
Es Tiempo de Conectar, abril 006
Morir a uno mismo, vivir para Cristo
«‘Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás; pero si entregas tu vida por mi causa y por causa de la Buena Noticia, la salvarás. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma?» (Marcos 8:35-36)
Seguir a Jesús no es algo para el observador casual sino que es un llamado al aprendizaje que moldea toda nuestra vida. En este pasaje, Jesús llama primero a sus seguidores a negarse a sí mismos, tomar su cruz y seguirlo. Estas no son ideas abstractas sino un camino claro para convertirse en practicantes de la fe.
El llamado de Jesús a negarnos a nosotros mismos contrasta marcadamente con los valores de un mundo que celebra la autopromoción, la autogratificación y la autopreservación. Negarse a uno mismo significa renunciar a las ambiciones, los deseos y las comodidades personales a favor de alinear nuestra voluntad con la de Dios. No se trata de perder nuestra identidad, sino de encontrar nuestro verdadero propósito en Él.
En tiempos de Jesús, cargar la cruz no era pasar un mal rato, sino que significaba estar dispuesto a enfrentar la vergüenza, el dolor e incluso la muerte por seguir el evangelio.
Para quienes están aprendiendo a seguir a Jesús, llevar la cruz como Él lo hizo significa aceptar los sacrificios que eso implica. Nuestra vida toma sentido al vivir según Su propósito.
En este pasaje, Jesús hace mención del alma dos veces, subrayando así su importancia eterna. El alma es la esencia de quienes somos, es el núcleo de nuestro ser.
Cuando Jesús pregunta: “¿De qué le sirve a alguien ganar el mundo entero, si pierde su propia alma?” nos desafía a evaluar nuestras prioridades. El éxito, la riqueza o el reconocimiento del mundo pueden brindar una satisfacción temporal, pero son esfuerzos vanos. Sólo al rendir nuestra vida a Jesús podemos asegurar lo que realmente importa: la salvación de nuestras almas y ese es un estándar bastante alto.
Jesús también nos recuerda que nuestras decisiones tienen consecuencias eternas. Avergonzarnos de Él y de Sus palabras en esta vida es arriesgarnos a separarnos de Él en la eternidad. Estas palabras nos recuerdan que nuestra fe no es un asunto privado sino una declaración pública de nuestra lealtad a Cristo.
Puntos clave
Negarse a sí mismo es ganar vida
La verdadera vida no se encuentra en la autopromoción, sino en la abnegación y la entrega a Jesús.
El alma es eterna
Jesús enfatiza el alma porque representa nuestro destino eterno, mucho más valioso que cualquier ganancia mundana.
El discipulado es público
Seguir a Jesús requiere valentía para vivir nuestra fe abiertamente, incluso en un mundo que quizás nos rechace o nos ridiculice.
Reflexión
El llamado de Jesús al discipulado no es fácil. Significa dejar de lado nuestras propias creencias, planes, deseos y comodidades para abrazar Su propósito para nuestras vidas.
En un mundo que constantemente nos insta a hacer alarde de nuestros logros, riqueza o influencia, Jesús nos invita a morir a nosotros mismos para que podamos vivir para Él. Esto no significa que nuestras vidas pierdan sentido; más bien, adquieren significado eterno a medida que invertimos en lo que realmente importa: nuestra relación con Él y la salvación de los demás.
Oración
Señor Jesús, ayúdame a negarme a mí mismo y a seguirte plenamente. Enséñame a tomar mi cruz cada día y a vivir una vida que refleje tu amor y tu verdad. Guarda mi alma y alinea mi corazón con tus propósitos eternos. Permite que mi fe sea audaz y pública, atrayendo a otros a conocerte como el Salvador de sus almas. Amén.
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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global