Es Tiempo de Conectar, abril 007
La temporalidad en contraste con la eternidad
“Entonces apareció una nube que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: Éste es mi Hijo amado; escúchenlo” (Marcos 9:7).
La Transfiguración es uno de los momentos más profundos del ministerio terrenal de Jesús. Es una revelación de su gloria divina y una declaración de su identidad como el Hijo amado de Dios. Este acontecimiento ofrece una visión de la santidad y majestad de Cristo, dejando a Pedro, Santiago y Juan asombrados y profundamente conmovidos.
Junto a Jesús en la montaña aparecen dos personajes importantes: Moisés y Elías. Ambos tuvieron encuentros especiales con Dios en lo alto de montañas. Moisés se encontró con Dios en el monte Sinaí, donde recibió los Diez Mandamientos (Éxodo 19:3-25). Elías, por su parte, escuchó la voz de Dios como un suave susurro en el monte Horeb (1 Reyes 19:11-13).
La presencia de Moisés y Elías representa algo muy significativo: Moisés simboliza la Ley, y Elías representa a los Profetas. Ambos apuntan hacia Jesús, en quien se cumple todo lo que la Ley y los Profetas anunciaban. Este momento en la montaña muestra que la misión de Jesús está conectada con toda la historia del plan de redención de Dios. Jesús no solo continúa esa historia—Él es su cumplimiento y su comienzo renovado.
En la Biblia, las montañas son lugares donde las personas tienen encuentros especiales con Dios. En una de esas montañas, Jesús se transfigura delante de sus discípulos: su rostro cambia y su ropa se vuelve intensamente blanca, brillando con una luz especial. Ese brillo es una señal de la pureza y la gloria de Dios.
Este momento tan impactante deja claro que Jesús no es solo un maestro o un profeta más. Él es el Hijo de Dios. Los discípulos tienen el privilegio de verlo tal como es en su gloria, algo que muy pocos han podido experimentar. Esta experiencia los prepara para lo que pronto vendrá: el sufrimiento y la muerte de Jesús. Así, cuando llegue ese momento difícil, podrán recordar quién es Él realmente.
La nube que envuelve la montaña es un símbolo de la presencia de Dios, tal como lo fue durante el viaje de los israelitas por el desierto. Desde la nube, la voz de Dios afirma la identidad de Jesús: Éste es mi Hijo amado; ¡escúchenlo!” (Marcos 9:7).
Esta declaración confirma que Jesús tiene la plena autoridad de Dios y refuerza la necesidad de los discípulos de prestar atención a su enseñanza, especialmente mientras enfrentan los desafíos que se avecinan.
La temporalidad en contraste con la eternidad
La Transfiguración comienza tan pronto como termina, dejando a Jesús y a los discípulos solos una vez más. Las experiencias en la cima de la montaña de Moisés, Elías y ahora Jesús fueron temporales. Al bajar de la montaña, Jesús les ordena que no le digan a nadie lo que habían visto hasta después de su resurrección.
Este secreto, parte del » Secreto Mesiánico» en Marcos, enfatiza la importancia de comprender plenamente la misión de Jesús: su gloria es constante desde su nacimiento, su ministerio, su sufrimiento y muerte, su resurrección y su ascensión al lugar que le corresponde.
Puntos clave
Jesús es la encarnación de la ley y los profetas
La aparición de Moisés y Elías confirma que Jesús inicia el plan redentor de Dios llevando la Ley y los Profetas a su propósito y plan previstos.
Dios confirma la identidad de Jesús
La voz desde la nube afirma a Jesús como el Hijo amado de Dios, instándonos a escucharlo y confiar en su autoridad.
Gloria a través de la cruz
La Transfiguración ofrece una visión de la gloria divina de Jesús, pero también apunta hacia su sufrimiento, mostrando que el camino hacia la resurrección pasa por la cruz.
Reflexión
La Transfiguración nos desafía a considerar la santidad y majestad de Cristo. Al igual que los primeros seguidores, anhelamos experiencias con Dios en la cima de la montaña, pero Jesús nos recuerda que estos momentos son temporales y están destinados a fortalecernos para el viaje que tenemos por delante. Así como Pedro, Santiago y Juan tuvieron que bajar de la montaña y continuar su trabajo, también nosotros estamos llamados a bajar de la montaña para llevar la luz de Cristo a los valles de la vida.
Oración
Señor, gracias por revelarnos a Jesús como tu Hijo amado. Abre mis ojos para ver su gloria y mi corazón para escuchar su voz. Cuando enfrente pruebas y desafíos, recuérdame que los momentos de cima son un regalo que fortalece mi fe, aunque sean temporales. Enséñame a seguir a Jesús con fidelidad, abrazando tanto su gloria como el llamado a cargar mi cruz, con la mirada puesta en la eternidad. Amén.
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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global