Es Tiempo de Conectar, junio 004

Desmantelando el poder del miedo

«Cuando vieron el coraje de Pedro y Juan y se dieron cuenta de que eran hombres ordinarios e incultos, se asombraron y se dieron cuenta de que estos hombres habían estado con Jesús». Hechos 4:13

«Así que no temas, porque yo estoy contigo…te fortaleceré y te ayudaré». Isaías 41:10.
«La paz les dejo; mi paz les doy… No se angustien ni se acobarden.» Juan 14:27.

Somos desafiados a vivir una vida de santidad mientras somos desafiados en la Espera.

Durante el tiempo de silencio entre la Ascensión y Pentecostés, el miedo podría haberse apoderado de ellos, pero Dios estaba usando ese espacio para formar algo más profundo: una santidad marcada por el desafío. No era arrogancia ni imprudencia sino una audacia arraigada en Cristo resucitado. La espera era preparatoria y también lo fue la separación. Fue esto lo que definió qué tipo de personas serían.

El miedo tiene muchas caras y la espera puede contribuir a que crezca.
¿Y qué pasa si no sucede?
¿Y qué tal si nos olvidan?
¿Y qué pasa si no alcanzo a ser suficiente?

El Aposento Alto se pudo haber convertido en una tumba de duda y vacilación, sin embargo se convirtió en una cámara de refinamiento donde Dios apagó el miedo y moldeó a las personas sobre las que su fuego descendió.

La espera como fuego definitorio
Los días entre la Ascensión y Pentecostés no fueron espiritualmente neutrales pero fueron definitorios. En esa espera, Dios no solo estaba preparando el poder que iba a derramar sobre los discípulos, estaba preparando el carácter. Él estaba definiendo cómo se vería la santidad en el Nuevo Pacto:

Una santidad no ligada al templo, sino una llena del Espíritu Santo.
Una santidad no basada en el desempeño, sino en la gracia, el amor y la verdad.
Una no oculta sino repleta de valentía.
La santidad no es debilidad. Se enfrenta con valor y decisión al miedo que busca controlarnos.

Jesús dijo: «Mi paz os doy,» y también dijo: «No temas.»
Por un lado la paz aparece como fruto del Espíritu y por el otro la valentía es un mandamiento. El tipo de valor que Dios forma en la espera no es impetuoso ni impulsivo, sino que es decidido.

Los apóstoles no encontraron su valentía después de la venida del Espíritu, sino que ya se estaban haciendo audaces en la espera. El Espíritu de Dios tiende a amplificar lo que ya está dentro de nuestro corazón.

La santidad es una postura desafiante, un firme rechazo a vivir con miedo. Una vida consagrada que dice: «Yo pertenezco a Dios, venga lo que venga».

Preguntas claves:

¿Qué miedos surgen cuando estás en una temporada de espera?
¿Estás aprendiendo a ver la santidad no solo como una separación del pecado, sino como un alejamiento de la dominación que ejerce el miedo?
¿En qué áreas de tu vida podría estar Dios llamándote a vivir con valentía, incluso antes de ver el resultado o la promesa cumplida?

Oración de Restauración:
Dios de paz y poder, confieso que a menudo he dejado que el miedo defina mi espera. Perdóname. Hazme valiente, que sea una persona que esté lista a enfrentar los desafíos porque he aprendido a pararme de frente ante el miedo y decirle: «No más». Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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