Devocional 005 agosto

Es Tiempo de Conectar, agosto 005

El llamado de Dios es irrevocable

«Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.» Romanos 11:29
Todos vivimos jornadas distintas, pero todos tenemos la capacidad de discernir y planear nuestras vidas.

En mi caso, hubo un momento en que mi manera de orar cambió radicalmente. Dejé de acercarme a Dios únicamente para presentarle mis necesidades, y comencé a orar con un sentido más amplio: pensando en la comunidad y en el Reino de Dios. Fue entonces cuando empecé a notar cómo las piezas de mi vida comenzaban a encajar.

Recuerdo, por ejemplo, la primera vez que leí el Salmo 2:8: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones.”

No vi ningún obstáculo para hacer mía esa promesa. Sin pensar demasiado en cómo podría cumplirse, comencé a orar para que Dios me diera las naciones. Lo hice con cierta ingenuidad, pero también con fe, sin imaginar el camino por el que Él nos llevaría.

Algo parecido sucedió cuando, en uno de mis tiempos de devocional, me encontré con la Oración de Jabes en 1 Crónicas 4:10:

“¡Oh, si me bendijeras y ensancharas mi territorio, si tu mano estuviera conmigo y me libraras del mal para que no me dañe!”

Al leerla, no dudé en hacerla mía y oré y sigo orando esta promesa con sinceridad y debo decir que Dios, en Su fidelidad, nos ha sorprendido una y otra vez respondiendo de formas que nunca imaginamos.

Cuando Dios te llama, cuando Dios pone una carga en tu corazón, no es accidental ni por un momento pasajero.

 Él no cambia de opinión sobre ti ni cancela Su plan porque hayas cometido errores, te hayas sentido incapaz o hayas pasado por temporadas difíciles.

Desde que Jesús dijo en la cruz, “consumado es,” Él nos mira en el Hijo, ya proveyó una nueva vida, una capacidad de transformación.

El apóstol Pablo escribió a los Romanos que los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables. Esto significa que lo que Él decidió sobre tu vida sigue en pie, aunque te hayas enredado o la hayas embarrado incluso así te hayas apartado.
A veces pensamos que nuestros errores, caídas o debilidades descalifican nuestro llamado, pero si miramos la Biblia, vemos lo contrario:

Moisés pasó muchos días en el desierto pastoreando ovejas, algo para lo cual no había sido entrenado, trató de huir de su llamado, pero Dios lo buscó en el desierto.

Pablo se demoró aproximadamente 17 años, primero 3 y después 14 para abrazar plenamente el llamado a su vida.

El llamado de Dios no depende de que seas perfecto, depende de que estés disponible.

Hay momentos en que las circunstancias nos hacen pensar que nuestro tiempo ya pasó y nos decimos:

Ya soy muy mayor para servir.

La he embarrado mucho, he cometido muchos errores, no creo que alcance a que Dios me use.

Han pasado tantos años sin fruto, ¡ya no!

Todo esto son mentiras que no debemos escuchar porque Dios es un Dios de segundas, terceras y cuartas oportunidades.

“y den siempre gracias al Padre. Él los hizo aptos para que participen de la herencia que pertenece a su pueblo, el cual vive en la luz.” Col 1:12

“No es que pensemos que estamos capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta. Nuestra aptitud proviene de Dios…Él nos capacitó para que seamos ministros de su nuevo pacto.” 2 Cor: 3:5-6

El llamado se vive todos los días. Vivir el llamado no siempre es estar en un púlpito o en una misión lejana. Se vive cada día en:

La manera en que amas y sirves a tu esposa e hijos.
La integridad con la que trabajas.
El testimonio que das en tus relaciones.
Que seas fiel en el lugar donde estás hoy.

Cada acto de obediencia, por pequeño que parezca, es una respuesta al llamado.

Oración
Señor, gracias porque Tu llamado sobre mi vida es firme y no depende de mis méritos. Perdóname por las veces que dudé o quise huir. 

Hoy me rindo nuevamente a Ti y a Tu plan. Quiero cumplir el propósito por el cual me llamaste. Úsame en el lugar donde estoy y llévame a donde quieras que vaya. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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