sino con un cambio de actitud. El sufrimiento expone esos males profundos que necesitan ser tratados en nuestro interior así que permite que el Señor examine tu corazón y te sane de la queja y la insatisfacción, para que en cambio produzca en ti el fruto de la paz.

2. Confía en el Señor: En medio de esa situación difícil que estás pasando, confía en la promesa de la presencia de Dios a tu lado. Pide el don de la fe para que descanses en su cuidado y amor. El dar gracias a pesar de las circunstancias se llama vivir en contentamiento pues le entregamos a Dios nuestra vida y cuando hacemos esto veremos que Él es bueno y que lo que experimentamos tiene resultados que terminan a nuestro favor.

3. Afirma tu vida en Cristo quien es la fuente de tu contentamiento: En Él podemos encontrar gozo a pesar de la circunstancia que estemos viviendo. ¡Él es suficiente!

David, viviendo momentos muy difíciles compuso el Salmo 55: 1-5, 22.

“Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica. ¡Óyeme y respóndeme,
porque mis angustias me perturban!
Me aterran las amenazas del enemigo y la opresión de los malvados, pues me causan sufrimiento y con furia me atacan.
Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invaden los terrores de la muerte.
El temor y el temblor me dominan, el pánico se apodera de mí…
Entrégale tus afanes al Señor y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre.”

Cuando nuestros ojos están puestos en Él, podemos encontrar gozo y paz en medio de las tormentas de la vida.

Cuando miramos el sufrimiento a través del lente del contentamiento, no solo tendremos una actitud renovada y liberadora, sino que nuestro corazón se transforma al permitir que la bondad de Dioss sea suficiente.

El contentamiento no es una resignación pasiva al sufrimiento, sino una actitud activa de confianza y fe en Dios, quien nos permite tener gozo y paz incluso en las circunstancias más difíciles.

Repitamos en voz alta las palabras de Pablo en Filipenses 4:11-13,

“he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

¡Cuando dice todo, es todo, no se escapa nada que no podamos!

Pablo escribió estas palabras estando en prisión en Roma así que memoriza estas palabras, toma ánimo y confía en Dios hoy más que nunca.

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