Es Tiempo de Conectar, abril 013

El secreto ha sido revelado

“Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:45)

“ —¡Hosanna! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David!” (Marcos 11:9-10)

Mientras Jesús y sus discípulos se dirigen a Jerusalén, la tensión aumenta. Jesús camina por delante, decidido a cumplir su misión, mientras los discípulos están asombrados y temerosos (Marcos 10:32). Este momento prepara el escenario para la tercera predicción de Jesús sobre su muerte (vv. 33-34), donde una vez más expone el camino que tiene por delante, confirmando la traición, condenación, sufrimiento, muerte y resurrección. 

Jesús, el Hijo del Hombre, abraza plenamente su identidad como siervo sufriente, sabiendo que su acto máximo de liderazgo será su entrega al sacrificio en la cruz.

En respuesta a la solemne predicción de Jesús , Santiago y Juan revelan su incomprensión al pedirle que les sean otorgados posiciones de privilegio (vv. 35-37). Su pedido subraya su incapacidad para comprender la naturaleza de la misión de Jesús que su gloria no se encuentra en el poder sino en la rendición, no en un trono sino en la cruz.

Jesús los corrige con gentileza, explicándoles que el camino a la grandeza en su reino no es a través del poder sino a través de la humildad y el servicio. “Pero entre ustedes no debe ser así. 

Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos.” (vv. 43-44). En esto, Jesús redefine el liderazgo como amor sacrificial, modelado a partir de su propia vida: “Dar su vida en rescate por muchos” (v. 45). Esta enseñanza desafía a cada seguidor de Jesús a reconsiderar sus aspiraciones. El aprendizaje de Jesús está marcado por el altruismo, la voluntad de servir a los demás y un corazón alineado con el Rey siervo.

Un ciego que ve
En Jericó, antes de la entrada triunfal, nos encontramos con Bartimeo, un mendigo ciego que reconoce a Jesús como realmente es. «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» (Marcos 10:47), Bartimeo identifica públicamente a Jesús como el Mesías y Rey legítimo. El secreto ha sido revelado. El descendiente prometido de David que trae la salvación y el Reino Mesiánico es Jesús. Jesús se detiene, sana a Bartimeo y elogia su fe.

Este momento anticipa la entrada triunfal, cuando las multitudes reconocerán a Jesús como el Hijo de David proclamándolo como el cumplimiento de las promesas de la alianza de Dios. Bartimeo nos recuerda que la visión espiritual a menudo precede a la visión física y que reconocer a Jesús como el Hijo de David es fundamental para comprender su misión como Rey legítimo.

Jerusalén
En Marcos 11:1-11, Jesús entra a Jerusalén como el Rey profetizado, cumpliendo Zacarías 9:9: “Mira, tu rey viene hacia ti, justo, victorioso y humilde. Viene montado en un burro.” La multitud grita: “¡Hosanna!” y celebra la llegada del reino de David, pero su comprensión de la realeza de Jesús es incompleta. Esperan un libertador político, sin saber que la victoria de Jesús vendrá a través de su muerte, resurrección y ascensión.

La elección de un burro es significativa. Simboliza a los reyes de Israel cuando entraron a la ciudad santa montados en un burro. El Reino de Dios es un Reino al revés, de humildad y servicio, en contraste con los reyes terrenales que entraban a las ciudades capitales montados en caballos de guerra con autoridad posicional, pero sin humildad. La entrada triunfal de Jesús revela la naturaleza de su reino: un reino no de poder ni dominio, sino de humildad, servicio y amor sacrificial.

Temas principales
El secreto de Jesús ha sido revelado
En este pasaje, vemos la plenitud de la identidad de Jesús: Él es el Hijo del Hombre, que acepta el sufrimiento y el servicio; el Hijo de Dios, que demuestra autoridad y amor divinos; y el Hijo de David, que cumple las promesas del pacto a Israel. La fe de Bartimeo al identificar públicamente a Jesús como el Hijo de David revela el secreto mesiánico acerca de Jesús y resalta la importancia de la percepción espiritual para reconocer quién es realmente Jesús.

Liderazgo de servicio
Jesús redefine el significado de grandeza en su reino. Él llama a sus discípulos —y a nosotros— a seguir su ejemplo entregando nuestras vidas por los demás, dejando de lado la ambición personal y abrazando la humildad.

La naturaleza del reino de Jesús
La entrada triunfal contrasta los reinos terrenales con el Reino de Dios. La elección de Jesús de montar un burro, su disposición a sufrir y su enfoque en servir a los demás revelan un reino construido sobre la paz, la humildad y el amor sacrificial.

Reflexión: Vivir como aprendices que un día serán practicantes
El camino de Jesús a Jerusalén, su enseñanza sobre el liderazgo de servicio y su entrada triunfal nos dan el ejemplo de cómo vivir como aprendices del Rey Siervo. Estamos invitados a seguirlo y a reconocer su realeza en cada área de nuestra vida. 

Como Bartimeo, estamos llamados a ver a Jesús públicamente y proclamarlo como nuestro Rey quien es el Hijo de David, el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios. El llamado a convertirnos en aprendices nos lleva a tomar una decisión propia: ¿nos convertiremos en practicantes y crearemos nuevos aprendices para las nuevas generaciones?

Oración
Señor Jesús, Tú eres el Rey Siervo, el Hijo del Hombre que vino a dar su vida en rescate por muchos. Enséñanos a seguir tu ejemplo de humildad y servicio. Abre nuestros ojos como los de Bartimeo para que te veamos con claridad y proclamemos tu Nombre con fe y valentía. 

Que vivamos como ciudadanos de tu reino, sirviendo a los demás y glorificándote en todo lo que hacemos. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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