
12 de marzo: Marcos 2:1-12 Tus pecados te son perdonados

«Al ver la fe de ellos Jesús dijo al paralítico: —¡Hijo, tus pecados quedan perdonados! Algunos maestros de la Ley estaban sentados allí y pensaban: «¿Por qué habla este así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?».En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban pensando.—¿Por qué razonan así? —dijo—. ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados quedan perdonados” o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues, para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.Y el hombre se levantó, tomó su camilla enseguida y salió caminando a la vista de todos. Ellos se quedaron asombrados y comenzaron a alabar a Dios.—Jamás habíamos visto cosa igual —decían. »— Marcos 2:5-12
En Marcos 2 encontramos un momento poderoso en el ministerio de Jesús: la curación de un hombre paralítico que es bajado por el techo por sus amigos. Si bien al principio podríamos centrarnos en la curación milagrosa, la controversia más profunda radica en las palabras de Jesús: “Hijo, tus pecados te quedan perdonados”.
Para los presentes, en particular los maestros de la ley, esta era una afirmación escandalosa. ¿Quién sino sólo Dios podía perdonar los pecados? A los ojos de los líderes religiosos, la declaración de Jesús no sólo era un error; era una blasfemia.
Pero lo que Jesús revela en ese momento es más que sólo su poder para sanar. Está mostrando su autoridad como Dios, con el poder de perdonar los pecados, un poder que sólo el Creador tiene. El perdón de los pecados no es un asunto trivial. En la cultura judía del primer siglo, el pecado acarreaba consecuencias profundas, no sólo en el ámbito espiritual, sino también en las esferas relacionales y sociales. El pecado separaba a las personas de Dios y entre sí, tal como la parálisis había separado a este hombre de su comunidad. Sin embargo, Jesús aborda primero la raíz de la necesidad del hombre —Su perdón— antes de abordar la sanación física. Al hacerlo, demuestra que la verdadera sanación es holística, involucrando tanto lo espiritual como lo físico.
En esta historia, también vemos la importancia de la amistad y el papel de aquellos con quienes trabajamos y caminamos por la vida. El hombre que estaba paralítico no vino a Jesús solo; fue llevado por sus amigos, quienes demostraron una fe profunda y persistencia en su deseo de verlo sanado. Su disposición a romper barreras, literalmente romper un techo, refleja el tipo de relaciones de apoyo que deberíamos tener con las personas en nuestra vida. Todos necesitamos amigos que nos lleven a Jesús cuando no podemos llegar allí por nuestros propios medios, tal como este hombre paralítico necesitaba la ayuda de sus amigos.
En el lugar de trabajo, esto podría compararse con los compañeros de trabajo, pares o mentores que nos ayudan en momentos de necesidad, que nos brindan apoyo, aliento y guía espiritual cuando estamos en dificultades. A veces, el mejor trabajo que podemos hacer juntos es llevarnos unos a otros a los pies de Jesús. Así como los amigos del paralítico demostraron fe con sus acciones, también podemos demostrar fe apoyando espiritualmente a nuestros compañeros de trabajo, amigos y familiares.
La controversia que rodea al perdón de Jesús también es digna de ser explorada. Al declarar el perdón de los pecados, Jesús no sólo se refiere a la condición física del hombre, sino que hace una declaración audaz acerca de su identidad divina. Muestra que tiene el poder de restaurar lo que el pecado ha roto, tanto en la vida del individuo como en la comunidad en general. Los líderes religiosos, sin embargo, no reconocen esta autoridad, y su escepticismo revela su incapacidad para ver a Jesús como el Hijo de Dios. Sus corazones están endurecidos por la tradición, y pierden la oportunidad de celebrar la restauración de un hombre tanto para su comunidad como para Dios.
De este pasaje aprendemos que el perdón de Jesús no se trata sólo de palabras, sino de poder y autoridad, y produce un cambio real y tangible. Él tiene el poder de perdonar los pecados y de devolvernos, en cuerpo y alma, a la comunidad de creyentes y a la presencia de Dios.
Cuaresma día 8
Tres lecciones claves
- El perdón es la raíz de la sanación
Jesús comienza perdonando los pecados del hombre mostrando que la verdadera sanación siempre implica la reconciliación con Dios. Esto nos enseña que la restauración espiritual precede a la restauración física. Cuando llevamos nuestras luchas a Jesús, Él primero aborda nuestra relación con Dios antes de restaurar nuestras circunstancias. - El papel de la amistad y la comunidad
Así como los amigos del hombre lo llevaron a Jesús, también nosotros estamos llamados a apoyarnos unos a otros en la fe. En nuestros lugares de trabajo y comunidades, estamos llamados a apoyarnos unos a otros, llevando a nuestros amigos y compañeros de trabajo a Jesús a través de la oración y el apoyo. - Jesús es la fuente de la verdadera autoridad
Los líderes religiosos cuestionaron la autoridad de Jesús, pero Él demostró que su poder para perdonar pecados provenía directamente de Dios. La autoridad de Jesúspara perdonar es el fundamento de la fe cristiana. A través de Él, tenemos acceso al perdón y la restauración que sólo Dios puede ofrecer.
Mientras reflexionas sobre este pasaje, piensa en las amistades que tienes en tu vida. ¿Tienes personas que te llevan a Jesús en oración y apoyo? ¿Hay áreas de tu vida en las que necesitas la autoridad de Jesús para perdonar y restaurar? ¿Y estás viviendo el perdón que has recibido ofreciendo gracia y sanación a los demás?
Oración
Señor Jesús, gracias por tu autoridad para perdonar los pecados y por la sanación que ofreces tanto a nuestro espíritu como a nuestro cuerpo. Ayúdame a ser un amigo fiel, llevando a quienes me importan a tu presencia. Enséñame a vivir el perdón que me has dado, compartiéndolo con los demás en mi vida y en mi trabajo. Amén.
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