Es Tiempo de Conectar, septiembre 29
La Noche Oscura del Alma.
La Noche Oscura del Alma es un poema escrito en el siglo XVI por San Juan de la Cruz quien nos dice que “nuestro corazón tiene capacidad infinita, por eso no se llena con menos que con Dios. Podemos tener todos los bienes del mundo, pero si nos falta Jesús, nada vale la pena. Puede faltarnos todo lo demás, pero si tenemos a Jesús, tenemos lo principal.”
A lo largo de la vida pasamos por muchos momentos que se tornan en noches oscuras para el alma.
David fue uno que plasmó este sentir en el Salmo 13:1-2, diciendo:
«¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando?
¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?
¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día?
¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando?»
Estas son preguntas existenciales llenas de lágrimas que hace David.
Esos «¿hasta cuándo?» se transforman en oraciones empapadas de lágrimas, que nublan la visión de un futuro seguro.»
¿Hasta cuándo esta relación dañina que me consume?
¿Hasta cuándo mis preguntas sin una respuesta concreta?
¿Hasta cuándo sufriré la ausencia de un ser querido?
¿Hasta cuándo este empleo que me hace infeliz?
¿Hasta cuándo esta enfermedad?
¿Hasta cuándo las finanzas malsanas que me consumen pagando intereses altos?.
En medio de dudas y desolación, las lágrimas se convierten en el pan de día y de noche, y la pregunta que nos hacemos es: «¿Dónde está Dios? ¿Acaso me has abandonado?».
A pesar de buscarlo, no logras verlo, ni escucharlo, ni sentirlo y las oraciones se convierten en pesada carga donde las palabras no fluyen como antes, no hay una nueva canción para Él, ni declaraciones de «te amaré con todas mis fuerzas, con toda mi alma y con todo mi corazón.»
Pero es en estos momentos donde creemos que Dios está más lejos, donde Él se encuentra más cerca.
Como dice C.S. Lewis: «Dios nos susurra a través de la creación, nos habla a través de las Escrituras y nos grita a través del sufrimiento» (C. S. Lewis).
¿Dónde está Dios? Ahí, justo a tu lado, es que el corazón quebrantado es el lugar ideal para el trabajo del Alfarero que está forjando el carácter de Jesús en sus hijos.
El Salmo 34:18 dice, “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido.”
Acércate a Dios, sigue insistiendo, no te des por vencida, y espera porque Él es compasivo.
“Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas.” (Salmo 147:3).
Tu dolor en manos del Señor tiene propósitos y después de todo vas a ser una mejor persona y vas a decir, bueno es haber pasado por ese proceso.
Nuestros fracasos, nuestras luchas, nuestras experiencias se tornan en bendición y Dios las usa para edificar a otros. Él convierte nuestras heridas en cicatrices que dan esperanza y ánimo a los que las ven.
Nuestro sufrimiento no es una señal de que lo vamos a perder todo sino una oportunidad para ser mejores personas y, lo más importante, es una oportunidad de crecimiento para animar a otros cuando ellos estén pasando por su propio sufrimiento.
En medio de las lágrimas y los problemas, Él está ahí, a nuestro lado, nos sostiene y nos guía hacia una nueva temporada.
Jesús,es nuestro mayor ejemplo quien siendo el Hijo de Dios, sufrió en la cruz de tal manera que murió para darnos a nosotros vida y liberarnos del pecado y de la separación eterna de DIos. pasó por un sufrimiento tan grande que lo llevó a la muerte. ¡Qué sacrificio!
Nuestra esperanza firme es que un día se removerán definitivamente los efectos del mal y Dios mismo secará nuestras lágrimas.
Y para terminar este tema sobre el sufrimiento del que hemos hablado estos tres últimos días, leamos Isaías 53:1-7, Los Sufrimientos del Mesías:
“¿Quién ha creído nuestro mensaje? ¿A quién ha revelado el Señor su brazo poderoso?
Mi siervo creció en la presencia del Señor como un tierno brote verde, como raíz en tierra seca.
No había nada hermoso ni majestuoso en su aspecto, nada que nos atrajera hacia él.
Fue despreciado y rechazado: hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo.
Nosotros le dimos la espalda y desviamos la mirada; fue despreciado, y no nos importó.
Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios, ¡un castigo por sus propios pecados!
Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados.
Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz; fue azotado para que pudiéramos ser sanados.
Todos nosotros nos hemos extraviado como ovejas; hemos dejado los caminos de Dios para seguir los nuestros.
Sin embargo, el Señor puso sobre él los pecados de todos nosotros.
Fue oprimido y tratado con crueldad; sin embargo, no dijo ni una sola palabra.
Como cordero fue llevado al matadero. Y como oveja en silencio ante sus trasquiladores,
no abrió su boca.”
Señor gracias por incluirme y morir por mí en la cruz, recibo hoy tu perdón y tu sanidad, nadie ha hecho esto por mí! Te amo!
Si esta reflexión ha hablado a tu vida, déjanos tu comentario, comparte con otros y suscríbete al canal. Dios te bendiga.