
Es Tiempo de Conectar, agosto 006
Cuando el dinero no es usado correctamente
«Cierto día, el rey Joás dijo a los sacerdotes: «Recojan todo el dinero que se traiga como ofrenda sagrada al templo del Señor…Los sacerdotes tomarán de este dinero para pagar cualquier reparación que haya que hacer en el templo».
Sin embargo, en el año veintitrés del reinado de Joás, los sacerdotes aún no
habían reparado el templo. Entonces el rey Joás..les preguntó: «¿Por qué no han reparado el templo? Ya no tomen más dinero para sus propias necesidades. De ahora en adelante, todo debe usarse en la reparación del templo».
Así que los sacerdotes acordaron no aceptar más dinero de la gente y también estuvieron de acuerdo en que otros tomaran la responsabilidad de reparar el templo.» 2 Reyes 12:4-8
El Rey Joás fue un líder que buscó agradar a Dios y dio especial prioridad al mantenimiento del Templo.
Así como la mayoría de proyectos de construcción que emprendemos. este tomó mucho más tiempo del esperado: «Pero para el año veintitrés del rey Joás, los sacerdotes aún no habían reparado el templo» (v. 6). El rey convocó una reunión y preguntó: «¿Por qué no están reparando los daños del templo?» (v. 7).
Finalmente, continuaron con la obra. Recogieron el dinero necesario (v. 11). Todos actuaron con total honestidad (v. 15) y se cumplió el proyecto de reparación del Templo.
Hechos 17:24 dice que “Él es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Ya que es el Señor del cielo y de la tierra, no vive en templos hechos por hombres.”
Es claro que el templo de Dios hoy somos Su pueblo pues es en nosotros donde Él habita. Nuestro dinero y esfuerzo deben destinarse a la edificación del pueblo de Dios por medio de iniciativas de evangelización, en la enseñanza por medio de iniciativas de discipulado, en el cuidado de los menos afortunados por medio de inversión social, sin embargo la mayoría de las veces necesitamos edificios y no está mal invertir dinero en la infraestructura de la iglesia cuando es necesario.
El rey Joás tomó una decisión clara: el dinero consagrado debía usarse para reparar el templo. Ese dinero era santo porque había sido dedicado a Dios y a un propósito específico. Sin embargo, años después descubrió que los sacerdotes no lo estaban usando para ese fin.
Recuerdo un caso mientras yo servía con Overseas Council, una organización que apoyaba educación teológica en todo el mundo y un donante fue generoso al dar 50 mil dólares para la construcción de unos salones de clase de un seminario en Kenia, pero el liderazgo del seminario se los gastó en la compra de un bus para una iniciativa de evangelización, no sólo perdieron el donantes sino que este ordenó que le reembolsaran el dinero.
Tanto en el caso del Templo en los días del rey Joás como en el caso de Kenia, el problema no fue solo administrativo; también de seguir la instrucción espiritual.
El pueblo había dado con un propósito.
El dinero lo usaron en otro propósito, el sostenimiento de los sacerdotes
El templo se deterioró al pasar tanto tiempo
Las prioridades de quienes administraban el dinero se habían desviado.
Esto llevó a Joás a intervenir con firmeza y a establecer un sistema más claro para que los fondos fueran usados exactamente en lo que habían sido designados.
Al aplicar esto a nuestros días, quizás no estamos reparando un templo físico, pero todos tenemos recursos que Dios nos ha confiado: dinero, tiempo y talentos que deben usarse para lo que Él indica.
Es común ver que muchas personas quieren ser generosos y quisieran apoyar diferentes iniciativas pero no lo hacen por desconfianza, por temor a que los líderes lo usen para sí mismos y no para los fines designados.
Así que el mal uso de recursos consagrados puede suceder cuando:
Desviamos fondos que teníamos para una ofrenda o un proyecto misionero hacia cosas personales.
Postergamos indefinidamente el propósito original “para más adelante” mientras gastamos en otras cosas.
No rendimos cuentas a nadie sobre cómo usamos lo que Dios nos confió.
La Biblia nos recuerda en el Salmo 24:1 que todo lo que tenemos es de Dios, “La tierra es del Señor y todo lo que hay en ella; el mundo y todos sus habitantes le pertenecen,” y que somos administradores y no dueños.
Tres principios para cuidar lo que Dios nos da
Honestidad: Cumplir lo que prometimos a Dios y a otros.
Transparencia: Dar cuentas claras y sin evasivas.
Fidelidad: Usar los recursos para el fin para el que fueron destinados.
Si alguna vez apartaste dinero para ayudar a un necesitado, apoyar una misión o contribuir a tu iglesia, pero terminaste usándolo para otra cosa, Dios te llama a corregir el rumbo. No se trata solo de dinero: se trata de integridad y obediencia.
Oración
Señor, reconozco que todo lo que tengo es tuyo. Perdóname si he usado para mis propios fines lo que Tú me confiaste para Tu obra.
Dame un corazón fiel, honesto y obediente para administrar bien mis recursos, y ayúdame a ser diligente en cumplir lo que prometí. Quiero honrarte en cada decisión que tomó con el dinero, el tiempo y los talentos que me has dado. Amén.
Te animamos a que dones en el siguiente enlace https://conectarglobal.org/donaciones/ . Así nos apoyarás a seguir con este hermoso servicio de llegar a muchas más personas.
Y que hagas uno de nuestros cursos en www.conectarglobal.org que son sin costo alguno.
Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global