Es Tiempo de Conectar, marzo 017

La cita

«Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con él. Designó a doce, a quienes nombró apóstoles, para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar 15 y ejercer autoridad para expulsar demonios. 

Estos son los doce que él nombró: Simón (a quien llamó Pedro); Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo (a quienes llamó Boanerges, que significa «Hijos del trueno»); Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Zelotey Judas Iscariote, el que lo traicionó. »— Marcos 3:13-19

A lo largo de las Escrituras, las montañas, históricamente, fueron lugares desde donde Dios llamó a su pueblo a acercarse, escuchar y recibir su dirección. Desde Moisés recibiendo los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí (Éxodo 19) hasta Elías encontrándose con Dios con una voz suave y apacible en el Monte Horeb (1 Reyes 19), las montañas han servido como espacios sagrados para la revelación y el llamado. 

En Marcos 3:13-19, Jesús continúa este patrón al ascender a una ladera de montaña y llamar a sus doce apóstoles para que se unieran a Él.

Jesús llama a estos doce hombres no sólo a seguirlo, sino a compartir su misión. Son designados como sus aprendices, encargados de predicar la Buena Nueva y expulsar a los demonios. La montaña se convierte en un lugar de transformación, un momento en el que trabajadores comunes, pescadores y recaudadores de impuestos son apartados para una labor extraordinaria en el reino de Dios.

Como aprendices, estos hombres aprenderán estando con Jesús. Él no les da simplemente tareas para realizar, más bien, los invita a una relación de aprendizaje para que se conviertan en practicantes. 

Lo verán enseñar, sanar y ministrar. Observarán cómo se enfrenta a la oposición y cómo prioriza el tiempo con su Padre. Su aprendizaje no consiste únicamente en adquirir habilidades, sino en llegar a ser más como el Maestro.

La variedad de los doce apóstoles es sorprendente. Entre ellos hay pescadores (Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan), un recaudador de impuestos (Mateo) e incluso un zelote (Simón). Estos hombres provienen de diferentes ámbitos de la vida, pero Jesús los reúne con un propósito compartido. 

Sus diferencias no son una barrera, sino una fortaleza. Juntos, representan el tipo de comunidad que Jesús está construyendo: una comunidad donde personas de diferentes orígenes están unidas en su amor por Él y su compromiso con Su misión.
Para los trabajadores, artesanos y comerciantes, este pasaje es un recordatorio del poder del aprendizaje. Así como Jesús llamó a sus aprendices a aprender de Él, también nosotros estamos invitados a seguir al Maestro y a dejarnos moldear por su ejemplo. 

El aprendizaje requiere humildad, paciencia y disposición a que nos enseñen. También requiere un compromiso con la misión: tomar lo que hemos aprendido y usarlo para el Reino de Dios.

Puntos claves
Dios nos llama por nuestro nombre
Así como Jesús llamó personalmente a cada uno de los doce, Él nos llama a nosotros por nuestro nombre. Nuestros dones, experiencias y hasta nuestros defectos únicos no son obstáculos para Su llamado, sino que forman parte de cómo Él planea usarnos.

Las montañas son lugares de transformación
En las Escrituras, las montañas son lugares donde las personas se encuentran con Dios y cambian. ¿Dónde está tu «montaña»? Puede ser un momento tranquilo de oración, un tiempo de reflexión o una temporada de aprendizaje y crecimiento. 

Jesús nos llama a acercarnos a Él para que pueda prepararnos para lo que está por venir.

Aprendizaje para convertirse en practicantes
Los apóstoles no solo aprendieron de las palabras de Jesús, sino de su vida. Como sus aprendices, estamos llamados a seguirlo y a ser como Él, para poder enseñar a otros.

Mientras reflexionas sobre este pasaje, recuerda la historia de tu llamado. Puede ser un momento en el que sentiste a Jesús más cerca o tal vez cuando Él se volvió real por primera vez y le entregaste tu vida. Quizás quieras recordar una experiencia de “cima de la montaña” que tuviste con Jesús. ¿Cómo fue? ¿Es hora de tener otra?

Oración
Señor, gracias por llamarme a ser Tu aprendiz. Como los doce, a veces me siento indigno y no siempre hago las cosas bien. Sé que ves en mí un potencial que yo no puedo ver en mí mismo. Ayúdame a acercarme a Ti y a aprender de Ti, no solo en lo que dices sino en cómo vives. 

Crea en mí un corazón limpio de devoción, para que a medida que avance en el proceso de aprendizaje, pueda convertirme en el practicante que Tú me llamaste a ser. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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