Es Tiempo de Conectar, junio 011

La Iglesia Crece en Unidad

«Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados, y muchas maravillas y señales se realizaban por medio de los apóstoles.

Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. Vendían sus propiedades y bienes, y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. Todos los días se reunían en el templo, partían el pan en sus casas y compartían con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y disfrutando de la simpatía de todo el pueblo.» Hechos 2:42-47.

Imagina vivir en un lugar donde no importa quién eres o de dónde vienes, todos son bienvenidos y todos se cuidan mutuamente.

¡Eso es lo que pasó entre los primeros cristianos! Y todo esto no fue casualidad. Fue el Espíritu Santo quien los unió de una manera tan poderosa que no solo compartían bienes, sino también corazones. ¡Qué hermoso es ver cómo el amor puede transformar una comunidad!

El Espíritu Santo te llama a ser parte de algo mucho más grande, algo donde todos tienen el mismo deseo de conocer y crecer y que se necesitan mutuamente. Así como en un cuerpo, cada parte es esencial.

¿Alguna vez has sentido que no encajas, que no eres importante?
Pues quiero decirte que eres crucial. Sin ti, la comunidad pierde una parte fundamental. Todos necesitamos de todos. El Espíritu Santo te invita a ser parte de esa familia donde no solo te encuentras a ti mismo, sino también a los demás.

En Conectar Global contamos con una plataforma digital que ofrece una amplia variedad de recursos para el crecimiento espiritual. A través de ella, hemos alcanzado a más de 50,000 personas en todo el mundo.

Nuestro anhelo no es que se queden solo en el entorno virtual, sino que cada persona se conecte con una comunidad de fe y descubra un lugar donde servir. Porque el Espíritu Santo no solo viene a consolarnos, sino a enviarnos con propósito a la misión.

«Todos los creyentes estaban unidos de corazón y mente. Consideraban que sus posesiones no eran propias, así que compartían todo lo que tenían.» Hechos 4:32 (NTV)

La Iglesia primitiva no creció por estrategia humana, marketing o estructuras. Creció porque estaba unida en el Espíritu, comprometida con el propósito de Cristo, y movida por una profunda generosidad y amor mutuo.

No todos pensaban igual, venían de contextos diversos. Pero había algo más fuerte que sus diferencias: el evangelio los había transformado. Y esa transformación se reflejaba en cómo vivían: oraban juntos, compartían sus recursos, y testificaban con valentía. Cada miembro entendía que no estaba solo, sino que era parte de un cuerpo.

Lo que más impactaba a los de afuera no era solo el mensaje, sino la forma en que vivían el mensaje.

Preguntas claves:
¿Con quién estás caminando tu fe? La iglesia no es un edificio, es una comunidad con propósito.

¿Vives con un corazón abierto a compartir, orar, servir y animar a otros?
¿Estás alineado con el propósito del Reino, o solo buscando tu propia conveniencia?

Unidad no es que seamos todos iguales, pensemos igual, que tengamos los mismos gustos pero sí un compromiso con algo más grande que uno mismo. Cuando una iglesia está unida en propósito, en Jesús, su misión y su amor, el mundo no puede ignorarla.
Oración:
Señor, haznos una iglesia como la de Hechos: viva, generosa, valiente y unida. Danos un mismo corazón y una misma pasión por Ti. Que no busquemos lo nuestro, sino tu Reino. Haznos luz en medio de un mundo dividido. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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