
Es Tiempo de Conectar, julio 030
Cómo levantar una generación diferente
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” Proverbios 22:6
Ser papá no es solo dar techo, comida y educación. Ser papá es formar corazones, modelar carácter y reflejar a Dios en lo cotidiano. Es una tarea nada fácil, pero es una de las más prometedoras.
En medio del trabajo, de las luchas, del cansancio y las responsabilidades diarias, es fácil olvidar el propósito eterno que hay detrás de nuestra paternidad.
Por eso, hoy Dios nos recuerda que no fuimos llamados solo a criar sino que tenemos la inmensa bendición de impactar a la presente y las siguientes generaciones.
De las primeras cosas que debemos ser conscientes es que nuestro ejemplo es el mayor y más efectivo predicador.
Efesios 6:4 nos dice: “Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor.”
Nuestros hijos aprenden más por lo que ven que por lo que oyen. Si queremos que amen a Dios, necesitan ver que a pesar de que no somos perfectos, somos auténticos.
¿Oras con ellos? ¿Te escuchan pedir perdón? ¿Te ven tratar a los demás con humildad y respeto?
Además de corrección, nuestros hijos necesitan afecto y abrazos, palabras de afirmación y un espacio de gracia y de amor cuando fallan, lo cual es más valioso que mil reglas.
Hace algunos años, una amiga cercana de la familia al ver las luchas internas dentro de nuestro hogar, me hizo una pregunta que me sacudió: Juan, ¿ser cristiano no es ser coherente?
Esta pregunta me pegó un buen revolcón pues la verdad es que aunque no seamos perfectos, sí debemos luchar por practicar lo que predicamos.
Debemos ser intencionales y consistentes en la instrucción. Deuteronomio 6:6-7 nos anima:
“Estas palabras… las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino…”
La enseñanza espiritual no se deja solo para la iglesia, debe ser diaria, debe ser natural y debe ser lo más constante posible. En la mesa, en el auto, camino al colegio, antes de dormir.
Formar a nuestros hijos en la fe requiere intención.
Podemos protegerlos, orientarlos, guiarlos… pero no podemos estar con ellos en todas partes. Dios sí. Por eso, orar por ellos es una de las tareas más poderosas que tenemos como padres.
Nuestros hijos no necesitan padres perfectos, necesitan padres presentes, humildes y llenos de Dios. No te frustres por lo que hiciste mal; comienza hoy a sembrar con fe. El impacto de tu paternidad va más allá de esta vida.
¿Cómo se levantan generaciones sin el temor de Dios?
1. Cuando no se hace énfasis en el verdadero fundamento de la vida, el cual es una relación personal y el conocimiento de la Biblia; les recuerdo a mis hijas que Dios no tiene nietos sino hijos.
2.Por falta de una formación intencional en el hogar
3. Cuando se reemplaza la reverencia por entretenimiento, y la verdad por opiniones.
4. Cuando la iglesia se vuelve irrelevante
5. Cuando se ignora que nuestros hogares enfrentan una guerra espiritual real por el corazón de cada generación
¿Qué podemos hacer como padres?
Modelar una fe real y auténtica.
Enseñar con amor y verdad, sin religiosidad.
Orar e interceder con fervor.
Escuchar y guiar con paciencia.
Practicar el regalo de la presencia.
No rendirnos, a pesar de que haya abismos generacionales. La promesa de Dios de bendecir a nuestras futuras generaciones es real.
Oración
Señor, gracias por el privilegio y la responsabilidad de afectar una nueva generación y ser padre. Dame sabiduría para guiar, humildad para pedir perdón, y amor para formar con gracia. Ayúdame a reflejarte en mi hogar. Que mis hijos te conozcan al ver cómo vivo, cómo hablo y cómo los amo. Amén.
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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global