Devocional 031 julio

Es Tiempo de Conectar, julio 031

La bendición que no trae tristeza

“La bendición del Señor enriquece a una persona y no añade ninguna tristeza.” Proverbios 10:22

Pasar de maldición a bendición es un proceso profundamente espiritual, pero también práctico, y se basa en lo que Dios ha hecho por nosotros a través de Jesucristo.

“Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vana que heredaron de sus antepasados. No fue pagado con oro ni plata, los cuales pierden su valor, sino que fue con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha.” 1 Pedro 1:18-19

La frase «una vida vana que heredamos de nuestros padres» se refiere a la idea de que a menudo las personas siguen patrones de comportamiento o estilos de vida que aprendieron de sus padres, incluso si esos patrones no son saludables o satisfactorios. La mayoría recibimos patrones generacionales que debemos identificar y buscar romper.

En la Biblia, los «frutos de la carne» se refieren a las acciones y actitudes que surgen de la naturaleza pecaminosa del ser humano, en oposición al fruto del Espíritu que proviene de Dios.

Estas obras de la carne se describen en Gálatas 5:19-21 como: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes. Quienes practican estas cosas, según la Biblia, no heredarán el reino de Dios.

Patrones tales como pecados ocultos, mentiras, infidelidad, adicciones, abuso, inmoralidad sexual. En muchas familias, ciertas actitudes destructivas se repiten por generaciones.

Violencia o falta de dominio propio. Gritos, maltrato verbal, físico o emocional como forma “normal” de comunicarse. Esto crea hijos heridos que repiten lo mismo con sus futuras familias.

Ausencia emocional o abandono. Padres presentes físicamente, pero ausentes emocional o espiritualmente. Este patrón genera inseguridad, baja autoestima y temor a confiar en otros.

Pobreza mental o económica. No solo falta de recursos, sino patrones de mentalidad de escasez, dependencia, falta de visión o miedo al cambio. Dios quiere renovar nuestra mente para que aprendamos a administrar, sembrar, trabajar y prosperar.

Religión sin relación, rituales y tradiciones sin profundidad e ir a la iglesia sin una vida transformada. Hijos que heredan fe superficial, pero no convicción profunda. Dios quiere una relación viva, no ritos vacíos.

Falta de propósito, generaciones sin dirección, sin metas claras, sin descubrir su llamado. Dios nos llama a romper la apatía espiritual y vivir con propósito.

¿Cómo se rompen estos patrones?
Reconociendo con humildad y sin excusas que existen y están ahí. Con arrepentimiento por haber repetido lo que estuvo mal. Renunciando en oración a todo lo que no viene de Dios. Afirmando la nueva identidad en Cristo: libres, perdonados, renovados. Caminando en obediencia diaria, creando una nueva herencia espiritual para futuras generaciones.

Salomón nos recuerda que cuando Dios bendice, no hay sombra detrás, no hay remordimiento, no hay dolor escondido. Su bendición enriquece el alma, no solo el bolsillo; fortalece relaciones, no las rompe; trae paz, no ansiedad.
La bendición de Dios es diferente.

Él no da algo “bueno” hoy para que te duela mañana. Sus regalos vienen envueltos en paz, propósito y plenitud duradera.

¿Cómo reconocer una bendición de Dios?
Te acerca más a Él.
No contradice Su Palabra.
Trae paz al corazón, no ansiedad.
No te cuesta tu integridad.
Puede bendecir también a otros, no solo a ti.

Hay cosas que el mundo llama “bendiciones” pero que terminan trayendo vacío, orgullo, división o incluso ruina espiritual.

Aplicación personal:
¿Estoy persiguiendo cosas que parecen bendiciones, pero que están robando mi paz?

¿Estoy dispuesto a esperar la bendición de Dios, en lugar de forzar la mía?
Oración:
Señor, enséñame a reconocer y valorar tus bendiciones verdaderas. No quiero riquezas que me alejen de Ti, ni logros que me cuesten el alma. 

Dame lo que viene de tu mano, lo que enriquece sin añadir tristeza. Y si algo no viene de Ti, ayúdame a soltarlo. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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