
Es Tiempo de Conectar, abril 028
Las manos y el costado
“Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo». Mientras hablaba, él les mostró sus manos y sus pies. Aun así, ellos seguían sin creer, llenos de alegría y asombro.
Entonces les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?». Le dieron un pedazo de pescado asado, y él lo comió mientras ellos miraban. Entonces dijo: «Cuando estaba con ustedes antes, les dije que tenía que cumplirse todo lo escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos».
Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras, También se escribió que este mensaje se proclamaría con la autoridad de su nombre a todas las naciones, comenzando con Jerusalén: “Hay perdón de pecados para todos los que se arrepientan”. Ustedes son testigos de todas estas cosas.” Lucas 24:39-45,47-48
La resurrección no borra el sufrimiento, sino que le da sentido. El discipulado bajo Jesús no es una teoría, cuesta, es real y la prueba son las cicatrices del Maestro.
Reflexión:
“Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean…” Lucas 24:39.
Jesús resucitado no oculta la cruz y muestra sus heridas. No lo hace como símbolo del horror que experimentó, sino como evidencia viva, como prueba de que la resurrección no es una idea filosófica ni un concepto abstracto, sino una realidad encarnada. Las marcas del sufrimiento no fueron borradas, sino redimidas. Jesús no nos dice: “Olviden lo que pasó”, sino: “Miren lo que ha sido transformado.”
Esta es la manera cómo entrena al verdadero discípulo, no solo para que piense como el Maestro, sino para seguirlo, cueste lo que cueste.
El costo del aprendizaje
En Zacarías 13:6 leemos una profecía del sufrimiento del Mesías escrita por Zacarías más o menos en los años 520–518 a.C
“Y si alguien pregunta: “¿Entonces qué de esas heridas en tu pecho?”. Él responderá: “¡Me hirieron en casa de mis amigos!.”
La revelación profética de Zacarías anticipó el día en que el Mesías llevaría heridas, no ocultas, sino visibles, heridas sagradas que no avergüenzan. Siglos después estas mismas heridas van a afirmar la fe de los apóstoles y pagarían su lealtad con sus propias vidas.
• Pedro: crucificado cabeza abajo
• Andrés: crucificado en Acaya
• Tomás: atravesado con lanzas en la India
• Santiago: ejecutado a espada en Jerusalén
• Pablo: decapitado en Roma
¿Qué vieron en sus manos y en su costado que los hizo estar dispuestos a morir?
Vieron que la resurrección era real, no sólo como teología, no sólo como esperanza, sino como una realidad encarnada.
Discipulado en el Reino es más que una ideología.
Aprender con Jesús no es algo teórico que se aprende en un salón de clase. Es una entrega de vida, guiada por un Maestro que enseña no sólo con palabras, sino sobre todo con el ejemplo de la cruz. Por eso, los argumentos puramente intelectuales sobre la vida eterna no bastan. Las ideas filosóficas pueden interesar la mente, pero no sostienen el alma cuando llega el dolor.
Jesús ofrece algo diferente: “Tócame y mírame.”
Él nos ofrece una prueba viva, una fe que lleva cicatrices, una gloria que conserva heridas, y una esperanza que ni la muerte puede apagar.
Puntos clave:
Quiero que te preguntes:
1. ¿Crees en algo más fuerte que la muerte?
2. ¿Seguirías a Jesús si te costara tu reputación, tu comodidad, tu vida?
3. ¿Seguirías llamándolo Rey si te pidiera que mostraras tus propias cicatrices?
Jesús de ninguna manera manipula sino que mostrando sus manos y su costado muestra el precio, diciendo: «Si, soy yo».
El corazón del cristianismo no es sólo creer en un Salvador resucitado, sino de seguir y aprender de un Rey que lleva heridas.
Oración de Restauración:
Jesús, tú mostraste tus cicatrices a quienes amaste, no con el fin de horrorizarlos, sino para demostrar que el amor soporta incluso la muerte. Por favor fórmame en ese amor, que mi fe no esté basada en tradiciones religiosas, en opiniones ni teorías, sino en el poder de tu resurrección. Quiero seguirte no porque es fácil y conveniente, sino porque eres verdadero. Amén.
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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global