Es Tiempo de Conectar, mayo 012

La verdad en lo más íntimo

“Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría..” Salmo 51:6

“Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad….” Juan 16:13

El Reino de David fue apenas una sombra o una anticipación del Reino eterno que habría de manifestarse.

Jesús, el Hijo de David, nos hace herederos de esa promesa. El Espíritu nos guía a la verdad, no solo a la verdad sobre Dios, sino también a la verdad sobre quienes somos: somos hijos e hijas, injertados en Su linaje y portadores de una herencia sagrada.

En todo proceso de aprendizaje llega un momento en que lo que se construye por fuera es puesto a prueba por lo que sucede dentro de ti.

El Reino no se hereda solo desde lo externo; debe formarse en lo profundo del corazón. Eso es precisamente lo que hace el Espíritu, no solo nos enseña lo que es correcto, sino que nos revela quiénes somos.

Esa verdad comienza con el linaje al que pertenecemos y la herencia que hemos recibido.

El reino de David: una sombra de lo que estaba por venir
David fue pastor, guerrero, adorador y rey. Pero más que eso, su trono se convirtió en el escenario de una promesa aún mayor:

“Pondré en el trono a uno de tus descendientes… y afirmaré el trono de su reino para siempre.” 2 Samuel 7: 12-13

El reinado de David fue poderoso, pero nunca se concibió como el definitivo. Fue un modelo, un prototipo. El Reino eterno sería edificado por el Hijo mayor de David: Jesús, nacido de la línea de David, como lo traza cuidadosamente Lucas (Lucas 3).

Desde David hasta Jesús hay 40 generaciones, y cada una da testimonio de la paciencia fiel del pacto de Dios. Cada generación preparó el camino hasta el momento en que el Hijo legítimo heredaría todo… y luego lo entregaría todo en la cruz. Ese es el giro radical de la historia.

La muerte del Hijo legítimo = herencia para otros
En la vida natural cuando el padre muere, la herencia se puede perder. Pero en el Reino de Dios, la muerte del Hijo libera la herencia para los que vienen después—es decir, para nosotros. Y no la recibimos como esclavos ni como ciudadanos distantes, sino como hijos e hijas, injertados en la historia de Israel y bienvenidos a la familia de Dios.

“Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo…” Romanos 8:17

El Espíritu nos revela esta verdad no sólo intelectualmente, sino en lo más íntimo de nuestro ser.

Al reflexionar hoy sobre nuestro llamado, nos unimos a una antigua marcha, contando pasos hacia el Sinaí para recibir la Palabra de Dios y hacia Pentecostés para recibir la llenura del Espíritu Santo.

Sabemos que no pertenecemos por haber nacido en una herencia espiritual como el pueblo judío, ni porque podamos demostrar que lo merecemos. Pero sabemos que pertenecemos porque por medio de la cruz, nos hizo merecedores de unirnos a la jornada.

Y el Espíritu Santo sigue guiándonos hacia toda verdad, especialmente hacia la verdad que transforma lo más profundo del ser:

Eres hijo de la promesa.
No eres un extraño.
Eres un heredero.
El Hijo legítimo me abrió un camino. Ahora soy parte de la familia, no estoy al margen, sino en el centro. Disfruto de la herencia, guiado por el Espíritu de la Verdad.

Puntos claves:

1. ¿Vives aún como siervo cuando has sido adoptado como hijo o hija?
2. ¿Estás dejando que el Espíritu hable a las partes más profundas de tu identidad?
3. ¿Qué pasaría si realmente creyeras que eres parte de la familia real, no por lo que has hecho , sino por lo que hizo Jesús?

Este Reino no depende de tu desempeño sino en la verdad que llega a transformar lo más íntimo de tu ser.

Oración de restauración:
Espíritu Santo, revélame la verdad, no solo con información sino transformando mi identidad. 

Ayúdame a comprender quién soy a la luz de quién es Jesús. No permitas que rechace lo que me has dado gratuitamente: sentido filial, de herencia y pertenencia. Hazme consciente de aquello a lo que he sido injertado y de la vida que ahora tengo el privilegio de vivir. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

 

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