“Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces. Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan. ¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los cardos? Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos. Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos.” Mateo 7:15-18

No hace falta ir muy lejos para comprobar la autenticidad de una persona; muchas veces somos nosotros quienes nos dejamos impresionar por las palabras y las apariencias.

Recuerdo a Herbert Dockter, quien se hacía llamar “Gedeón”. Había sido ingeniero de la NASA y se convirtió en un evangelista con gran carisma y una disciplina de vida admirable. Sin embargo, con el paso del tiempo, fue su propia familia la que lo denunció, revelando que detrás de la imagen había una realidad distinta.
Jesús lo dijo de una manera muy sencilla en Mateo 7:16: “Por sus frutos los conocerán.”

Jesús fue claro al decir que la autenticidad de un cristiano no se mide por lo que dice, sino por lo que vive. En un mundo lleno de apariencias, donde incluso lo espiritual puede convertirse en fachada, Dios nos llama a ser discípulos genuinos, cuyo corazón y acciones reflejen a Cristo.

Un cristiano que busca ser auténtico no es perfecto pero cuando peca o comete errores es humilde, confiesa y pide perdón.

Dios busca hombres y mujeres que reconocen su fragilidad y se humillan delante de Él.

Algo que me ha ayudado es reunirme con un grupo de hombres todos los viernes. Esta reunión con otros que luchan con lo que yo lucho y que me inspiran por medio de sus victorias y sus fracasos.

Un cristiano auténtico ama de manera práctica, no solo con palabras. Ese amor se expresa en paciencia, perdón y servicio a los demás. “En esto conocerán todos que son mis discípulos: si se aman los unos a los otros” (Juan 13:35).

Un cristiano auténtico es coherente y vive igual en público que en privado. No necesita máscaras, pues su identidad está en Cristo. Su palabra es confiable, no negocia principios por conveniencia y busca la verdad.

Reconoce su dependencia de Dios y no presume de sus logros. El cristiano auténtico entiende que todo lo que tiene y es proviene de la gracia de Dios.
No es suficiente escuchar la Palabra sino que la pone en práctica. El cristiano genuino busca agradar a Dios más que a los hombres, aunque eso implique ir contra la corriente.

En medio de pruebas, dudas o críticas, mantiene su confianza en Dios. No se rinde fácilmente porque sabe que su fortaleza viene del Señor.

Aplicación
Hoy haz un alto y pregúntate: ¿qué frutos estoy dando? ¿Las personas que me rodean pueden ver en mí amor, integridad y obediencia? La autenticidad no significa perfección, significa coherencia: que lo que digo creer se vea reflejado en cómo vivo.

Oración
Señor, ayúdame a ser un cristiano auténtico, que no viva de apariencias ni de palabras, sino de frutos visibles que glorifiquen tu nombre. Haz que mi vida sea un reflejo de tu amor y tu verdad. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global