Es Tiempo de Conectar, abril 021

De Resurrección a Pentecostés Imparable

Hoy comenzamos una nueva serie de 50 días donde vamos a reflexionar sobre los días, desde la Resurrección hasta Pentecostés; un tiempo especial en el que Jesús, el Mesías resucitado, moldeó el corazón y el alma de sus seguidores, revelando lo que significa vivir como eternos constructores del Reino y lidiar con la tensión entre la vida aquí en la tierra y la eternidad.

“Al día siguiente, que era el día de descanso, los principales sacerdotes y los fariseos fueron a ver a Pilato. Le dijeron: —Señor, recordamos lo que dijo una vez ese mentiroso cuando todavía estaba con vida: “Luego de tres días resucitaré de los muertos”. Por lo tanto, le pedimos que selle la tumba hasta el tercer día. Eso impedirá que sus discípulos vayan y roben su cuerpo, y luego le digan a todo el mundo que él resucitó de los muertos. Si eso sucede, estaremos peor que al principio. Pilato les respondió: —Tomen guardias y aseguren la tumba lo mejor que puedan. Entonces ellos sellaron la tumba y pusieron guardias para que la protegieran.” Mateo 27:62-66.

“Esto dice el Señor : «Iré delante de ti, Ciro, y allanaré los montes; echaré abajo las puertas de bronce y cortaré las barras de hierro.” Isaías 45:2

No hay absolutamente nada que pueda impedir los propósitos de Dios, no hay fuerza ni muerte ni gobierno, nada que obstaculice a Dios en lo que se ha propuesto. Esto se aplica a tu vida, a tu familia, a tu trabajo, a todo.

Leemos que los líderes religiosos eran muy conscientes de las palabras de Jesús, especialmente de su anuncio de que resucitaría al tercer día. Por eso pidieron a Pilato que asegurara la tumba con guardias, temiendo que alguien robara el cuerpo. Pero lo que no esperaban era la omnipotencia del plan redentor de Dios.

No podían detener el propósito divino de levantar al Nuevo Adán, de iniciar una nueva humanidad con Jesús como el primogénito de esa nueva creación.

“Los guardias tuvieron tanto miedo que se pusieron a temblar y casi se mueren del susto.” Mt 28: 4

A pesar de que fueron sobornados por los líderes religiosos para que no dijeran lo que en verdad había ocurrido, dime quién se queda callado presenciando tal espectáculo. ¡NADIE!

Dos mil años después Él continúa restaurando a su pueblo, edificando su Reino y formando a sus discípulos para que vivan bajo una ley diferente: la ley de la Vida y la Libertad.

¿Qué es la vida de resurrección?

Si Jesús resucitó, ¿por qué seguimos enfrentando la muerte? Si la tumba está vacía, ¿por qué aún vemos tantas vidas rotas?

Estas no son solo preguntas teológicas, sino un anhelo de tener respuestas. La resurrección no niega la muerte, la vence. Jesús no solo resucita en cuerpo, sino que es el inicio de una nueva creación. Él es las primicias de un mundo nuevo (1 Corintios 15:20), y como discípulos estamos llamados a vivir como si ese mundo ya fuera una realidad.

Reflexión:
Antes de que hubiera fuego o lenguas, antes de que el Espíritu descendiera en Pentecostés o la Palabra fuera predicada en todos los idiomas, había una piedra que necesitaba ser removida.

Esto no fue simplemente remover una barrera sino que fue un acto de convergencia divina: el cielo irrumpiendo en la tierra, la eternidad abriéndose paso en medio de la mortalidad. Jesús resucitado no solo venció la muerte, sino que inauguró el Reino.

La piedra no fue removida para que Jesús escapara sino para que nosotros pudiéramos ver la tumba vacía. Aquel que calmó tormentas no necesitaba ayuda con una roca. Fue Dios quien la movió para mostrarnos que la muerte había sido derrotada.

La Resurrección no es solo un milagro ni una doctrina religiosa, es el modo en que Dios obra: toma la iniciativa, actúa con amor y rompe las rocas que creemos que son imposibles de ser removidas como la culpa, al adicción, la confusión… incluso la muerte.

En aquella primera mañana de Resurrección, algo cambió. Una tumba se convirtió en un umbral. Un lugar oscuro y sellado se convirtió en tierra santa. Y todo el cosmos comenzó a realinear su visión en torno a la victoria del Rey resucitado. Esto es lo que Jesús quiso decir cuando habló de la vida de Resurrección. No es solo una esperanza lejana, sino una invitación presente. No es solo para Él, sino para ti. Él se mueve primero, mueve rocas y hoy quizás te esté llamando a salir a la luz.

El Reino y El Pacto
Las mujeres llegaron a la tumba trayendo especias, no porque no creyeran sino porque a lo largo de la historia nunca había sucedido algo parecido. Ningún profeta había conquistado la tumba; Ningún mesías se había levantado de nuevo.

Jesús reveló una verdad contundente: el último enemigo, la muerte, ha sido vencido. Nadie lo esperaba, pero la piedra fue removida. En ese momento, la eternidad se cruzó con el tiempo, el cielo tocó la tierra, y en el centro de ese Reino eterno brilla un nombre: Jesús.

“«¿Por qué buscan entre los muertos a alguien que está vivo? ¡Él no está aquí! ¡Ha resucitado!” Lucas 24:5-6

Conclusión
¿En qué área de tu vida Dios ya ha removido la piedra, pero sigues trayendo especias como si todo estuviera perdido?
Justo donde esperabas dolor, Dios te está preparando un encuentro con Su gloria.
Como aprendices de la resurrección, no venimos con aceites para embalsamar, sino con manos abiertas, corazones rendidos y pies dispuestos a seguir al Resucitado.

Este Reino no se retrasa, ni se pospone, ni es una ilusión. Está presente y encarnado en la persona de Jesús y ahora en quienes son sus discípulos.

La piedra removida es una declaración de victoria sobre la muerte. El tan esperado Reino de Dios ha irrumpido en la historia no usando medios violentos para la toma del poder sino mediante la resurrección.

Oremos
Rey Resucitado, quita toda piedra que me impide ver lo que ya estás construyendo. No permitas que me aferre a lo que está muerto, sino que ascienda y sea parte de lo que se está formando. Hoy decido por fe entrar a la Vida de Resurrección. Que esta sea la primera piedra de un nuevo cimiento.
En tu nombre, Jesús. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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