Es Tiempo de Conectar, agosto 011
Tierra de Oportunidades
“Este fue el informe que dieron a Moisés: «Entramos en la tierra a la cual nos enviaste a explorar y en verdad es un país sobreabundante, una tierra donde fluyen la leche y la miel…Sin embargo, el pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas.
¡Hasta vimos gigantes allí, los descendientes de Anac! Los amalecitas viven en el Neguev y los hititas, los jebuseos y los amorreos viven en la zona montañosa. Los cananeos viven a lo largo de la costa del mar Mediterráneo y a lo largo del valle del Jordán». Pero Caleb trató de calmar al pueblo que se encontraba ante Moisés. ¡Vamos enseguida a tomar la tierra! dijo. ¡De seguro podemos conquistarla!” Números 13:27-30
Cuando Dios prometió a su pueblo una tierra que fluía leche y miel, no les estaba ofreciendo solo un lugar bonito para vivir y descansar del desierto, les ofreció una tierra por herencia donde se podìan establecer, levantar sus familias y sobre todo adorar al Señor quien los sacó de la esclavitud en Egipto. Esa tierra representaba descanso, provisión y cumplimiento de su palabra.
Pero había un detalle: la tierra había que tomarla a la fuerza pues estaba habitada por gigantes, eran ciudades amuralladas y se enfrentaban con obstáculos que parecían imposibles de superar. Para algunos israelitas, esto fue motivo de desánimo e incredulidad, de temor y quisieron retroceder prefiriendo la seguridad falsa y aparente del desierto antes que enfrentar la batalla por una tierra que Dios había prometido a sus antepasados Abraham, Isaac, Jacob y de ahí en adelante.
La lección es clara: toda promesa grande de Dios vendrá acompañada de desafíos grandes. Los gigantes no son señales de que Dios se equivocó, sino evidencia de que lo que está delante es valioso y requiere fe. Si no hubiera resistencia, no sería necesario confiar.
Josué y Caleb vieron lo mismo que los demás, pero tuvieron una perspectiva diferente:
Le dieron más importancia a la promesa que al obstáculo.
Vieron el gran potencial y no los enemigos por vencer
Confiaron más en el Dios que los acompañaba, que en el enemigo que los esperaba.
Reconocieron que la abundancia prometida justificaba el esfuerzo de la conquista.
Recuerdo cuando Dios nos habló en el año 2016 por medio de Isaías 54:2-3, que dice:
«Ensancha el sitio de tu tienda y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda…”
No teníamos ni idea de que Dios nos iba a dar una oportunidad muy grande de hacer evangelización y enseñar la Palabra por medios digitales. En ese momento estábamos siendo fieles en lo que nos había puesto, algo también considerable.
La frase que Pablo escribió en Colosenses 4:3:
“Oren…para que Dios nos dé muchas oportunidades para hablar de su misterioso plan acerca de Cristo.»
Pablo pide a los creyentes que oren para que Dios le abra «puertas para la palabra», es decir, oportunidades para predicar el evangelio y dar a conocer el misterio de Cristo.
En otras palabras, Pablo está pidiendo que oren para que pueda tener éxito en su ministerio y llevar el mensaje de Cristo a más personas.
En nuestra vida, “la tierra que fluye leche y miel” puede ser un llamado a servirle en el ministerio, la construcción o la restauración de una familia, la libertad de una adicción, o una oportunidad empresarial y profesional que Dios nos ayuda a construir.
Los gigantes pueden tomar forma de miedos, incapacidad, escasez, críticas o ataques espirituales. Pero la clave sigue siendo la misma: creerle a Dios más que a nuestras circunstancias.
Aplicación práctica:
Reconoce la promesa: Escríbela y recuérdala.
Acepta el proceso: La conquista requiere pasos de fe y obediencia.
Enfrenta los gigantes: No huyas del desafío; enfréntalo con la certeza de que Dios pelea por ti.
Persiste: La abundancia está a la vista, no te dés por vencido.
Oración:
Señor, gracias por tus promesas de vida abundante. Ayúdame a ver los gigantes como oportunidades para que tu poder se manifieste. Dame fe para no retroceder, valor para obedecer, y perseverancia para conquistar lo que has preparado para mí. Amén.
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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global