Es Tiempo de Conectar, junio 009

El Día de Pentecostés: Un Nuevo Comienzo

 «Cuando llegó el día de Pentecostés, todos estaban juntos en el mismo lugar. De repente, un estruendo como el de un viento fuerte que venía del cielo llenó toda la casa donde estaban. Y se les aparecieron lenguas como de fuego que se distribuían sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.» Hechos 2:1-4.

Imagina por un momento a un grupo de personas que, después de la partida de su líder, no sabían qué hacer. Estaban confundidos, tristes, tal vez un poco perdidos. Pero todo cambió en un instante. El Espíritu Santo vino sobre ellos, algo tan poderoso que ni siquiera podían explicarlo. ¡Era como un viento que no solo movía el aire, sino que también movía sus corazones!

¿Te ha pasado que estás esperando algo sin saber qué esperar?
¿Estás pasando por un momento de incertidumbre? ¿Sientes que todo está en pausa y no sabes cómo dar el siguiente paso?

Yo también estuve ahí. En 1999, después de cerrar la empresa que había dirigido durante 19 años y en medio de una crisis económica nacional, enfrenté lo que los psicólogos llaman la “crisis de la mediana edad».

Es un punto que muchos hombres atravesamos: un momento de profunda reflexión en el que evaluamos nuestra vida, sentimos el peso del tiempo vivido y comenzamos a replantearnos el rumbo. Es la oportunidad, y a veces la necesidad, de redefinir lo que viene, incluso si eso significa cambiar muchas cosas.

Pero quiero decirte que, al igual que aquellos discípulos, puedes recibir algo nuevo, algo que cambiará tu vida para siempre. Ese algo es el Espíritu Santo, una presencia real que no solo te da poder, sino también dirección.

Así como dice en Juan 14:17, «El Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce, pero ustedes lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.»

El Espíritu Santo no es una fuerza vaga o una energía; es alguien, una persona real, es más, es el que te creó, el que creó todo y que quiere caminar contigo, hablarte y guiarte en cada momento. Él te está esperando en este momento que lo invites a tu vida.

Imagina tener una fuerza que te impulse a seguir adelante, que te dé valor cuando ya no puedes más. Eso es lo que el Espíritu Santo quiere ser para ti: un compañero, un guía, un consuelo en medio de las tormentas.

Algo parecido ocurrió en mi vida siendo muy joven. Sin darme cuenta, Dios estaba orquestando algo maravilloso en mi familia cuando Hermelina, la empleada doméstica que asistía a mi madre con oficios domésticos, también estaba experimentado una transformación espiritual y me invitó a su “iglesia,” en este momento no tenían templo pues apenas estaban comenzando y se reunían en una terraza algunas personas en un barrio muy pobre, no había visto en mi vida tanta pobreza.

Pero fue allí, en un lugar que nunca imaginé, rodeado de personas con profunda sed de Dios, con necesidades de todo tipo, con necesidad de cambios. Allí fue derramado sobre nosotros el Espíritu Santo, llenos de gozo adoramos a Dios por horas, algunos hablaron en lenguas y otros fueron libres de demonios de hechicería.

Oremos:
“Señor, hoy te pido que me llenes de tu Espíritu Santo. Quiero que me guíes, que me des el valor que necesito para seguir adelante. Hazme sentir tu presencia, como lo hicieron los discípulos, para que mi vida también sea transformada. Amén.”

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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