16 de marzo (domingo): Marcos 3:1-12 Corazones Marchitos

“En otra ocasión entró en la sinagoga y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Algunos que buscaban un motivo para acusar a Jesús no le quitaban la vista de encima para ver si sanaba al enfermo en día sábado.  Entonces Jesús dijo al hombre de la mano paralizada:—Ponte de pie frente a todos.  Luego dijo a los otros:—¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal?, ¿salvar una vida o matar?Pero ellos permanecieron callados. Jesús se les quedó mirando, enojado y entristecido por lo obstinados que eran, y dijo al hombre:—Extiende la mano.Así que la extendió y la mano quedó restablecida. Tan pronto como salieron los fariseos, comenzaron a tramar con los partidarios del rey Herodes cómo matar a Jesús”.— Marcos 3:1-6

En este pasaje, Jesús realiza un poderoso milagro de sanación en sábado, restaurando la mano paralizada de un hombre. Pero si bien este es un momento de sanación y restauración, también es un momento de intensa oposición. Los líderes religiosos no están concentrados en el milagro; en cambio, están tratando de encontrar una manera de acusar a Jesús de quebrantar sus creencias y prácticas de la ley del Shabat.

 

La mano del hombre estaba seca, una condición física que probablemente afectó no sólo su capacidad para trabajar, sino también su sentido de identidad y su lugar en la comunidad. Para un trabajador, artesano u obrero, tener una mano que no funciona correctamente es más que un simple inconveniente: es la pérdida de un medio de vida. La curación de este hombre no fue sólo una restauración física, sino una renovación completa de su capacidad para trabajar, cuidar de su familia y participar en la vida comunitaria.

Pero cuando la mano del hombre fue sanada, los líderes religiosos no vieron el milagro. En lugar de regocijarse por la restauración de Dios, se concentraron en su interpretación de las reglas y en la supuesta violación del sábado. Jesús, a su vez, los desafió con una pregunta poderosa: “¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal, ¿salvar una vida o matar?” Esta pregunta expuso su error de interpretación. Pasaron por alto la ley esencial que distingue al pueblo de Dios: el amor a Dios y el amor al prójimo.

Para quienes trabajan con sus manos, ya sea en un oficio, artesanía o negocio, esta historia habla de la importancia de la sanación y la restauración en el lugar de trabajo y en la vida. Cuando algo no funciona, los trabajadores lo saben. No siguen intentando el mismo método una y otra vez cuando no es efectivo. En cambio, detienen el ciclo, reconsideran su enfoque y buscan una solución. En este caso, la mano seca del hombre representa todas las cosas en la vida que están rotas, ineficaces o marchitas. Jesús no solo trata de remendar las cosas; las restaura a su máximo potencial.

La curación del hombre también tiene que ver con la restauración de su familia y su lugar en la comunidad. Ya no estará al margen, sin poder aportar nada ni participar. Jesús no solo cura al individuo; restaura las relaciones, el propósito y el futuro.

Devocional Día 12

Puntos claves

  1. Restauración del propósito
    Para los trabajadores, artesanos y obreros, una herramienta o una parte del cuerpo que no funciona no es solo un inconveniente menor, sino una barrera para proveer para la familia y la comunidad. La sanación de la mano del hombre por parte de Jesús es un recordatorio de que la restauración significa más que una sanación física: restaura nuestra capacidad de cumplir con nuestro propósito y proveer para los demás.
  2. No te pierdas el milagro
    Los fariseos se perdieron el milagro porque estaban demasiado centrados en sus propias reglas y expectativas. Jesús nos invita a abrir los ojos a los milagros que suceden a nuestro alrededor, incluso en medio de desafiarnos con nuestras propias reglas e interpretaciones.
  3. Sanación para toda la comunidad
    La recuperación de una persona tiene un efecto dominó sobre toda la comunidad. Jesús no solo sana la mano del hombre, sino también su capacidad de trabajar y contribuir a la vida familiar y comunitaria. Nuestra sanación, ya sea física, emocional o espiritual, afecta a quienes nos rodean.

Mientras reflexionas sobre este pasaje, piensa en las áreas de tu vida en las que las cosas se sienten marchitas o rotas. ¿Qué necesita sanación en tu propia vida, ya sea en tu trabajo, tus relaciones o tu espíritu? Recuerda que Jesús se ocupa de restaurarnos a la plenitud, para que podamos participar plenamente en la vida y la obra que Él tiene para nosotros.

Oración
Señor, gracias por tu toque sanador. Al igual que el hombre con la mano seca, a menudo me siento quebrantado e incapaz de participar plenamente en la obra a la que me has llamado. Señor, restáurame, no solo en cuerpo, sino en propósito, relaciones y espíritu. Ayúdame a ver los milagros que estás obrando a mi alrededor y dame el valor para detener los ciclos que no funcionan, para que pueda experimentar tu restauración completa. Amén.

abril 2025

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