Es Tiempo de Conectar, mayo 016

El  verdadero don es el llamado que recibes

“Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es miembro de ese cuerpo.” 1 Corintios 12:27

“ y lo he llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa …” Éxodo 31:3

El don que tienes no es tuyo; le pertenece a Dios. Es una responsabilidad sagrada, una herramienta del Reino que se transmite de generación en generación, de un constructor fiel a otro.

Algunos aprendices reciben herramientas nuevas; otros reciben herramientas usadas por aquellos que les precedieron, marcadas por callos, sudor, desgaste y recuerdos. Y los mejores aprendices no se quejan, y no la ven como una herramienta usada sino como una responsabilidad sagrada.

El Espíritu que dotó a Bezalel para la construcción del tabernáculo es el mismo Espíritu que está en tí y te empodera. El modelo de Dios no ha cambiado. Él otorga dones a las personas para ser usadas en el servicio comunitario y para el trabajo espiritual que tiene un legado perdurable.

Tu don no es casualidad. Es una responsabilidad que Dios ha confiado en tus manos.

El mundo considera los dones como cualidades personales, destinadas a elevar, impresionar o beneficiarse personalmente. Pero en el Reino, tu don no se trata de ti. Es parte de una estructura mayor: un Cuerpo que necesita de tu mayordomía y fidelidad, más que solo de tu habilidad.

Pablo nos recuerda que cada parte del Cuerpo es valiosa, especialmente aquellas que parecen débiles o insignificantes. Y sin embargo, ¿cuántos aprendices descuidan sus dones simplemente porque se sienten pequeños?
Pero la verdad es que si proviene de Dios, es sagrado y si es sagrado, debe ser honrado y bien administrado.

La confianza sagrada a nivel generacional
Cuando Bezalel recibió su llamado, este no surgió de la nada. Tenía sus raíces en el pacto, pasó por el desierto y se aplicó en el tabernáculo.
Tu llamado probablemente lleva las huellas de quienes te precedieron:

Un mentor que lloró y oró por ti.
Un padre que se sacrificó sin buscar reconocimiento
Un pastor que preparó y te entregó la Palabra
Un amigo que vio tu valor antes que tú

Estos no son legados heredados sino transmitidos. Honrarlos no significa solo preservarlos, sino edificarlos con valentía y fidelidad delante de Dios.

El aprendizaje significa buena mayordomía y administración
Un verdadero aprendiz no desprecia la herramienta por el hecho de estar usada y ser vieja. La honra porque alguien más la cargó hasta que ya no pudo más. Es cierto que el Espíritu da dones diferentes a cada persona, pero todos provienen de un mismo Dador, es por eso que construimos juntos algo que refleje su gloria. Eres parte de algo que dura más que tu propia vida.

Considera hacer un inventario mientras practicas hoy tus habilidades espirituales:

¿Qué ha puesto Dios en tus manos?
¿Quién te lo entregó?
¿Y qué haces con ello?

Junto con los dones, también se te ha confiado algo. Recibo las herramientas de mi vocación con reverencia. Estoy agradecido. Honro a quienes me formaron. Me comprometo a administrar lo que he recibido y a transmitirlo con alegría.

Preguntas claves:
¿Consideras tu don espiritual como un encargo sagrado o como un proyecto personal?
¿Quién ayudó a dar forma a la manera en que sirves, hablas o ejerces tu liderazgo?
¿Estás dispuesto a transmitir lo que has aprendido a alguien que venga después de ti?

Oración de restauración:
Señor, gracias por los dones que me has confiado. Que nunca los menosprecie ni me los apropie con egoísmo. Enséñame a usarlos bien, para el bien de tu Cuerpo y la edificación de tu Reino. 

Y cuando llegue el momento, dame la valentía para transmitirlos: para compartir lo que he aprendido, para honrar a quienes me enseñaron y para invertir en quienes construirán después de mi partida. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

 

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