Devocional 012 septiembre

Es Tiempo de Conectar, septiembre 012

Ven y compruébalo tú mismo

“Felipe fue a buscar a Natanael y le dijo: ¡Hemos encontrado a aquel de quien Moisés y los profetas escribieron! Se llama Jesús, el hijo de José, de Nazaret. ¡Nazaret! exclamó Natanael. ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? Ven y compruébalo tú mismo le respondió Felipe.” (Juan 1:45-46).

Durante siglos, el pueblo de Israel había vivido con la expectativa del Mesías. Moisés había anunciado en Deuteronomio 18:15: “El Señor tu Dios levantará de entre tus hermanos un profeta como yo; a él deben escuchar.” Y los profetas en muchas ocasiones hablaron anticipadamente de un rey que iba a gobernar con justicia, que iba a ser un siervo sufriente, un libertador que traería paz y salvación que permitiría liberar de los enemigos opresores..

Los judíos esperaban a alguien que les restaurara, que les liberara de la opresión romana, que tuvieran un pacto renovado y que ellos pudieran volver a ser luz para las naciones.

Los profetas y todos los que esperaban al Mesías miraban hacia adelante, esperando lo que sucedería en 2.000, 1.500, 1.000, 500 o 100 años. En cambio, nosotros miramos hacia atrás, recordando lo que el Mesías ya hizo hace más de 2.000 años y cómo ese acontecimiento sigue marcando nuestra vida hoy.

Felipe acababa de encontrar justo lo que por generaciones los judíos estaban esperando, a Jesús, al Mesías y no pudo guardarlo para sí. Su primera reacción fue ir en busca de Natanael para decirle: “Lo encontramos”. 

Cuando alguien realmente descubre a Jesús, algo se enciende dentro de él y quiere compartirlo.

La respuesta de Natanael refleja lo que muchos piensan, tienen sus propios prejuicios, sus dudas, y su escepticismo. “¿Nazaret? ¿De allí puede salir algo bueno?” En otras palabras: ¿cómo algo tan grande puede venir de un lugar tan humilde? Y peor si le dicen que nació en un pesebre porque al no encontrar lugar en un hostal. ¿Qué clase de Rey es este?

Cuando le decimos a las personas con las que interactuamos que Jesús les ama, que Jesús es el camino la verdad y la vida, lo miran a uno como con escepticismo, pero la respuesta de Felipe es oro puro: no entra en debate, no discute, no trata de convencer con argumentos. Simplemente dice: “Ven y compruébalo tú mismo.”

Felipe entendió que la mejor forma de disipar las dudas no es con palabras, sino con un encuentro personal con Jesús. Nuestra tarea no es ganar discusiones, sino invitar a las personas a acercarse a Cristo, confiando en que Él mismo se revelará.

Te animo a que compartas a Jesús con sencillez, no necesitas tener todas las respuestas, basta con invitar: “Ven y ve.”

No te desanimes ante el escepticismo de la gente, habla de tu experiencia con Dios, cómo te llenó y sacó del lodo. La incredulidad no es el final de la historia; muchas veces es el inicio de un encuentro transformador.

Recuerda apuntar siempre a Jesús, y no a ti mismo: Nuestra misión es ser como Felipe: guías que señalan al verdadero Salvador.

Oración:
Señor, gracias porque alguien me invitó a conocerte. Dame un corazón como el de Felipe, que no guarda silencio, sino que señala hacia Ti. Que en mis palabras y en mis actos yo pueda decirle a otros: “Ven y compruébalo tú mismo.” Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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