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octubre 05

El Día D y la batalla de Gedeón, la batalla que cambia todo

“’Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor . Entonces el Señor los entregó a los madianitas durante siete años. Cada vez que los israelitas sembraban sus cultivos, venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente, y atacaban a Israel. Así que Israel se moría de hambre en manos de los madianitas. 

Entonces los israelitas clamaron al Señor por ayuda.” Jueces 6:1,3,6
Luego regresó al campamento israelita y gritó: «¡Levántense, porque el Señor les ha dado la victoria sobre las multitudes madianitas!».” Jueces 7:15

El 6 de junio de 1944, conocido como Día D, las fuerzas aliadas desembarcaron en Normandía, Francia. Fue una operación casi imposible: miles de soldados enfrentaron ametralladoras, minas y fortificaciones alemanas pero ese día fue decisivo para derrotar al régimen de Hitler, que avanzaba extendiendo terror por Europa. Aunque la victoria tuvo un gran costo humano y de armemento de guerra, fue un momento de quiebre para la liberación del continente.

Ahora analicemos el contexto bíblico de Gedeón contra Madián.

En tiempos de Gedeón, Israel estaba oprimido por sus enemigos los madianitas, quienes robaban sus cosechas y los tenían en pobreza. Dios escogió a Gedeón, un hombre humilde, de una tribu sin mucha influencia, inseguro, y lo levantó como líder. Pero la estrategia divina fue sorprendente: con solo 300 hombres contra un ejército innumerable, y usando trompetas, cántaros y antorchas, Dios le dio la victoria a Israel.

Cuales son los puntos en común de esto dos acontecimientos que quedaron registrados para la historia.

Se peleaba contra un enemigo muy superior y además muy opresor: Hitler buscaba someter a todo el continente europeo; Madián tenía oprimido a Israel. En ambos casos, parecía imposible derrotarlos.

En ambos casos tenían un ejército que parecía insuficiente: En Normandía, los soldados sabían que muchos morirían y que las probabilidades de ganar eran bajas. Con Gedeón, Dios redujo el ejército hasta hacerlo ridículamente pequeño.

Hubo dependencia en algo mayor que la fuerza humana. En el Día D, la unión de las naciones y la convicción de que la libertad justificaba cualquier sacrificio fue lo que impulsó a los soldados al máximo sacrificio. En Gedeón, la dependencia era totalmente en la intervención divina.

En ambos casos hubo un punto de quiebre en la historia: Normandía cambió el rumbo de la guerra. La victoria de Gedeón liberó a Israel y les dio paz.

¿Cómo podemos aplicar esto a nuestra vida espiritual?

Todos enfrentamos batallas personales, gigantes o pequeñas: tentaciones, pecados, problemas familiares, escasez de recursos económicos, adicciones, opresión espiritual, maldiciones generacionales.

A veces parecen gigantescos como Hitler o tan numerosos como los madianitas. Pero así como los aliados no retrocedieron y Gedeón confió en el poder de Dios, nosotros debemos recordar:

• La victoria no depende de cuán fuerte soy, sino de quién pelea conmigo.

• Dios puede usar lo poco que tengo, mi fe débil, mi oración sencilla, mi esfuerzo pequeño para darme grandes victorias.

• La batalla puede ser larga y costosa, pero en Cristo la victoria final ya está asegurada.

Así como el Día D marcó el comienzo del fin del nazismo, tu día que decides humillarte, arrepentirte y abrazar la fe va a marcar el inicio de tu propia liberación.

No se me olvide un día de oración y ayuno en mi iglesia muy humilde ubicada en uno de los barrios más humildes de la ciudad y mientras orábamos cogidos de la mano haciendo un círculo, una de las asistentes cayó postrada y comenzó a dar gristos fuertes y profundos. 

El pastor Adán que tenía experiencia en liberación nos ordenó orar para apoyarle en este exorcismo. Un rato después salieron los demonios de esta mujer que practicaba brujería y fue liberada.

Preguntas cruciales:
• ¿Qué “Madianitas” estás enfrentando?
• ¿En qué área debes confiar en la estrategia de Dios y no en tus fuerzas?
• ¿Estás dispuesto a aceptar el desafío aunque te sientas pequeño como Gedeón?

Oración:
Padre, tanto la victoria de Normandía y la de Gedeón nos recuerdan que las batallas decisivas no se ganan con números ni con poder humano, sino con oración, con fe, obediencia y valentía. Tú sigues buscando “Gedeones” hoy: personas que creen que el enemigo más fuerte caerá.

Voy a hacerme vulnerable. Recuerdo una vez que tenía unas diferencias muy profundas con mi esposa Adriana y creí que la única solución era partir. !Qué estupidez la mía! Así que quise salir de la casa con un maletín con cosas básicas y Adriana se me paró en la puerta y me dijo, sobre mi cadáver sales de aquí.

Como no quería pelear, me devolví y me encerré con llave en un cuarto y no tuve más opción que arrodillarme y clavar mi cabeza en oración. De pronto sentí que llegó a mi un amor rebosante que no tenía por Adriana y pude levantarme, salir del cuarto, abrazarla y pedirle perdón.

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