“Entonces Dios dijo a Jonás: ¿Te parece bien enojarte porque la planta murió? ¡Sí, replicó Jonás, estoy tan enojado que quisiera morirme! Entonces el Señor le respondió: Sientes lástima por una planta, aunque tú no hiciste nada para que creciera. Creció rápido y murió rápido. Pero Nínive tiene más de ciento veinte mil habitantes que viven en oscuridad espiritual, sin mencionar todos los animales. ¿No debería yo sentir lástima por esta gran ciudad?” Jonás 4:9-11.

Jonás estaba más preocupado por la comodidad que le brindaba una planta que por la vida de miles de personas en Nínive. Su enojo revela un corazón endurecido y egoísta, incapaz de ver la necesidad de los demás.

Jonás en lugar de obedecer y buscar el arrepentimiento de la gente que vivía en Nínive, corrió en dirección contraria. Muchas veces hacemos lo mismo: sabemos lo que Dios quiere, pero huimos por miedo, comodidad o rebeldía y terminamos en una tormenta.

¿Qué área de tu vida Dios te está pidiendo entregar, pero estás huyendo?
Jonás, por su desobediencia y falta de compasión terminó en lo más profundo del mar tragado por un pez grande pero desde allí clamó y Dios lo escuchó. Esto nos recuerda que nunca estamos demasiado lejos para la misericordia de Dios. No importa el lugar ni el error: su gracia llega hasta donde estemos.

“»Me hundí bajo las olas y las aguas se cerraron sobre mí; las algas se enredaban en mi cabeza. Me hundí hasta las raíces de las montañas. Me quedé preso en la tierra, cuyas puertas se cierran para siempre. Pero tú, oh Señor mi Dios, ¡me arrebataste de las garras de la muerte! Cuando la vida se me escapaba, recordé al Señor . Elevé mi oración sincera hacia ti en tu santo templo.” Jonás 2:5.

Dios tiene buenas intenciones con tu vida, mientras respires y tengas aliento, no hay lugar tan lejano del cual Dios no pueda restaurarte. Regresa hoy, clama hoy, como lo hizo este hombre que por pura rebeldía y dureza terminó siendo tratado por Dios con dureza.

Jonás, en lo más profundo, clamó y Dios lo escuchó. Esto nos recuerda que nunca estamos demasiado lejos para la misericordia de Dios. No importa el lugar ni el error: su gracia llega hasta donde estemos.

Cuando sientas que has caído demasiado, recuerda que Dios escucha tus oraciones y siempre ofrece un nuevo comienzo.

Dios no desistió de Jonás ni de Nínive. Le dio una segunda oportunidad. La misión de Dios siempre es más grande que nuestras excusas. Y cuando obedecemos, otros pueden conocer vida y esperanza.

Piensa en 3 personas a quienes has desahuciado, que crees que no tienen ni cinco de posibilidades de que cambien y tengan un cambio de trayectoria en su vida y que puedas llevar un mensaje de esperanza esta semana. Ora por ellas y busca un momento para compartir.

Jonás se enojó porque Dios respondió y tuvo compasión de quienes él despreciaba. Pero el corazón de Dios siempre es compasivo, incluso hacia los que parecen enemigos. La compasión es la esencia de su amor.

Pide a Dios que te dé un corazón sensible como el suyo. Haz un acto de compasión concreto: escucha, ayuda o perdona a alguien que lo necesite.
Hoy tenemos amigos que hemos “sacado del llavero” de la esperanza, también países como Haití, Cuba, Corea del Norte, Irán que creemos que no tienen esperanza, sin embargo ora por su liderazgo, ora porque haya un mover fuerte del Espíritu Santo en esos lugares, que Dios levante profetas como Jonás llamados a que las huestes celestiales de maldad suelten a esas naciones y oremos por nuestras ciudades, que venga la justicia pues la justicia engrandece a la nación.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global