Es Tiempo de Conectar, junio 016

El Día que Dios Toca a tu Puerta

“¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.” Apocalipsis 3:20

Hay momentos en nuestras vidas que jamás olvidaremos. Nunca he olvidado el momento en que se dio la noticia del asesinato del Presidente John F Kennedy en 1963 y yo apenas tenía 8 años.

Casi todos recordamos dónde estábamos el día del ataque terrorista a las Torres Gemelas en Nueva York.

Después de años de búsqueda y rebeldía y de estar cuestionando la fe cristiana, no olvido cómo en medio de una depresión profunda el Espíritu Santo llegó a mi vida y sentí un gozo que nunca antes había sentido.

¡Días que no se olvidan! ¡Días que marcan el alma! Aquellos días en los que Dios toca la puerta, interrumpe tu rutina y te invita a caminar con Él hacia un destino que nunca imaginaste.

¡Hoy Dios está tocando a tu puerta!
Un día Dios tocó la puerta de Abraham cuando tenía 75 años y una vida ya construida y quizás viviendo en comodidad. Le pidió que dejara todo: casa, parentela, tierra, seguridad, y aunque no sabía a dónde iba a ir, Abraham decidió abrir la puerta, y comenzó una larga historia del pueblo de la fe con implicaciones hasta el día de hoy. (Génesis 12).

Un día Dios tocó la puerta de Moisés en el desierto y le habló desde una zarza ardiente, algo que Moisés no esperaba. Aunque había crecido en el palacio del Faraón de Egipto, cometió un error, le tocó huir y se resignó a una vida en el anonimato. Pero Dios lo llamó por nombre y lo envió a liberar a su pueblo. (Éxodo 3).

Dios tocó la puerta del gran profeta Samuel, siendo apenas un niño. Lo llamó por su nombre en la quietud de la noche. Aunque no entendía, aprendió a responder: “Habla, Señor, que tu siervo escucha.” (1 Samuel 3).

Dios tocó la puerta de Elías mientras huía del rey de Israel y se encontraba en una cueva de frustración y miedo. No vino con terremoto ni fuego, sino con un susurro suave (1 Reyes 19). Y en ese susurro, lo levantó y le dio nuevas instrucciones.

Podrás decir, ¿yo?, a esta edad, en medio de tantas dificultades personales, económicas, después de una vida de errores, limitaciones, éxitos y fracasos, ¿Será que sí?

Jesús nos dice a todos en Apocalipsis 3:20, “estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye…”

No te conformes con vivir una vida de mediocridad, no dejes que tus fracasos ni tampoco tus éxitos te definan. Moisés, después de haber perdido prestigio, comodidad y un gran futuro y después de años en el desierto, escuchó, creyó y obedeció.

David, cayó en adulterio con Betsabé, una vecina que vivía al lado del palacio real, la embarazó y para empeorar todo asesinó a su esposo Urías (2 Samuel 11). Lo importante es que reconoció su pecado tras ser confrontado por el profeta Natán y leemos su confesión en el Salmo 51:4, “Contra ti, contra ti solo he pecado.”

Aunque enfrentó consecuencias, Dios no le quitó su pacto ni su llamado. Fue restaurado y siguió siendo llamado “un hombre conforme al corazón de Dios,” y lo más importante, terminó bien.

Preguntas claves:
¿Reconoces que es Dios el que está tocando a tu puerta?
¿Estás en crisis o te está yendo bien y sientes que Dios te está llamando?
¿Estás dispuesto(a) a aceptar su llamado, incluso si no entiendes lo que viene después?

Dios sigue tocando puertas y nos invita a un banquete, a cenar con Él. A veces es un llamado al servicio. Otras veces a apagar todo, el televisor, el teléfono celular, el ruido externo y a que regreses al primer amor y que recuerdes que no estás solo(a), aunque el camino se vea oscuro.

Oración:
Repite conmigo en voz alta: Señor, gracias por tocar a mi puerta y por querer entrar a mi vida aun cuando yo no te estaba buscando. Ayúdame a reconocer tu voz en medio del ruido y a responder con fe, como Abraham, Moisés, Samuel, David y Elías. Hoy vuelvo a abrir la puerta, confiando en que Tú entras para transformar mi vida. Amén.

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Escrito y narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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