Devocional diario mayo 30
Buscando intimidad en la presencia de Dios
Salmo 34:5 NVI
«Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza.»
Sentí que Dios me decía: BÚSCAME CONTINUAMENTE para tener mi ayuda, consuelo y compañía. Cuando necesites consuelo estaré cerca para arroparte en mis brazos. Así no solo te sentirás consolado, sino que también serás un canal a través del cual llevaré consuelo a otros. De esta manera, serás doblemente bendecido porque un canal viviente siempre se queda con algo de lo que fluye a través de él.
Lucas 10:38-42
«Aconteció que, yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.»
Los que no buscan a Dios en el secreto tienen las emociones desafinadas y están sujetos a sus emociones. En un momento, llenos de fe, y en otros llenos de incredulidad. Marta llamó a Jesús Señor y lo recibió en su casa, pero no fue suficiente. Marta oraba, conversaba con El, pero el tipo de comunicación con el Señor era totalmente equivocado. Era una comunión alrededor de cosas, pero no centrada en el corazón de Dios.
Marta representa a las personas que siendo cristianas siempre están ocupadas para dedicarle tiempo a Dios, siempre tienen mucho que hacer. No paran un minuto y viven preocupadas, afanadas. Uno las ve cada tanto y siempre tienen un problema nuevo, recién estrenado. Pasan de una tribulación a otra. Son preocuponas. Las Martas siempre tienen un reclamo contra Dios. “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola?” Marta le quería decir a Jesús que es lo que tenía que hacer. Ni tú ni yo que estamos en este planeta estamos para enseñarle a Jesús lo que tiene que hacer. Estamos para decirle como Pablo, si tú eres Jesús de Nazareth qué quieres que yo haga. Los que no tienen intimidad con Dios se caracterizan por tener una actitud demandante frente a Dios.
Hay gente que aconseja a Dios cada vez que ora, le da instrucciones. Si miramos con cuidado, Marta está llamando descuidado a Jesús, a Dios. Recuerda que si nosotros vivimos es porque hasta ahora Dios nunca se ha olvidado de hacer girar la tierra y de encender el aire para que respiremos y Marta le dice descuidado. Gracias a Él tu corazón está latiendo, gracias a Él el sol está calentándonos correctamente sin quemarnos o sin alejarse para que nos congelemos. ¿No tendrás tú también ese mismo reclamo contra Él? Señor, no cuidaste a mi hija, Señor no me has dado el empleo que te he pedido, etc. En el fondo de todo lo que nos pasa culpamos a Dios y eso es porque tenemos una idea distorsionada de Él. No le conocemos realmente porque nunca hemos tenido intimidad con Él.
Jesús nunca le dijo que tenía hambre o que deseaba comer algo. Marta, «la afanada,» ni siquiera averiguó cual era la voluntad de Dios. Así hay muchos cristianos que sin orar se entusiasman aceptando empleos para los cuales no están calificados, se disparan a comprometerse para ir a reuniones que no edifican, se embarcan en negocios y luego están orando a Dios para que los saque del problema. ¿Quién le pidió que hiciera eso a Marta?
Jeremías 23:22
«Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.»
La intimidad con Dios es el aspecto más importante entre tú y Él. Si hubieras estado en el secreto de su presencia conocerías cual es la dirección que Dios quiere para ti, sabrías cuál es su buena y perfecta voluntad. Cuando nos llenamos de preguntas y buscamos la aprobación de la gente antes que la de Dios es que hemos olvidado estar en el secreto de presencia. Dios no quiere que trabajemos para Él, sino con El, y que nuestra prioridad sea hacer lo suyo y lo de su espíritu.
Zacarías 4:6
«No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor de los ejércitos»
Vs. 39 “Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús oía su Palabra. Primero relación, después servicio. ¿Cómo vamos a servir a alguien que no conocemos? María al verle se postró a sus pies. Él único lugar seguro en este planeta no es en un bunker, es a los pies de Jesús. Morar al abrigo del Altísimo, a la sombra del Omnipotente.
La prioridad número uno que Dios quiere que tengamos es la intimidad con Dios, Así que corre donde Dios. Él se encuentra a la distancia de una oración. La intimidad con Dios es un antídoto contra la ansiedad, el stress y la preocupación, por eso escoger la oración es lo mejor que puedes escoger.
Jesús dijo: “Vengan a mi cuando estén cansados y cargados, y yo os haré descansar.”
¿Quieres desarrollar intimidad con Jesús? María se mantuvo siempre cerca de Jesús.
Sabes que Dios nunca rechaza un corazón contrito y humillado. Un corazón agradecido por todo lo que el Señor ha hecho. En el cielo se buscan personas enamoradas de Jesús, se buscan verdaderos adoradores. No verdaderos siervos, sino verdaderos adoradores que le adoren en espíritu y de acuerdo a la verdad.
Perdóname por afanarme, por preocuparme y no ocuparme de lo más importante que es estar en tu presencia. La intimidad es el aspecto de nuestra relación que va a perdurar por la eternidad. Es en intimidad con Dios que estaremos en el cielo.
Quiero ser como María, únicamente sensible a las necesidades de nuestro Señor. “Voy a morir” dijo Jesús y sólo María lo escuchó.
Abraham creyó al Señor, y el Señor le concedió su amistad. Génesis 15.6 (BLP)