Es Tiempo de Conectar, abril 022

Traza los Planos Arquitectónicos de una Nueva Vida

“Ese domingo, al atardecer, los discípulos estaban reunidos con las puertas bien cerradas porque tenían miedo de los líderes judíos. De pronto, ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! «La paz sea con ustedes», dijo. Mientras hablaba, les mostró las heridas de sus manos y su costado. ¡Ellos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor! Una vez más les dijo: «La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Entonces sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo.».” Juan 20:19-23

El Jesús resucitado entra en la habitación donde estaban encerrados; entra, no por la puerta, sino atravesando el velo de la muerte y les dice:
«La paz sea con ustedes».

No es un simple saludo, sino una realidad viva, como el primer trazo arquitectónico de la Nueva Creación.

La paz que Jesús ofrece no depende de las circunstancias. No está atada al poder político, al estatus social ni a quién gobierne sean romanos o sacerdotes. Es la irrupción de la eternidad en el tiempo—una paz espiritual que declara que la obra está terminada y que un nuevo comienzo ha llegado.

“«Como el Padre me envió, así también yo los envío». Y entonces, sopló.”

Este momento hace eco de Génesis 2:7: “Entonces el Señor Dios formó al hombre… y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.
Ahora Jesús, el segundo Adán, después de atravesar la muerte y entrar en la vida incorruptible, vuelve a respirar, pero esta vez no lo hace sobre el polvo, sino sobre personas-discípulos vivos. Esta no es una metáfora, es la Nueva Creación tomando forma.

Es el plan eterno de Dios tomando forma en aprendices quebrantados, confundidos e inseguros. El aliento de Jesús es el Espíritu de libertad, y donde está el Espíritu del Señor, allí, sobrenaturalmente, se está edificando algo nuevo.

El Perdón como herramienta del Reino
Entonces Jesús hace algo aún más asombroso. Después de resucitar, impartir paz a sus discípulos y mostrarles sus cicatrices, les concede algo que ningún rabino había otorgado antes: la autoridad para perdonar pecados.
«A quienes les perdonen los pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados» (Juan 20:23).

Esto no es un facilismo ni una licencia para manipular a otros con la gracia, es una comisión del Reino, audaz, sagrada y profundamente costosa.
Jesús no presenta el perdón como una forma personal de lidiar con el dolor. Lo entrega como una herramienta esencial para reconstruir un mundo roto.

El perdón no es una sugerencia, sino una instrucción firme y arraigada en su amor demostrado en la cruz.

Es una herramienta que Él pone en nuestras manos, no para juzgar, sino para extender el poder de la resurrección a los demás.

En manos de los discípulos de Cristo, el perdón se convierte en un acto de nueva creación. Es la forma en que liberamos a los cautivos y abrimos la puerta a un futuro redimido que irrumpe en el presente.

El perdón limpia el terreno donde antes crecía la amargura y abre espacio para que el Reino de Dios eche raíces. Perdonar no es simplemente soltar el pasado, sino colaborar con Dios en la restauración de lo roto.

Cuando perdonamos, nos alineamos con el plan del cielo. Soltamos las cadenas del viejo orden y damos paso a la vida de resurrección. Pero cuando retenemos el perdón—por dolor, orgullo o miedo—corremos el riesgo de reconstruir con escombros, levantando muros donde Dios quería abrir puertas.

Convergencia del Reino: El Aliento y el Plan Maestro
Este no fue el surgimiento de algo nuevo, sino la revelación de algo extraordinario. El Reino Mesiánico, largamente predicho, comenzaba a restaurar toda la creación: un soplo, una vida y un alma perdonada a la vez. Los discípulos no están reemplazando a Israel, sino que se están convirtiendo en lo que Israel siempre estuvo llamado a ser:

Luz a las naciones
Lugar donde el Espíritu de Dios mora
Un pueblo sacerdotal que trae perdón, no venganza

El Espíritu capacita a los gentiles creyentes no para convertirse en «nuevos judíos», sino para unirse al Reino bajo la Ley de Vida y Libertad, gobernado por la paz y formado por el perdón. Esto no significa borrar la historia de Dios sino que es la expansión de su plan eterno.

Puntos claves
Jesús edifica, sopla y luego envía. Ofrece paz y luego entrega una herramienta de enorme trascendencia eterna la cual es el perdón.

¿En qué áreas de tu vida necesitas recibir nuevamente el soplo de Cristo?
¿Dónde sigues trabajando con planos viejos y obsoletos?
¿Dónde has cerrado la puerta al perdón y con ello has detenido la construcción del Reino?

Has de cuenta que Jesús ha entrado donde has estado encerrado(a) y te ha dado los materiales iniciales para la construcción del Reino que son, Paz, Espíritu Santo, el Perdón, y Propósito.

Oración
Jesús resucitado, sopla sobre mí tu vida de nuevo. Que mi alma se convierta en un lugar de paz y no de miedo. Enséñame a usar el perdón como tú lo hiciste, no para protegerme, sino para edificar a otros. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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