
Es Tiempo de Conectar, febrero 019
Amigos y no esclavos
“Seis días antes de que comenzara la celebración de la Pascua, Jesús llegó a Betania, a la casa de Lázaro, el hombre a quien él había resucitado. Prepararon una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro estaba entre los que comían con él. Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume.” Juan 12:1-3
La amistad con Jesús es uno de los mejores regalos dados por Dios.
A lo largo de la historia Dios ha tenido amigos cercanos como Abraham, Enoc y muchos otros.
Salmo 25:14 «La comunión íntima de Dios es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.»
Dios le otorga su amistad a todos quienes tengan un corazón dispuesto, a una vida que quiera ir más allá de una actividad dominguera. Ese nivel de amistad profunda es el que Dios busca.
No tienes que llegar a ser una Madre Teresa, un Billy Graham. Tal fue el caso de la familia de Marta, María y Lázaro quienes eran una familia que amaba a Jesús y eran amados por Él, ellos tenían claro quién era Jesús.
“Sí, Señor, le dijo ella. Siempre he creído que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que ha venido de Dios al mundo.” Juan 11:27
Jesús cuando ascendió a los cielos dijo: “Les voy a enviar al Consolador, Él estará con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.»
Quién está con nosotros ahora es la persona del Espíritu Santo, alguien que escucha, que siente, que ama, que consuela, que protege, que te satisface, es más de lo que puedo describir con palabras…. El Espíritu Santo es todo.
A veces nos apartamos y hacemos como si no existiera, lo usamos para lo que nos conviene y somos sólo siervos de Dios, mas no amigos.
El mismo Jesús lo dijo en Juan 15:15, «Ya no los llamo esclavos, porque el amo no confía sus asuntos a los esclavos. Ustedes ahora son mis amigos, porque les he contado todo lo que el Padre me dijo.”
El privilegio de ser contados como amigos de Dios, no tiene comparación.
Comparte con el Espíritu Santo tu vida, tus tristezas, tus preocupaciones, Él tiene el poder para levantarte, para restaurarte por completo. Atiende a su voz, ora por los enfermos, por los presos, por los que padecen, por la Iglesia.
La presencia del Espíritu Santo vendrá cada vez que decidas buscarle, te va a enseñar cosas grandes, cosas profundas, Él quiere que las sepas.
El requisito para que tengas intimidad con Dios es que seas auténtico y real, Él lo conoce todo y quiere llevar tu relación de intimidad a otro nivel sin fingir ni pretender.
Un encuentro diario con el Espíritu Santo va a quitar tus temores y va a cambiar la manera cómo vives y cómo ves las cosas.
Ora conmigo Isaías 26:9,
“Te busco por la noche; en la mañana te busco de todo corazón.” Isaías 26:9
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