
Es Tiempo de Conectar, julio 019
Dios es siempre el mismo.
«Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.» Hebreos 13:8.
A lo largo de los siglos, la humanidad ha cambiado: imperios han caído, culturas han evolucionado, tecnologías han transformado la manera en que vivimos y nos relacionamos. Pero hay una verdad que ha permanecido intacta desde el principio: Dios no ha cambiado.
Su poder no ha disminuido, su compasión no se ha enfriado, su santidad no se ha rebajado, y su fidelidad no se ha debilitado. A través de generaciones, Su carácter ha permanecido firme. Si Dios fue digno de confianza ayer, también lo es hoy, y lo será mañana.
Vivimos en un mundo que cambia constantemente: cambian las personas, las circunstancias, las emociones, las promesas. Nada parece durar, y eso puede generar inseguridad, ansiedad y temor. Pero hay una verdad que sostiene nuestra fe como una roca firme: Dios es inmutable, nunca cambia.
Entiendo que muchas personas hoy piensan que debemos adaptarnos a los tiempos y cambiar nuestra manera de ver ciertos temas. Vivimos en una cultura que avanza rápido, que promueve la libertad individual y la redefinición de valores. Sin embargo, como creyente, mi convicción está basada no en lo que es popular o moderno, sino en lo que Dios ha establecido en Su Palabra, que no cambia con el tiempo.
La Biblia dice: «La hierba se seca, y la flor se marchita, pero la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.» Isaías 40:8
La vida humana es valiosa desde el vientre. Dios conoce a cada persona antes de nacer (Jeremías 1:5) y considera la vida un don sagrado. Defender la vida no es un asunto de ideología, sino de dignidad humana y obediencia a Dios.
Dios ama a todas las personas, sin excepción. Pero también nos llama a vivir conforme a Su diseño para la sexualidad, que fue creado entre un hombre y una mujer en el contexto del matrimonio. No se trata de rechazar a nadie, sino de invitar a todos a experimentar la verdad que transforma y libera.
Aunque hoy se dice que no hace falta casarse, la Palabra enseña que el matrimonio es una institución establecida por Dios para reflejar su fidelidad, compromiso y amor. No es una imposición religiosa, es un regalo divino que protege, une y bendice.
Sí, debemos comunicar la verdad de manera relevante, con compasión y claridad. No adaptamos el evangelio a la cultura; más bien, dejamos que el evangelio transforme nuestra cultura. Se dice que el Evangelio es contracultura.
Siempre responde con amor, sin caer en discusiones o condena. Jesús no comprometió la verdad, pero tampoco dejó de amar a los que estaban perdidos. Tener actitud generosa puede abrir una puerta donde la confrontación cierra corazones.
En tiempos de confusión, inseguridad o cambio, nuestra esperanza se fortalece al recordar que Dios sigue siendo el mismo. No necesitamos un Dios diferente, porque el de siempre ha sido suficiente.
Pregunta,
¿Hay algo que ha cambiado en tu vida que te ha hecho dudar de Dios?
¿Cómo te consuela saber que Él no cambia, aunque todo a tu alrededor sí lo haga?
Oración:
Señor, gracias porque Tú eres el mismo siempre. En un mundo inestable, Tú eres mi roca firme. Ayúdame a confiar en tu carácter inmutable y a recordar que aunque todo cambie, Tú nunca lo harás. Amén.
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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global