
Es Tiempo de Conectar, septiembre 003
Tengamos un amor sincero
“El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien.” Romanos 12:9
La palabra sincero tiene una raíz muy interesante. Viene del latín sine cera, que significa “sin cera”. En la antigüedad, los comerciantes de cerámica deshonestos usaban cera para cubrir grietas en las vasijas y así venderlas como si fueran perfectas. Pero cuando se ponían bajo el sol, la cera se derretía y quedaba al descubierto la imperfección.
Por eso, una vasija “sincera” era aquella que no tenía nada escondido, que podía ofrecerse para la venta sin riesgos de reclamos.
Pablo nos dice que el amor cristiano debe ser así: verdadero, auténtico, limpio, sin apariencias, sin máscaras, sin dobleces.
Es fácil detectar a personas que se acercan con mucha amabilidad pero uno puede ver que hay algo detrás, algún interés.
No tengamos un amor de palabras bonitas mientras en el corazón hay resentimiento; no tengamos un amor interesado que espera algo a cambio; un amor superficial tapagrietas con gestos vacíos, sino un amor transparente y auténtico, nacido de un corazón que ha sido transformado por Cristo.
Jesús mismo nos dio el ejemplo perfecto. Su amor no fue un discurso, sino entrega hasta la cruz. Un amor que no escondió nada, cuando tuvo qué confrontar, lo hizo y se ofreció tal cual, completo, sacrificial y eterno.
Pablo en Corintios 13:13, el capítulo conocido como el capítulo del amor, dice: “Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.”
El apóstol Pablo escribe este capítulo en un contexto muy especial. La iglesia de Corinto estaba llena de dones espirituales y talentos, pero también de divisiones, orgullo y falta de madurez. Entre milagros, lenguas y conocimientos, Pablo interrumpe todo para mostrarles “un camino más excelente”: el amor.
Este pasaje nos recuerda que sin amor, todo lo que hacemos pierde valor. Podemos hablar con elocuencia, tener fe que mueve montañas, dar dinero a los pobres o incluso entregar la vida, pero si no hay amor, no sirve de nada (vv. 1-3).
El amor trasciende lo temporal. Los dones pasarán, la fe y la esperanza tendrán su cumplimiento, pero el amor nunca dejará de ser (vv. 8, 13).
Aplicaciones prácticas:
Ama sin máscaras, no finjas afecto; permite que tu amor refleje la obra real de Cristo en ti.
Revisa tu corazón y pregúntate si hay “cera” escondiendo grietas, falsedad, orgullo, envidia, conveniencia.
Sé una vasija sincera que vive de tal forma que tu amor pueda estar expuesto a la luz del sol sin que nada se derrita o quede en evidencia.
Oración:
Señor, enséñame a amar con sinceridad, sin fingimientos ni apariencias. Quita de mi vida toda “cera” que intenta tapar mis grietas y hazme una vasija en tus manos, íntegra, útil y llena de tu amor verdadero. Amén.
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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global