Devocional 014 julio

Es Tiempo de Conectar, julio 014

La Sonrisa de Dios

“El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y está lleno de amor inagotable. No nos reprenderá todo el tiempo ni seguirá enojado para siempre.

No nos castiga por todos nuestros pecados; no nos trata con la severidad que merecemos. Pues su amor inagotable hacia los que le temen es tan inmenso como la altura de los cielos sobre la tierra. Llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros como está el oriente del occidente. El Señor es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen.” Salmo 103:8-13.

Te pregunto, ¿Ves a Dios así? Con toda honestidad responde, ¿lo ves misericordioso, clemente, lento para la ira, permanentemente rico en amor?

Mucha gente lo ve como un Dios severo, distante y ausente, duro, exigente, sin alegría, difícil de complacer. ¡Pero ese no es el Dios de la Biblia! ¡Ese no es el Dios verdadero, quien se reveló en Jesucristo!

El Dios verdadero es misericordioso, quien rebosa de ternura y afecto, quien se compadece de ti cuando sufres.

En Mateo 9:36, leemos de Jesús: «Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor».

¡Ese es Dios! ¡Lleno de compasión y misericordia! ¡Para ti y para mí, sin excepción!

Dios es misericordioso y extiende su gracia aún a los que han fracasado. No hay ningún pecado que no perdone.

En el Salmo 103 leemos que no nos trata como lo merecemos y que nuestras faltas, nuestros pecados, grandes o pequeños han sido cubiertos con la Sangre de Jesús, que Él es lento para la ira y que no pierde el genio como cualquiera de nosotros.

Dios abunda en amor. No es solo un poco amoroso, sino que abunda en amor. Desborda de un amor y un afecto incansables. ¡Está loco por ti! ¡Su amor no tiene límites!

“El joven que había muerto era el único hijo de una viuda, y una gran multitud de la aldea la acompañaba. Cuando el Señor la vio, su corazón rebosó de compasión. «No llores», le dijo. Luego se acercó al ataúd y lo tocó y los que cargaban el ataúd se detuvieron. «Joven —dijo Jesús—, te digo, levántate». Lucas 7:12-14

Imagina a una mujer viuda, se le muere el único hijo, se le acerca y lleno de amor y compasión resucita a su hijo. ¡Ese es el Dios del cual te hablo!

No tenemos idea, nuestra mente no alcanza a comprender el tierno corazón de nuestro Dios.

Pero si lo supiéramos, ¿lo amaríamos más? ¿Confiaremos más en Él? ¿Lo obedeceríamos más? ¿Lo disfrutaríamos más? ¿Descansaríamos en su amor y cuidado? ¿Transformaría nuestra perspectiva de la vida?

A.W. Tozer fue un pensador y hombre de oración con un llamado a la vida interior en una época marcada por el activismo religioso superficial. Fue conocido como un autor que invita a volver a lo esencial, a conocer a Dios en la intimidad, honrarlo y vivir para Él; dijo una vez sobre Dios: «Él quiso que lo viéramos, viviéramos con Él y que su sonrisa nos inspirara».

Tres preguntas:

¿La sonrisa de Dios te inspira?
¿Vives tratando de ganar la sonrisa de Dios o descansas en el hecho de que ya la tengo en Cristo?
¿Cómo cambiaría mi día si recordara que Dios me ve con amor y no con condenación?

Oración:
Señor, gracias por tu mirada de amor que me envuelve. Enséñame a vivir no para ganar tu aprobación, sino desde la certeza de que ya me amas. Que tu sonrisa sobre mi vida me llene de paz, seguridad y alegría hoy. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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