Devocional 010 julio

Es Tiempo de Conectar, julio 010

Aunque el valle es real, Su presencia es más real

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmo 23:4

En estos días marcados por calamidades a causa de las inundaciones en distintos lugares, como lo ocurrido recientemente en Texas y, más cerca de nosotros, en las afueras de Medellín, en las cuales muchas personas inocentes han perdido la vida por crecientes súbitas. Ante situaciones como estas, es inevitable que surjan muchas preguntas.

Lo cierto es que el valle de sombra y de muerte es una realidad que, tarde o temprano, todos atravesamos. Pero la buena noticia es que ese valle no es el final del camino.

¿Quién era David cuando escribió el Salmo 23? No era un joven pastor inexperto ni un rey recién coronado. Muy probablemente era un hombre maduro, con años de liderazgo, batallas, persecuciones y momentos con Dios.

La hermosura de este salmo sugiere que fue escrito después de haber atravesado valles, batallas, traiciones y también momentos de restauración. Era alguien que había probado la fidelidad de Dios en los momentos buenos y en los malos.

Pudo haber compuesto este salmo o esta canción, en momentos en que era perseguido implacablemente por el Rey Saúl haciendo que viviera como fugitivo por años, huyendo de alguien que lo quería matar, a pesar de su inocencia.

“Aunque ande en valle de sombra de muerte…” habla de alguien que ya pasó por ahí.

No dice “si ando en valle de sombra,” sino “aunque ande.” Es decir, los valles oscuros no son una posibilidad sino que son una realidad inevitable en la vida de todo creyente. Tarde o temprano, todos pasamos por momentos de enfermedad, una crisis familiar, una traición, una depresión, una decisión difícil, o una noche oscura del alma. Es todo aquello que parece quitarnos la vida por dentro donde la esperanza parece lejana y donde la sombra del dolor, la pérdida o el miedo nos quieren envolver.

Pudo haber compuesto este salmo en algún momento de su reinado, después de experiencias de traición o guerra o siendo rey, mirando hacia atrás y reconociendo que Dios había sido su pastor en todo momento.

David también conoció lo que significaba pasar por el valle de sombra y de muerte después de su adulterio con la hermosa vecina del palacio, Betsabé, y la restauración de Dios. El tono del salmo es de alguien que ha sido amado, perdonado y restaurado por Dios, no alguien perfecto.

“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite…”

En medio de un conflicto, de la escasez, de un futuro que parece incierto, Dios no solo nos defiende, sino que nos honra. Prepara una mesa, no en ausencia de enemigos, sino delante de ellos, mostrando que Su favor está sobre nosotros. Ungir la cabeza con aceite era señal de aprobación y de elección.

Dios no solo te sostiene en la prueba, te exalta en medio de ella. Su presencia convierte el lugar de angustia en un lugar de victoria.

Pero en medio de esa crisis, hay una certeza que nos sostiene: “No temeré… porque tú estás conmigo.”

Recuerda que Su presencia siempre hará la diferencia.
El Salmo no promete que no vamos a pasar por valles, pero sí promete que no vamos a estar solos en medio de ellos. El temor se desvanece cuando reconoces quién camina contigo.

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo… no te anegarán.” Isaías 43:2.
Es probable que la presencia de Dios no cambie inmediatamente las circunstancias por las que estás pasando, pero siempre transforma tu perspectiva.

Él no se queda mirando de lejos sino que camina a tu lado, te guía con su cayado, te defiende con su vara y te anima en medio del ruido.

Aplicación práctica: ¿Cómo vivir sin temor en medio del valle?
Recuerda quién es tu Pastor.

No estás solo ni desamparado. Eres guiado por un Dios fiel.
Reconoce la sombra en la que andas.

La sombra es real, pero no tiene más poder que la luz que te acompaña.
Aférrate a su Palabra y a su presencia.

En tiempos de oscuridad, Dios no siempre razona pero siempre acompaña.

Oración
Señor, gracias porque no me dejas abandonado en el valle. Aunque no vea con claridad, confío en que estás conmigo. 

Ayúdame a caminar sin miedo, a escuchar tu voz en medio de la sombra, y a descansar en tu fidelidad. Que tu vara me corrija, que tu cayado me guíe, y que tu amor me sostenga. Hoy decido no temer… porque tú estás aquí. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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