Devocional 024 julio

Es Tiempo de Conectar, julio 024

Nuestras ciudades necesitan intercesores

“Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie.” Ezequiel 22:30.

Las ciudades tienen memoria, los que tienen intereses económicos, sociales y políticos tienen memoria. Hay una historia y hay intereses detrás de las luces, los negocios, los turistas y los eventos.

Es desafortunado ver que en muchas ciudades del mundo, la belleza arquitectónica y natural conviven con la decadencia moral. La actividad comercial prospera mientras la dignidad humana se desgasta. Y en medio de todo eso, Dios es conciente de todo lo que ocurre y le duele el pecado de la ciudad sin embargo Él busca intercesores.

Vivo junto con todo el equipo de Conectar Global en la ciudad de Medellín, una ciudad con hermosura geográfica que atrae a millones de visitantes durante el año. En este momento se prepara para dos grandes eventos, uno relacionado con la moda y la tradicional Feria de las Flores.

Rodeados de fiestas, tráfico sexual, drogadicción, vanidad y desespero disfrazado de libertad, Dios no se queda pasivo, sabe muy bien que las fuerzas de maldad están detrás y busca intercesores, personas que no se conformen con mirar, sino que se levanten en oración.

No se necesita un micrófono o una plataforma sino un corazón alineado con el de Dios y una vida dispuesta a clamar en secreto.

¿Nos quejamos o más bien intercedemos cuando vemos el pecado de la ciudad?

Es fácil hablar de la decadencia, del desorden y del libertinaje pero es más difícil detenerse, llorar, orar y considerar hacer algo.

Los tiempos del profeta Ezequiel no son tan distintos a los nuestros pues es el mismo ser humano lleno de pasiones, desordenado y sin Dios, y Dios le mostró la maldad de su pueblo, pero también dejó en claro que lo que Él buscaba no era solo cambios sino alguien que se parara firme, que se pusiera en la brecha. Alguien que levantara un vallado espiritual. Un muro de oración. Una barrera de misericordia.

En términos generales, ponerse en la brecha implica:
Pararse en el espacio que hay entre la destrucción y la esperanza.
Llorar delante de Dios por lo que sucede, y pedir que Su misericordia alcance a los adictos, los que están lejos.

Orar por alguien, pidiendo por su bienestar o por la solución de sus problemas.
Tomar una postura firme a favor de algo o alguien, enfrentando críticas o ataques.

Comprometerse activamente para lograr un objetivo, incluso si esto implica sacrificio.

Tomar la iniciativa y asumir la responsabilidad en momentos difíciles.
Intervenir para buscar soluciones y reconciliación.

Ese llamado sigue vigente hoy. Nuestras ciudades necesitan algo más que activismo, necesitan oración.

Mientras muchos se entregan al pecado, otros debemos estar de rodillas, clamando para que la luz no se apague. No se trata de números, sino de disposición. Dios puede usar a una sola persona para encender un fuego espiritual en medio de la oscuridad. ¿Serás tú?

Desde los tiempos de crisis, de violencia, de narcotráfico recordamos Romanos 5:20: “Pero cuanto más se multiplicó el pecado, tanto más abundante fue la gracia.”

La oración tienen poder, no subestimes lo que pasa cuando oras por tu ciudad:
Dios mueve corazones endurecidos.

Cadenas invisibles comienzan a romperse.

Dios puede preparar encuentros, abrir puertas, restaurar vidas.

El ambiente espiritual cambia, aunque no lo veas inmediatamente.

Tu ciudad sentirá el impacto, tarde o temprano de que oraste.

Oración
Señor, aquí estoy. No quiero ser un espectador más, ni quedarme en la crítica o la indiferencia. Quiero pararme en la brecha por mi ciudad. Enséñame a orar con autoridad, con lágrimas y con amor. 

Que mi corazón se conduela con lo que a ti te duele. Que mi vida sea un canal de tu luz y tu poder. Levanta más intercesores en esta tierra. No permitas que el enemigo avance en su senda de destrucción. Aviva esta ciudad para ti. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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