
9 de marzo (domingo): Marcos 1:21-34 Autoridad

«La gente se asombraba de su enseñanza, porque la impartía como quien tenía autoridad y no como los maestros de la Ley. De repente, en la sinagoga, un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno gritó:—¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios! —¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre! Entonces el espíritu maligno sacudió al hombre violentamente y salió de él dando un alarido.» — Marcos 1:22-26
La autoridad de un maestro es inconfundible. Ya sea un artesano que moldea cuero para fabricar odres de vino o un maestro que revela las
profundidades de las Escrituras, la verdadera maestría conlleva una autoridad y determinación que llama la atención. En Marcos 1:21-34, Jesús demuestra esta autoridad tanto en la enseñanza como en la sanación, dejando a la gente asombrada. Sus palabras, así como las manos de un maestro artesano, eran deliberadas, precisas y llenas de propósito. Nada de lo que Jesús hizo carece de propósito.
En la sinagoga, Jesús enseñaba con autoridad porque no se limitaba a interpretar la ley, sino que revelaba el corazón de Dios. Más adelante, sanaba con autoridad, expulsando demonios y sanando a los enfermos. Sus acciones afirmaban lo que proclamaba su enseñanza: Jesús no estaba introduciendo algo nuevo, sino reafirmando lo que su Padre Celestial había planeado desde el principio.
La asistencia de Jesús cada semana a la sinagoga refleja su compromiso con el culto del Shabat, una práctica arraigada en Génesis 2:2-3, donde Dios descansó el séptimo día y lo declaró sagrado. El Shabat no fue una invención humana; era parte del tejido de la creación, un tiempo para el descanso, la renovación y la adoración. Al observar el Shabat con sus discípulos, Jesús modeló el ritmo de vida que Dios siempre había deseado: un ritmo de trabajo y descanso, de labor y confianza en la provisión de Dios.
Pensemos en la imagen de un odre de vino, fabricado por un artesano experto. El vino nuevo requiere odres frescos y flexibles, listos para expandirse a medida que el vino fermenta. El sábado funciona de manera muy similar: es un tiempo para estirarse y rellenarse, para permitir que el Espíritu de Dios expanda nuestros corazones y renueve nuestras fuerzas. Sin este ritmo, como un odre viejo y quebradizo, corremos el riesgo de rompernos bajo la presión de la vida.
Tres lecciones surgen de la autoridad y el caminar de Jesús:
Curesma Día 5
- Autoridad en el día de descanso
Los milagros de Jesús en el día de reposo nos recuerdan que el descanso no es inactividad, sino restauración. El día de reposo no es una restricción, sino un don, diseñado por Dios para restaurar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.
- El descanso trae restauración
El hombre en la sinagoga y las multitudes que acudieron a Jesús en busca de sanación experimentaron el verdadero propósito del sábado: la restauración. Jesús recordó a sus seguidores que el descanso de Dios incluye la renovación física, emocional y espiritual. - La autoridad del Maestro trae libertad
Cuando Jesús enseñaba y sanaba, revelaba el corazón de Dios. Su autoridad no era opresiva sino liberadora: una invitación a experimentar la plenitud de vida que Dios quería.
Al reflexionar sobre este pasaje, considera tus propios ritmos de descanso. ¿Estás aceptando el sábado como un regalo de Dios para ti? ¿Hay áreas de tu vida en las que necesitas la autoridad del Maestro para traer sanación y restauración?
Oración
Señor, gracias por el regalo del Shabat, un tiempo para descansar y reconectarme contigo. Ayúdame a adoptar los ritmos de descanso que Tú deseas, confiando en Tu autoridad para restaurar mi cuerpo, mi mente y mi alma. Enséñame a seguir Tu ejemplo y a extender Tu descanso a los demás. Amén.
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