El Gran Yo Soy

Devocional diario febrero 06

El Gran «Yo Soy”

Moisés fue llamado por Dios para liberar a su pueblo de Egipto. La familia de Moisés era consciente de su llamado y era una familia de fe.
Moisés se crió en el palacio del faraón, fue entrenado y formado para ser el siguiente faraón; parecía imposible que él fuera a convertirse en el libertador de los hebreos pero cuando Dios trata con una persona, lo gana y a la vez lo hace un ganador.
¡Cada victoria de Moisés fue un crédito más para Dios!

Deuteronomio 34:10-12 NBD

“Desde entonces no volvió a surgir en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor tenía trato directo. Solo Moisés hizo todas aquellas señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto ante el faraón, sus funcionarios y todo su país. Nadie ha demostrado jamás tener un poder tan extraordinario, ni ha sido capaz de realizar las proezas que hizo Moisés ante todo Israel”
Dios es especialista en crear ganadores. A Moisés, Dios se le presenta como el gran «Yo Soy»: El mismo de ayer, de hoy y de siempre. A presentarse de esa manera, Él estaba diciendo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el de Jacob y también tu Dios». El estudiar los nombres de Dios hará que nuestro corazón se abra a Él y sus provisiones pues cada uno de Sus nombres revela dimensiones y características maravillosas.

Éxodo 3:13-15

«Pero Moisés volvió a protestar: —Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me preguntarán: “¿Y cuál es el nombre de ese Dios?”. Entonces, ¿qué les responderé? Dios le contestó a Moisés: —Yo Soy el que Soy . Dile esto al pueblo de Israel: “Yo Soy me ha enviado a ustedes”. Dios también le dijo a Moisés: —Así dirás al pueblo de Israel: “Yahveh, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre eterno, el nombre que deben recordar por todas las generaciones”

Las generaciones cambian, Dios no cambia.
Él se encargó de silenciar todas las excusas de Moisés. Muchas veces nos paramos en el día en día preguntándonos: ¿Y en el nombre de quién voy a ir? ¿Qué haré Señor? ¿Quién será el que me recomiende?
¡No soy nadie, no tengo lo que se necesita! Y en cada una de ellas, Dios nos responde: «Yo Soy el que Soy».

Moisés se sentía indigno, quizá tú sabes lo que es sentirse así. No te sientes merecedor de la gracia ni del favor de Dios, pero Él te ha escogido y Dios nunca se equivoca. Necesitas conocer al Gran Yo Soy. No hay nada que junto con Dios no podamos hacer. Éxodo 3:12“Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo…”

Cada vez que estamos en la presencia de Dios, el Espíritu Santo habla a nuestro corazón y nos dice:
«¿Habrá algo demasiado difícil para mí? ¿Acaso no me conoces? Soy el Gran Yo Soy».
Dios se reveló a Moisés como el gran Yo soy y es que no es que Dios tenga amor, Él es amor. No es que Dios tenga santidad para darnos, Él es santidad…
Cuando Dios nos llama, Él se da a conocer en nuestras vidas de manera especial y única.
Moisés prefería estar en el desierto con Dios que ir a la tierra prometida sin Dios.
Moisés entendió que es mucho mejor y mucho más importante tener al Prometedor que tener la tierra prometida.

¿Qué necesitas… salvación para tu casa? ¿Ayuda en un problema? «Yo, sí, yo soy el Señor, y no hay otro Salvador»(Isaías 43:11 NTV)
Yo soy el que siempre tiene la última palabra «Óyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero» (Isaías 48:12 RVR60)
Puedes ir con esos resultados del médico y decirle a Dios: ¿Tú qué dices? Aquí dice muerte, pero el Yo Soy dice vida. El te responderá: «Yo soy tu sanador, quien te sana de toda enfermedad. No temas. Yo soy todo lo que necesitas».
No creas en la derrota de otros, el enemigo te mostrará divorcio y te dirá que no podrás … Pero tú eres hijo del gran YO SOY y eso te hace un ganador.

Podrán venir a robarte, pero el Yo Soy dice: «Yo vine a darte y nadie te podrá quitar lo que es tuyo».

Salmos 139:1-5

“Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda. Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano”