Es Tiempo de Conectar, febrero 020

Dios es mi ayudador

“Que el Señor responda a tu clamor en tiempos de dificultad; que el nombre del Dios de Jacob te proteja de todo mal.

Que te envíe ayuda desde su santuario y te fortalezca desde Jerusalén.
Que se acuerde de todas tus ofrendas y mire con agrado tus ofrendas quemadas.

Que él conceda los deseos de tu corazón y haga que todos tus planes tengan éxito.

Que gritemos de alegría cuando escuchemos de tu triunfo y levantemos una bandera de victoria en el nombre de nuestro Dios.

Que el Señor conteste a todas tus oraciones.

Algunas naciones se jactan de sus caballos y sus carros de guerra, pero nosotros nos jactamos en el nombre del Señor nuestro Dios.

Esas naciones se derrumbarán y caerán, pero nosotros nos levantaremos y estaremos firmes.”
Salmos 20:1-8

Vemos a un Rey David tan humano en este Salmo que representa a cualquier persona de cualquier nación, de cualquier raza, cualquier pueblo, cualquier idioma, a todos, incluídos tu y yo, nacidos muchos siglos de haberse escrito este Salmo.

Es la oración perfecta para ayudarnos a orar en tiempos de incertidumbre y confusión.

David, por inspiración del Espíritu Santo, canta un cántico de gran seguridad, protección, poder y descanso para la persona que descansa en el Señor.

La versión siríaca de la Biblia menciona que este salmo se escribió en ocasión de la guerra de David contra los amonitas. Muchos creen que fue una oración a favor del rey que salía a la guerra, o una oración para encomendar al ejército antes de ir a una batalla.

Cierra por un momento tus ojos y piensa qué batalla estás enfrentando en este momento y que necesitas ganar. Una batalla por un hijo(a) descarriado, una batalla contra el estado o contra alguien por una liquidación laboral justa, una enfermedad tuya o la de un ser querido, una deuda que para pagarla requiere de la intervención de Dios.

Este salmo nos anima a creer que la victoria va a llegar en el momento que Dios envíe ayuda desde su santuario.

Y esa ayuda es su Hijo Jesús que trajo salvación al vencer a sus enemigos no con armas de este mundo, dice 2 Cor. 10:4.

“Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos.”

Cuando enfrentamos obstáculos, enemigos, lo primero que tenemos que hacer es mirarnos a nosotros mismos primero pues yo, Juan, muy a menudo soy el mayor obstáculo a vencer.

Después de haber arreglado y haber puesto en orden mi mundo interior, después de amar a mi enemigo con el amor de Cristo, voy a tener la capacidad y la lucidez para vencer a mis enemigos externos.

Cuando nos acercamos a Dios hay una transferencia, llegamos desanimados y salimos animados; llegamos cargados y salimos descansados; llegamos atados y salimos libres; vamos con miedo, y salimos con fe, vamos con una necesidad y es suplida en su presencia.

La palabra griega de ayudador es “parakletos” que describe a uno que viene al lado de otro para ser su defensor, su abogado, su intercesor, su consejero.

Cada vez que salimos de casa, recordemos que el ayudador camina con nosotros.

Es por Él que nos mantenemos con vida, es por Él que los planes de los malvados quedan eliminados, porque Él es el que nos libra, quien nos ayuda a que nos vaya bien, Él está con nosotros siempre.

Nos prometió en el Salmo 54, “ ‘Pero Dios es mi ayudador; ¡el Señor me mantiene con vida!

Él nunca te dejará, nunca te abandonará, siempre te sustentará.
Gracias Dios porque puedo ir a tí en mi desesperación, puedo correr a tí en oración pues tú eres mi ayudador.

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