Devocional 010 agosto

Es Tiempo de Conectar, agosto 010

Despertando el llamado

«Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don espiritual que Dios te dio cuando te impuse mis manos.» 2 Timoteo 1:6

Pablo le escribió estas palabras a Timoteo en un momento clave mientras era joven, tenía un llamado claro, pero con los desafíos normales de un líder con gran potencial, posiblemente enfrentaba desánimo, oposición y dudas. Pablo no le dijo: “Busca un nuevo llamado,” sino: “Aviva, despierta el que ya tienes.”

El llamado de Dios puede seguir ahí, pero se ha enfriado por el tiempo, las heridas o el cansancio. No desapareció; simplemente necesita que lo revives, que lo despiertes.

¿Y cómo se despierta o se reaviva el llamado?

“Cristo, en efecto, murió por todos, para que quienes viven, ya no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2 Cor. 5:15.

En un momento de mi vida, mientras desarrollaba mi labor como empresario y padre de familia, este versículo me confrontó con una verdad radical: la vida cristiana no se trata de mí, ni de mis sueños, ni de mis preferencias o comodidades. Jesús murió por todos, y esa entrega exige una respuesta: que vivamos para Él.


¿Vives para tí o vives para el que murió por tí?
Vivir para uno mismo es natural; es lo que la mayoría hacemos. Nos movemos por intereses personales, por logros propios, por lo que nos apasiona o nos da seguridad. Pero cuando comprendemos la dimensión de su amor, cuando nos damos cuenta que tenemos un faltante, que la vida natural no satisface, somos quebrantados y el centro de gravedad de nuestra vida cambia.

Ya no vivo para mis metas, vivo para Sus propósitos.
Ya no me aferro a mi agenda, me someto a Su plan.
Ya no doy prioridad a mi seguridad porque le pertenezco a Él.
Ya no busco mi gloria, busco servirle con humildad.

Esto no significa que dejemos de tener deseos o proyectos, sino que todo lo que somos y tenemos se alinea con su voluntad y su misión. Es darle el timón de nuestra vida a Aquel que la compró con su sangre.

Vivir para Cristo implica:
Decidir con base en lo que le agrada, no solo en lo que me conviene.
Usar mis talentos y recursos para servir, no solo para acumular.
Recordar cada día que mi tiempo, mis relaciones y mis bienes son suyos.

¿Qué hacer entonces?
Volver a la presencia de Dios y recordar que El llamado nació de la intimidad con Él, regresar al lugar de oración y escuchar Su voz otra vez.
Haz memoria del momento en que tuviste un encuentro con el amor y la presencia de Dios.

Toma pasos de fe, empieza a desenredar tu vida, a desenredar tu corazón, a perdonar, a creer en los que te rodean. A soltar tus prevenciones, a dejar ir tus iras y resentimientos.

Tampoco ayuda que nos comparemos con otros pues nuestro llamado es único y diferente y no se puede medir con el de otras personas y que vivir para Él no es una carga, sino la vida más libre y plena que podemos experimentar, porque fuimos creados para su gloria.

Oración
Señor, gracias porque Tu llamado en mi vida sigue vivo, aunque me haya apartado o desanimado. Hoy decido volver a Ti, escuchar Tu voz y dar pasos de obediencia. Ayúdame a avivar el fuego del don que me diste, y úsame una vez más para la gloria de Tu nombre. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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