
Es Tiempo de Conectar, mayo 021
Cubierto en el Jardín, Luchando en la Resurrección
“ En ese momento los ojos de ambos fueron abiertos y tomaron conciencia de su desnudez. …. entonces corrieron a esconderse entre los árboles para que Dios no los viera. Génesis 3:7-8
“Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
Romanos 8: 1-2
La vergüenza fue la primera reacción en cadena como consecuencia de haber pecado. Antes de la muerte, antes del exilio, experimentamos la repentina y devastadora convicción de que «Algo anda mal conmigo.»
La vergüenza no solo dice: «Hiciste algo malo,» dice «Estás equivocado.»
Y desde ese momento en el Edén nos hemos estado escondiendo de Dios usando “hojas de higuera” de desempeño, de nuestros logros e incluso de nuestras ocupaciones espirituales y religiosas, esperando que nadie, ni siquiera Dios, se dé cuenta del desastre en que vivimos.
¿Pero qué nos pasa hoy?
Sabemos que Jesús ha resucitado, que la tumba está vacía… y, sin embargo:
Nuestros seres queridos aún enfrentan el cáncer.
El aborto sigue impidiendo a quien abrazar.
La infertilidad sigue apagando sueños.
Y seguimos enterrando a personas por quienes oramos con todo el corazón para que no murieran.
¿Cómo puede la vida de resurrección ser real si la muerte todavía se siente tan poderosa?
La resurrección no negó la muerte sino que derrotó su última palabra.
Jesús resucitado no volvió ileso, regresó con cicatrices. Permaneció en medio del dolor, sin alejarse de él y nos dice, como le dijo a Tomás: «Toca mis heridas. Compruébalo tú mismo, sé lo que es sangrar».
Esta es la resurrección; no es una negación de la muerte, sino una declaración desafiante de que la muerte no tiene la última palabra y que la muerte no será el fin.
El mismo Espíritu que resucitó a Jesús ahora habita en nosotros, pero eso no significa que ya no nos vamos a lamentar, sino que significa que no nos vamos a lamentar sin esperanza.
La vergüenza dice que estás roto, la resurrección dice que eres amado, incluso en el sufrimiento. El apóstol Pablo no afirma que nunca más vamos a luchar con algo, dice que no hay condenación para quienes están en Cristo.
Esto incluye a:
Los que todavía están sufriendo
Aquellos que aún no tienen todas las respuestas
Aquellos que aman al Señor resucitado y todavía luchan con la pérdida
No estás excluido ni te falta la fe porque dudas, sino que estás sostenido incluso cuando haces preguntas difíciles.
Preguntas claves:
¿Acaso te escondes todavía de Dios porque el dolor es demasiado profundo o la vergüenza demasiado fuerte?
¿Crees que la vida de resurrección incluye a las personas que lloran mientras continúan su camino de fe?
¿Eres consciente de que Jesús se conduele por tu dolor, y espera caminar a tu lado?
Oración de restauración:
Jesús, quiero decirte que, aunque creo en la resurrección, a veces me siento como si estuviese en un cementerio.
Habla a mi dolor, cubre por favor mi vergüenza. Encuéntrame en la crudeza de la oración que no obtiene respuesta. No quiero tener una fe que huye ni que se esconda, quiero una fe que me lleve a caminar contigo, una fe profunda y viva. Amén.
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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global