
Es Tiempo de Conectar, febrero 021
Dios no mira las apariencias, sino el corazón
“Pero el Señor le dijo a Samuel: No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón. 1 Samuel 16:7.
La desobediencia, la terquedad y la rebeldía tienen consecuencias y para Saúl, el primer rey de Israel, la consecuencia fue haber sido rechazado como rey. Su inseguridad, su ira y sus celos afectaron su liderazgo y le hicieron tomar decisiones equivocadas.
Dios entonces no se da por vencido con Israel y para cumplir con Sus propósitos se traza un plan y envía al profeta Samuel a la casa de Isaí con el fin de ungir a uno de sus ocho hijos para ser el heredero de la corona..
Al llegar Samuel y pasar revista a los hijos de Isaí, llegó a Eliab y creyó que este era el escogido pues se veía fornido y muy bien parecido, pero Eliab no era la persona.
Dios entonces reprende a Samuel por la manera de ver a la gente, la misma falla que todos tenemos, que nos dejamos impresionar fácilmente por las apariencias.
Entonces le dice que no se deje llevar por la estatura o por la apariencia física sino por la manera cómo sea por dentro.
Nosotros nos dejamos llevar tan fácil por las apariencias, nos dejamos engañar fácilmente por el vestido, por la educación, el vehículo, por el puesto de trabajo, por el blablablá de alguien, por tantas cosas que nos dejamos impresionar, pero Dios no es así sino que da más importancia al carácter interno, a que seamos enseñables, humildes y auténticos.
El énfasis desbordado por la apariencia física en nuestra época es alarmante. Nuestro país, Colombia, se ha posicionado como un destino para que muchos, locales y extranjeros, inviertan en cirugías plásticas para mejorar su apariencia.
¡Somos tan superficiales!
Los que somos seguidores de Jesús, los que decimos vivir para la eternidad y no para este mundo, que servimos a aquel que fue exhibido desnudo y sangriento en la cruz, deberíamos reflexionar sobre nuestros valores.
Nos llegó la hora de ver a la gente de la manera que Dios les ve. O decidimos seguir la corriente del mundo o vemos las cosas de una manera diferente como hombres y mujeres de Dios.
Dios entonces eligió a David, el menor de todos. ¿Por qué? No por su apariencia sino porque David tenía un corazón para Dios.
“’Pero Samuel respondió: ¿Qué es lo que más le agrada al Señor : tus ofrendas quemadas y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio, y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.” 1 Samuel 15:22.
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