
Es Tiempo de Conectar, mayo 009
Aliento de Vida
“ Y Dios el Señor formó al ser humano del polvo del suelo; entonces sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente..” Génesis 2:7
“ Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse..” Hechos 2:4
Todo comienza con el aliento de vida que recibimos. Convertirnos en seres vivos llenos del aliento de Dios, moldeados por sus manos y comisionados para construir su Reino, no el nuestro, en medio de territorio enemigo, es de por sí la primera formación espiritual que recibimos.
Antes de construir algo para Dios, debemos recibir el aliento de Dios. Este es el comienzo mismo de la vida humana y el nuevo comienzo de la vida del Reino.
• En el principio: polvo + aliento = un ser vivo.
• En el aposento alto: gente + aliento = un testigo valiente.
La formación no empieza con el hacer. Empieza con el aliento de Dios.
Definición de formación bíblica
La formación espiritual bíblica es el proceso mediante el cual llegamos a vivir plenamente en Dios. No se trata de adquirir creencias ni comportamientos religiosos. No se trata solo de adquirir conocimiento.
Se trata de formarnos como se forma un feto en una madre: columna vertebral, músculos, cerebro, sistemas internos, todo por el Espíritu, en la presencia de Dios, y finalmente a la semejanza de Cristo resucitado.
Todo empieza con la respiración. Y la respiración no es una tarea, es presencia.
La formación es lo que sucede cuando nos rendimos en las manos del Maestro Artesano, permitiéndole que nos moldee desde arcilla sin forma hasta convertirnos en vasos del Reino.
El enfoque del artesano
Ningún artesano empieza con prisa el desarrollo del producto final. Empieza con la materia prima. Evalúa la veta de la madera, las imperfecciones de la piedra, la fluidez de la arcilla. Sabe que el apresurarse arruina la obra. Dios no se apresura contigo. Está formando algo, no ostentoso, sino eterno.
Y lo está construyendo en un territorio en disputa o en problemas. Así como el Edén fue plantado en un mundo con serpientes, o en el momento en que Dios reveló su Palabra entre nosotros en el Sinaí, Pentecostés estalló en una ciudad gobernada por Roma y entre gente religiosa.
El Reino nunca se construye en el vacío. Se construye precisamente en los lugares que más se le resisten, pero Dios respira allí de todos modos.
La respiración como modelo
Tanto en Génesis como en Hechos, el plan comienza con el aliento. El plan del Reino no está escrito con tinta, sino que se infunde en las personas.
• No eres solo un trabajador. Eres un recipiente.
• No eres solo una voz. A ti te lleva el viento.
• No eres solo un hacedor. Eres ante todo un receptor.
El aliento de Dios convierte el miedo en testimonio, convierte el polvo en propósito, convierte el silencio en lenguas de fuego.
Al anticipar tu rol en la construcción del Reino hoy, haz una pausa para respirar lenta e intencionalmente. Que sea más que el mero hecho de aire; que sea una disciplina. Aquí es donde comienza nuestra formación bíblica. Del Espíritu Santo al espíritu humano, del Creador al receptor del alma. Del Padre a los hijos.
Polvo, que espera el aliento.
Arcilla, que espera la forma.
Niños, que esperan el llamado o la comisión de su Padre.
Inhalo tu presencia y suelto el control. Respira dentro de mí de nuevo tu aliento de vida. Este Reino no es mío para construirlo, sino tuyo para revelarlo a través de mí.
Puntos claves:
1. ¿Estás intentando construir antes de haber siquiera respirado?
2. ¿Has permitido que el Espíritu te moldee antes de emprender la misión?
3. ¿Estás poniendo todo en manos del maestro artesano o te apresuras a producir algo por tu cuenta?
El Reino que estás construyendo no es tuyo y no comienza con tu plan. Comienza con el aliento de Dios en tus pulmones.
Oración de restauración:
Espíritu de Dios, infunde en mí una nueva forma. Moldéame y fórmame antes de enviarme. No permitas que construya para ti algo que no haya recibido de ti. Te entrego el polvo de lo que soy para que respires vida en él y moldees mi ser en una vasija digna de tu Reino. Amén.
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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global