Es Tiempo de Conectar, mayo 013

Manos limpias y un corazón puro

“¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su Lugar Santo? Solo el de manos limpias y corazón puro…” Salmo 24:3-4 “

“Siempre que entren en la Tienda de reunión, o cuando se acerquen al altar y presenten al Señor alguna ofrenda puesta al fuego, deberán lavarse con agua.…” Éxodo 30:20

Las prácticas de santidad nos preparan para acercarnos a Dios. El aprendizaje significa someterse a hábitos o disciplinas que nos moldean mucho después de que creemos haberlas dominado.

La presencia de Dios no es algo casual. Es santa, y Dios siempre ha llamado a Su pueblo a acercarse con reverencia, preparación y humildad. Nos puede parecer extraño el lavado de manos y pies, pero estos rituales no se hacían por cuestiones de higiene sino que tenían que ver con la actitud y la disposición de Su Pueblo.

¿Dónde han estado tus manos y tus pies?
Es fácil identificar al rebelde que desafía cada orden. Pero ¿somos acaso diferentes cuando ignoramos las prácticas de preparación? El rebelde rechaza la orden y cuando la rechaza en silencio puede ser mucho más peligroso.

¿Dónde han estado tus manos ocupadas en cosas que no son de Dios?
¿Adónde te han llevado tus pies que comprometen la santidad?
¿Has entrado en la presencia de Dios sin detenerte a lavarte?

Jesús se inclinó para lavar los pies de sus discípulos no solo para modelar humildad, sino para enseñar que quienes pertenecen al Reino nunca dejan de prepararse. Saben que necesitan ser purificados y aceptan las instrucciones del Maestro para entrar en Su presencia santa.

Los aprendices pueden cuestionar las herramientas que se les dan, pero las usan con obediencia hasta que comprenden su verdadero valor, y cuando lo hacen, no las sueltan.

La santidad no es un sentimiento; es una alineación interior con Dios, y requiere práctica, formación y un proceso constante de transformación.

El aprendizaje exige práctica continua
Es fácil engañarnos y creer que ya somos maduros y que nuestro proceso formativo ha terminado. Por qué seguimos entonces practicando:

La lectura de la Biblia
Las oración
La adoración en la Iglesia
La participación en la Sagrada Comunión

O por qué también seguimos practicando actos de confesión tales como:

Lavarnos en la Sangre de Jesús
Ayunar
Perdonar
La reconciliación
El descanso

Estas son las habilidades ocultas de lo que podríamos llamar la artesanía sagrada. Debes practicarlas una y otra vez, hasta que den forma a tu alma. La actitud puede convertirse en un obstáculo, si se lo permites.

Los aprendices que llegan a ser verdaderos practicantes no se detienen cuando entienden la lección; continúan con la práctica mucho después de haber comprendido su valor. Porque la santidad se sostiene en la devoción constante, no solo en la comprensión intelectual.

¿De quién son las expectativas que estás satisfaciendo?
La santidad es la invitación que nos hace Dios para conocerlo tal como es.
«Sed santos, porque yo soy santo».
No dice que seamos impecables, sino apartados, preparados y limpios.

No somos medidos con los estándares del mundo sino que somos atraídos a la presencia de un Dios santo que nos invita a venir con manos limpias y un corazón dispuesto. Si resistimos a algo tan pequeño es probable que resistamos de otras maneras.

Como personas de integridad espiritual no nos apresuremos a dejar pasar este momento de preparación.

Te están preparando; no es una actuación, es una preparación.
La limpieza de manos y pies puede parecer un ritual antiguo, pero es la práctica de encuentros sagrados.
Tengo presente que me estoy preparando para ascender a la montaña. Limpia mis manos, guía mis pies y prepara mi corazón para lo que estás construyendo.

Puntos claves:
¿En qué áreas te resistes a las prácticas espirituales porque las sientes repetitivas o anticuadas?

¿Física o espiritualmente, dónde han estado tus manos y tus pies sabiendo que necesitan ser limpiados?

¿Qué pasa si el próximo movimiento de Dios en tu vida requiere que primero bajes tu cabeza?

Los obreros más capacitados en el Reino son a menudo los que están dispuestos a arrodillarse y lavarse.

Oración de restauración:
Señor, limpia mis manos y prepara mi corazón. Enséñame a tomar en serio las prácticas que me preparan para encontrarme contigo. Perdóname por entrar a los lugares santos con indiferencia. 

Conviérteme en alguien que sepa arrodillarse, lavarse y esperar. Quiero encontrarme contigo en tu montaña, no con orgullo, sino con pureza. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

 

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