Es Tiempo de Conectar, junio 008

El fuego vuelve a descender

«Cuando llegó el día de Pentecostés… todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar…» (Hechos 2:1, 4)

«La nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria del Señor llenó el Tabernáculo.» —Éxodo 40:34

«Los sacerdotes no podían realizar su servicio a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba su templo.»—1 Reyes 8:11

«Entonces el Señor descendió al monte Sinaí… y el fuego ardió sobre ella». —Éxodo 19:18

El fuego desciende de nuevo, no sobre montes o edificaciones, sino sobre personas. La Morada de Dios ahora descansa en los corazones de los creyentes, empoderando a una comunidad santa para convertirse en el nuevo Tabernáculo de testimonio, adoración y transformación con impacto global. 

Esto significa que ya vivimos plenamente el pacto, si un nuevo pacto, donde se enciende, irrumpe, la renovación de la creación.

Pentecostés no es nuevo sino que hace parte del ordenamiento divino: antes hubo fuego, nube, gloria y morada y se vuelve a repetir.
La presencia de Dios siempre ha descendido:

En el Monte Sinaí, en fuego y trueno (Éxodo 19)
En el Tabernáculo, llenando la tienda de gloria (Éxodo 40)
En el Templo de Salomón; algo tan abrumador que los sacerdotes no podían mantenerse en pie (1 Reyes 8)
Y ahora, en el Aposento Alto, llamado también Cenáculo, el fuego desciende de nuevo.

Solo que esta vez, no envuelve una montaña.
No llena ninguna tienda o tabernáculo.
No satura el Lugar Santo separado dentro de un templo hecho de piedra.
Esta vez, Recae sobre personas.

El fuego sagrado ahora habita corazones y almas.
Convierte a aquellos que creen en la morada de Dios.

La morada de Dios se convierte en algo personal
Es Shekinah, la misma presencia manifiesta de Dios, y en Pentecostés, la Shekinah ya no descansa sobre o en medio de un lugar específico llamado el lugar santísimo. Ahora descansa dentro y entre nosotros.

Jesús lo prometió diciendo: «Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos…” Hechos 1:8.

Jeremías lo previó: «Haré un nuevo pacto… Pondré mi ley dentro de ellos…Jeremías 31:33

Ezequiel lo explicó: » Infundiré mi Espíritu en ustedes…” Ezequiel 36:27
Ahora, el pacto eterno de Dios pasa de unas tablas de piedra a corazones humanos, no para abolir la santidad, sino al contrario, para activarla.

Perfeccionar al creyente y a la comunidad
Imagina una santidad que no es solo personal, sino comunitaria. Pentecostés formó no solo testigos individuales, sino una congregación del Nuevo Pacto, un pueblo santo, llamado a llevar el fuego al mundo. El Espíritu no fue dado para decorar la Iglesia, sino que vino para perfeccionarla.

La santidad se convirtió no solo en una búsqueda, sino en una presencia, moldeando el carácter, encendiendo la misión y expandiendo el Reino de una manera que ningún tabernáculo o templo podría hacerlo.

La creación comienza a cambiar
Pablo dice en Romanos 8: » La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios…Romanos 8:19

Pentecostés marca no sólo la renovación de los creyentes, sino el comienzo de la restauración de toda la creación. El mismo Espíritu que se movía sobre las aguas en Génesis ahora se cierne sobre un pueblo renovado, llamándolos a hablar, sanar, edificar y encarnar el Reino en territorio enemigo.

Esto no es un mero empoderamiento espiritual, es una activación cósmica.

Preguntas claves:
¿Has considerado que Pentecostés es la culminación del recorrido de la morada de Dios a lo largo de toda la Escritura?
¿Estás viviendo como portador del fuego de Dios, no solo en palabras, sino en acciones concretas?
¿Qué significa para ti ser parte de un pueblo apartado para Dios y enviado al mundo como portador de Su presencia?
Oración de Restauración:
Santo Dios, lo que comenzaste en el Sinaí, lo que mostraste con nube y fuego, ahora lo has derramado en mi corazón. Lléname de nuevo. Hazme santo. No solo para mí, sino que crea en mí un apetito por la santidad como siervo del Nuevo Pacto, por mi familia, por mis vecinos y por la sanación de la creación. Permíteme ser portador de Tu fuego con fidelidad, con reverencia, coraje y alegría. No tengo miedo. Estoy listo. El fuego ya ha caído, que yo permita que arda en mí. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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