Es Tiempo de Conectar, abril 008
La pregunta de los discípulos
«Para el que cree todo es posible.» —¡Sí, creo! —exclamó de inmediato el padre del muchacho—. ¡Ayúdame en mi falta de fe! (Marcos 9:23-24)
Este pasaje nos revela varias cosas importantes: el poder y la autoridad divina de Jesús, su compasión hacia el sufrimiento humano y el proceso de aprendizaje constante de sus discípulos.
La escena comienza en medio del caos: una multitud alterada, los líderes religiosos discutiendo, y los discípulos confundidos. En medio de ese ambiente, aparece un padre desesperado, buscando ayuda para su hijo, quien sufre por causa de un espíritu maligno que lo atormenta gravemente. El padre ya había acudido a los discípulos de Jesús, pero ellos no lograron liberarlo.
Este momento resalta tanto la necesidad humana como la impotencia humana sin la presencia y el poder de Jesús. Y a la vez, prepara el terreno para una demostración de fe, enseñanza y compasión.
Jesús confronta al espíritu inmundo que aflige al muchacho, un duro recordatorio de las fuerzas espirituales que pueden oprimir y dañar a la humanidad. El término “espíritu inmundo” se utiliza para enfatizar su influencia corruptora y contaminante, mientras que otros pasajes hacen referencia a los “espíritus malignos” como aquellos que se oponen activamente a los propósitos de Dios. Ambos están bajo la autoridad de Jesús y Su capacidad para expulsarlos demuestra Su poder incomparable sobre las fuerzas espirituales, trayendo sanidad y restauración.
El grito del padre: «Creo, ¡ayúdame a vencer mi incredulidad!» Es una de las oraciones más sinceras de las Escrituras. Revela un corazón atrapado entre la fe y la duda, que anhela que Jesús intervenga, pero no está seguro de cómo confiar plenamente. Su autenticidad resuena en cualquiera que haya luchado por confiar completamente en Dios.
Jesús responde no con juicio sino con compasión, sanando al muchacho y demostrando que incluso un grano de mostaza de fe puede mover montañas cuando se dirige hacia Él.
La pregunta de los discípulos
Después, los discípulos preguntan en privado por qué no pudieron expulsar el espíritu. Jesús responde: “ Esta clase de demonios sólo puede ser expulsada a fuerza de oración” (Marcos 9:29).
Esta respuesta apunta al proceso continuo de su aprendizaje. Los discípulos, aunque llamados y capacitados por Jesús, todavía estaban aprendiendo la profundidad de la confianza en Dios a través de la oración y la fe. Fue una lección de humildad, dependencia y eventual crecimiento espiritual, recordatorios de que incluso aquellos más cercanos a Jesús necesitaban tiempo para comprender plenamente su misión y poder.
Puntos clave
La autoridad de Jesús es absoluta
Los espíritus inmundos y malignos no son rival para el poder de Jesús. Él restaura lo que está roto y vence todas las fuerzas que se oponen al reino de Dios.
La fe auténtica lucha con la duda y la creencia
La exclamación del padre nos recuerda que no hay nada de malo en luchar con la duda. Lo que importa es llevar nuestras luchas a Jesús y confiar en que Él fortalecerá nuestra fe.
La oración es esencial
Jesús enseña a los discípulos —y a nosotros— que ciertos desafíos requieren una profunda dependencia de Dios a través de la oración. El poder espiritual proviene de una vida arraigada en la oración y la confianza en Él.
Reflexión
Como aprendices de Jesús, todavía estamos aprendiendo a confiar plenamente en Él y a depender de Su poder en lugar del nuestro. Este pasaje nos invita a llevar nuestras dudas y luchas a Jesús, sabiendo que Él nos encuentra con compasión y comprensión. También nos llama a profundizar nuestra vida de oración, reconociendo que el verdadero poder espiritual solo fluye de una relación íntima con Dios. No haremos mayores cosas para Dios si no pasamos más tiempo con Él en oración.
Oración
Señor, creo, ayuda mi incredulidad. Fortalece mi fe y enséñame a confiar en Ti en cada situación. Recuérdame que Tu poder y autoridad son incomparables, y ayúdame a enfrentar cada desafío con oración y confianza. Hazme un aprendiz fiel, que crezca en humildad y dependencia de Ti. Amén.
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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global