Confiando en Dios en tiempos de fracaso

Devocional diario febrero 25

Confiando en Dios en tiempos de fracaso

Cuando vienen los momentos de prueba y los arroyos se secan es cuanto más cerca estamos de Dios y tenemos que prestar atención para aprovechar la oportunidad de aprender. Como dice la Escritura: “Esta leve tribulación momentánea..” viene para que veamos la Gloria de Dios.
Puede que hoy estés viviendo frustración y sin embargo, verás la poderosa mano de Dios contigo en cada paso. La vida es una mezcla de momentos. Hay muchas alegrías y también situaciones difíciles que atravesar. Y aunque a veces, no comprendamos el porqué de la cuestión, detrás siempre hay una razón de la cual podremos aprender.
Las Biblia dice “reír con los que ríen y llorar con los que lloran” (Romanos 12:15). Es más fácil compadecerse de quien se encuentra en un momento duro, que alegrarse cuando a otro le va mejor que a nosotros mismos. Sin embargo, ¿qué pasa por nuestro corazón?
Debemos reflexionar y ser sinceros delante del Señor para que no se halle en nuestro corazón ningún rastro de envidia, competencia o soberbia. Puede ocurrir que el progreso y la felicidad de otros produzca frustración en nosotros.
La actitud correcta no es poner nuestra atención en lo que nos falta sino saber que si Dios ha bendecido en gran manera a otro, entonces también lo puede hacer con nosotros también.
A veces, Dios permite el fracaso porque sale a luz lo que está oculto en el corazón. Lo cual no nos tiene que herir, sino llevarnos a crecer.
Elías estaba en un arroyo, recibía provisión sobrenatural hasta que de repente, el arroyo se le secó. Esto no se produjo para que el profeta muriera de sed, sino para que el pueblo viera milagros en Sarepta. Cuando una puerta se cierra, de seguro otra se está abriendo porque Dios lo permite.
Cada uno de nosotros tiene un propósito y un llamado. Así que, hay siempre una buena razón para levantarse cada mañana… Solo falta descubrirla y no descansar hasta lograrla.
José “el preferido de su padre Jacob” provocó la envidia de sus hermanos quienes planearon matarlo. Pero
como Dios tenía un plan para José, estos hombres violentos, decidieron venderlo como esclavo antes que mancharse con la sangre de su hermano. Fue así que, terminó en Egipto, al servicio de Potifar, el capitán de la guardia del Faraón y pronto una situación injusta lo llevó a la cárcel. Allí siguió confiando en Dios y pudo interpretar el sueño de un compañero de celda que le prometió sacarlo de allí. Pasó el tiempo y esa ayuda se desvanecía en el aire hasta que el mismo Faraón tuvo un sueño que nadie podía entender, allí fueron en busca de José. Y este no solo le dio la interpretación sino que también ofreció un plan de ahorro para ayudar a la economía del imperio. Esto sorprendió tanto que terminó siendo el segundo en autoridad en Egipto. Pasó el tiempo y vino la hambruna. Solo el imperio egipcio tenía alimento de sobra.
Fue allí cuando los hermanos de José acudieron en busca de alimento. Pero no se encontraron con el débil hermano sino que vieron a un hombre tan cambiado que ni siquiera pudieron reconocerlo. Ya no era simplemente un «soñador «sino que era alguien que había pasado por muchos fracasos y había conocido de cerca la gloria de Dios.

En Génesis 50:20 vemos su reacción: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó
ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente”.

Dios cambió lo malo en bendición abundante. El Señor es el único que puede sacar algo bueno de lo malo.
Tenemos que estar agradecidos con Dios en todo momento

Romanos 8:28

“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito

Si amas a Dios, entonces estás encaminado a llegar a un buen propósito. Todo lo que se interponga en el camino, será quitado del medio para que puedas cumplir con los planes para los cuales has nacido. Pedro, pensaba que había nacido para ser un simple pescador. Su labor no le estaba dando los frutos esperados.
Un día solo había frustración en su mirada y redes vacías hasta que apareció Jesús.

Lucas 5:1-11

“Un día estaba Jesús a orillas del lago de Genesaret, y la gente lo apretujaba para escuchar el mensaje de Dios. Entonces vio dos barcas que los pescadores habían dejado en la playa mientras lavaban las redes. Subió a una de las barcas, que pertenecía a Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó, y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, le dijo a Simón: —Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar. —Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —le contestó Simón—. Pero como tú me lo mandas, echaré las redes. Así lo hicieron, y recogieron una cantidad tan grande de peces que las redes se les rompían. Entonces llamaron por señas a sus compañeros de la otra barca para que los ayudaran. Ellos se acercaron y llenaron tanto las dos barcas que comenzaron a hundirse. Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo:
—¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador! Es que él y todos sus compañeros estaban asombrados ante la pesca que habían hecho, como también lo estaban Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. —No temas; desde ahora serás pescador de hombres —le dijo Jesús a Simón. Así que llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, siguieron a Jesús” 

¿Qué hacer ante una situación frustrante?
v.3 Invita a Jesús para que la situación cambie, tenemos que dar acceso completo a Dios en nuestras vidas. Nosotros tenemos un límite pero si Dios está a nuestro lado, siempre nos guiará a lugares de abundancia. Cuando Jesús es el Señor de tu corazón, todo toma otro sentido.
v.4 Reconozcamos nuestra necesidad de Dios pues es necesario admitir que los esfuerzos personales no son suficientes. Solo Dios tiene la salida a tu necesidad. 

En Romanos 7, el Apóstol Pablo solo veía su limitación al hacer lo que no quería una y otra vez. En Romanos 8, vemos que se sujetó al Espíritu de Dios y comenzó a vivir en plenitud.

Obedece a Dios cuando te indica algo. Cuando Jesús le dijo a Pedro que volviera a pescar, él no estaba muy convencido de hacerlo, sin embargo obedeció y se llevó una gran sorpresa. De igual manera, cuando le hacemos caso al Señor, también vemos que nuestra vida va siendo encaminada a bien. Espera la intervención de Dios, los tiempos van a cambiar. Dios hará un milagro donde menos te lo esperas. Pedro pasó de cero a la abundancia. ¿Por qué no puede ocurrir contigo? Solo tienes que creer y descansar en las promesas de Dios.

Pedro cayó de rodillas, tú estarás sobre tus rodillas muy pronto agradeciendo su bendición abundante.
Necesitamos profundamente de Dios. Es por eso que, si le damos pleno acceso a cada área de nuestra vida y reconocemos que necesitamos de su guía, comenzaremos a experimentar maravillas. Es vital obedecer a su Palabra y esperar su intervención divina. Así como con Elías, José y Pedro, el Señor nunca llega tarde.
Solo confía en tu Padre Celestial que te ama y te anima a permanecer a pesar de cualquier circunstancia.