“Entrégale tus cargas al Señor, y él cuidará de ti; no permitirá que los justos tropiecen y caigan.” Salmo 55:22

Hay momentos en que las cargas de la vida son tan pesadas, tan difíciles de cargar que sentimos que nos quieren asfixiar, cargas que abruman, que creemos que no vamos a poder y solo nos queda clamar desesperados a Dios.

Esta promesa del Salmo 55 ha sido una fuente inagotable de fortaleza y aliento a lo largo de generaciones enteras, que animan para enfrentar todo tipo de problemas, grandes y pequeños; personalmente he recurrido a este pasaje en muchas ocasiones y he repetido este versículo delante del Señor!

“Entrégale tus cargas al Señor.”

¡Señor aquí te las dejo, no soy capaz de seguirlas cargando! ¡Tómalas! ¡No puedo con ellas! ¡Son demasiado pesadas para mí! ¡No sé qué hacer! ¡No tengo las fuerzas, ni los recursos ni la sabiduría, pero tú conoces todo, mi presente y mi futuro y el de mis seres queridos que me rodean!

Una carga familiar con un hijo, una carga económica, en el trabajo, con la salud.

“…Y Él cuidará de tí.”

Señor, tú prometes en tu Palabra que me vas a cuidar y me vas a sostener. Solo tú. Sin tí siento hundirme. Eres el mejor médico, el mejor psicólogo, el mejor proveedor, mi mejor fuente de sabiduría.

“…No permitirá que los justos tropiecen y caigan.”

Señor, no soy justo en mí mismo(a) pero por tu gracia, soy justo en Jesús. Por tu gracia, me has hecho justo pues me has perdonado y me has reconciliado contigo.

Soy uno de tus santos y quiero vivir para ti. Esta promesa es para mí, Señor. ¡Y qué promesa! Es Inquebrantable. Me sostendrás, me mantendrás firme.

¿Tienes una carga?

Cuando lleguen las cargas, no las cargues. Entrégaselas al Señor. Deja que Dios lleve tus cargas.

Esta es una promesa para memorizar. Esta es una promesa para reclamar. Esta es una promesa a la cual aferrarse.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global