Es Tiempo de Conectar

octubre 009

El mundo angelical

“El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.” — Salmo 34:7

‘Si haces al Señor tu refugio y al Altísimo tu resguardo, ningún mal te conquistará; ninguna plaga se acercará a tu hogar. Pues él ordenará a sus ángeles que te protejan por donde vayas. Te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra.” Salmos 91:9-12

Vivimos en un mundo donde es normal que algunas cosas o algunas circunstancias nos produzcan miedo: como el miedo a enfermar, a fracasar, a terminar la vida solos, a un accidente en carretera o a lo que pueda pasar mañana. Pero este versículo nos recuerda una verdad poderosa y es que no estamos solos. Dios envía a Su ángel a acampar, a quedarse junto a quienes le temen y confían en Él.

Recuerdo siendo pequeño la oración que mi madre nos repetía antes de dormir: “Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche de ni de día hasta que me ponga en paz y alegría con todos los santos, Jesús y María.”
El Salmo no dice que no vamos a tener problemas o que estos van a desaparecer pues si miras bien, los problemas son nuestro pan de todos los días, la diferencia es que Dios nos protege y nos guia en medio de ellos.

Su presencia es como un escudo invisible que nos cubre cuando caminamos por lugares inciertos, cuando tomamos decisiones difíciles o cuando enfrentamos momentos de peligro o ansiedad.

Piensa en un guardaespaldas que siempre está atento, protegiendo a la persona que cuida. El ángel del Señor es más efectivo pues no se cansa, no se distrae, no se va a dormir, no saca vacaciones y no cobra nada. Su protección es una expresión del amor de Dios hacia ti.

Fui asaltado una vez en una zona peligrosa de la ciudad. Después de que me quitaron el reloj, mi impulso me llevó a intentar recuperarlo, pero el asaltante respondió sacando un gran cuchillo de carnicero y lanzándomelo. 

Reaccioné dando un salto imposible, cruzando la calle de un acera a la otra algo de lo cual fui consciente en ese momento. La magnitud de ese salto solo pudo tener una explicación: la intervención de mi ángel guardián. Sin duda, la protección divina se manifiesta en nuestras vidas de maneras que solo entendemos en retrospectiva.

En otros casos, las relaciones nos presentan grandes desafíos, especialmente cuando involucran a otros creyentes. Si ambas partes caminamos con Dios, es una certeza que cada uno de nosotros cuenta con ángeles guardianes que nos cuidan y nos protegen.

Debido a que el mundo espiritual y angelical es más real y activo de lo que a menudo percibimos, nuestro enfoque debe ser doble:

Priorizar la Paz Terrenal: Aunque podemos confiar en que nuestros ángeles nos protegen, la Biblia nos llama a ser proactivos. Debemos hacer todo lo posible por buscar la reconciliación y llegar a acuerdos amigables. Romanos 12:18 nos recuerda: «En cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.”

Confiar la Batalla al Cielo: En lugar de pedirles a nuestros ángeles que definan la situación, nuestra mayor fuerza es poner la situación en manos de Dios pues a fin de cuentas Él es quien moviliza las fuerzas angelicales a nuestro favor.
Hebreos 1:14: ¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?

Reflexión Adicional
La belleza de este enfoque radica en que el Espíritu Santo, que vive en nosotros y es superior a cualquier ángel, nos impulsa a buscar la humildad y el perdón. No se trata de que los ángeles «negocien» por nosotros, sino de que nosotros, al ser guiados por el Espíritu de Dios, permitamos que el propósito pacífico de Dios se cumpla en la Tierra, asistidos y protegidos por Su ejército celestial.

En resumen: recordemos la promesa en el Sermón del Monte de que los mansos heredarán la tierra y actuemos en amor y humildad, y confiemos en que Dios (y Sus ángeles) nos respaldarán en la búsqueda de la paz.

Aplicación
Confía, no temas: Antes de dormir, de viajar o de tomar una decisión importante, declara: “Señor, gracias porque tu ángel me guarda.”

Vive con reverencia: El versículo dice que el ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen. Temor aquí significa respeto, obediencia y amor por Dios.

Recuerda que no estás solo: Cuando sientas miedo, repite en tu corazón: “No estoy solo. Dios está conmigo, y Su ángel me protege.”

Oración
“Señor, gracias porque no me dejas solo. Gracias porque tus ángeles me rodean y me defienden. Ayúdame a vivir con confianza, sabiendo que Tu presencia me cuida en todo momento. Amén.”

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